Unai Sordo: «Hemos sido corresponsables durante el Covid, pero ahora vamos a ser muy exigentes»

–CC OO y UGT reclaman al Gobierno que empiece a desmantelar ya la Reforma Laboral. ¿Se está utilizando la crisis como coartada para retrasarla?

–A nosotros nadie nos ha dicho que no vaya a cumplir los compromisos que contrajo con las organizaciones sindicales. Aunque al hilo de los acontecimientos del SMI y la condicionalidad de los fondos europeos se estaba generando una idea de que no se iba a modificar la Reforma Laboral sin acuerdo en el diálogo social. Y por otro lado se dejaba caer, no por el Gobierno, que los fondos europeos venían condicionados a que no se toquen las reformas estructurales, básicamente la laboral y la de pensiones.

–¿Si el Gobierno no les ha dicho nada, a qué obedece la movilización que promovieron?

–A nosotros nos dio la sensación de que se estaban moviendo cosas y que convenía activar la calle para hacer ver que no renunciamos a recuperar esa agenda. Y ahí se sitúan las movilizaciones para retomar cuanto antes la mesa de las relaciones laborales.

–Mientras Podemos defiende abiertamente la derogación de la Reforma Laboral, el PSOE se está decantando por un nuevo Estatuto de los Trabajadores. ¿Temen que impere esta línea?

–Nosotros siempre decimos que el Gobierno es uno. Lo que no vamos a admitir es un juego de poli bueno-poli malo, y en este momento con los contactos que tenemos, sinceramente tengo serias dudas de que se vaya a negar nadie a una corrección de la reforma laboral. Otra cosa es cómo se hace. Si se va a un esquema de derogación para ir a la legislación previa a la de 2012, o a la de 2010, o si se va a una correción de los aspectos centrales de las reformas para pensar en una regulación distinta, bastante más moderna que la que había en 2009, recupere los derechos arrebatados y sitúe al país en otro modelo laboral, pensando en ese nuevo Estatuto de los Trabajadores.

–¿Pero cuándo?

–La idea es la derogación de los aspectos más lesivos de la reforma laboral, que son prácticamente todos. Otra cosa es que se pueda hacer en dos fases. Una de recuperación de la negociación colectiva con el paquete de medidas que teníamos muy ultimado en marzo del año pasado, y en una segunda fase abordar la contratación, el despido, la flexibilidad interna como una forma de superación de esa reforma laboral. En cualquier caso los plazos están tasados por Europa y se van a tener que abordar este año.

–Sea más concreto.

–La primera parte tiene que ser inmediata. Es decir, la ultraactividad, prevalencia del convenio sectorial, regulación de la subcontratación, modificación de condiciones, hay que abordarlo ya. Y lo otro, que es bastante complejo, seabordaría en una segunda fase; pero que se tiene que iniciar de forma inmediata.

–¿La primera fase debería estar sustanciada antes del verano?

–Por supuesto. Y la segunda debería estar muy avanzada para final de año. No será fácil porque hay que abordar muchos temas, como la flexibilidad interna, adaptación de los ERTE yendo a un modelo más alemán, y de ahí tocar el modelo de contratación y de despido. Esto tiene su complejidad y no se puede hacer en tres semanas. Pero no se puede dejar sine die, hay que abordarlo en lo que va de año sin duda.

–También reclaman que se suba este año el SMI, al menos el 0,9%. ¿Hay margen para hacerlo?

–Ese margen existe, va a ser una medida necesaria desde el punto de vista económico, porque los salarios más bajos siempre acaban pagando las crisis. Nosotros no renunciamos a hacerlo y cuanto antes. Cuanto más se demore, la subida debiera ser mayor. El Gobierno se ha cerrado en banda y nosotros continuaremos con las reivindicaciones.

–¿Si no ven avances, se plantean llevar a cabo paros o incluso una huelga?

–No estamos valorando esa situación porque hay muchas etapas que quemar antes. Los temas se van a abordar por la exigencia sindical, hay disposición a abrir esas mesas. Por lo tanto, la movilización tendrá que ver con el devenir de esas mesas. No preveo una negociación sencilla, será compleja, pero para nosotros el objetivo es claro. Los sindicatos hemos sido corresponsables durante la pandemia, pero estamos en un proceso de salida y hay que recuperar esa agenda. Vamos a ser muy exigentes porque es el momento de hacerlo.

–¿El Gobierno se tiene que poner las pilas?

–Si. Y ser capaz de gestionar sus tensiones internas. Situar una posición compartida de cara a los agentes sociales y situar las piezas centrales en un país en el que pese a las medidas tomadas hay mucha exclusión, mucha pobreza, mucha incertidumbre..., de que viene un futuro muy inestable, pero la situación de los salarios y las pensiones son determinantes porque el Gobierno tiene que decidir bien dónde centrar sus políticas.

–La CEOE volverá a insistir en la próxima prórroga de los ERTE que no se incluya la prohibición de despedir. ¿Los sindicatos van a ser taxativos al respecto?

–Tengo la absoluta convicción de que se va a mantener el compromiso del empleo. Hasta ahora la CEOE no lo ha podido descabalgar y tengo la convicción de que seguirá siendo así. La clave va a estar en cómo abordamos el debate sobre mejorar los ERTE o una figura análoga pensando en periodos de normalidad y en crisis temporales de las empresas, que ofrezcan una alternativa al despido y a la contratación precaria, que es como se han conducido las empresas en España desde hace 35 años. Hay que intentar ir hacia un modelo como el alemán, donde primen las medidas de flexibilidad interna.

–La sentencia del TSJPV que anula un despido por razones de Covid ha levantado cierta polvareda. ¿Qué opina?

–Ha roto cierto tabú. En España desde los años 80 todas las medidas que se han tomado respecto a los despidos han ido encaminadas a facilitarlos por la vía de la relajacion de las causas y/o por la reducción de las indemnizaciones. En un país donde en la práctica existe el despido libre, no gratis, pero sí libre, hay que apostar por pautas distintas de flexibilidad pactadas en las empresas, que tienen que ir acompañadas de atacar mejor la contratación y restringir el despido. Se abre una ventana de oportunidad para un cambio del modelo laboral en España. Pero habrá resistencias serias.

–Anuncios de ERE, temor a que aumenten de forma significativa los concursos de acreedores..., ¿La salida no va a ser fácil?

–Hay temor porque la situación económica es todavía de bastante incertidumbre. Pero las empresas internacionales ya estaban reesructurando sus cadenas de producción antes de la pandemia, y había cierres, ERE... Este es otro debate que hay que abrir en la segunda fase de la reforma laboral. Ha facilitado el despido individual, pero particularmente el colectivo. España es uno de los países donde es más fácil despedir por parte de una gran multinacional, lo que ha facilitado las deslocalizaciones. Hay que condicionar esas decisiones.

–El Gobierno está barajando ampliar el periodo de cálculo de las pensiones de 25 a 35 años, aunque se descartarían los peores años de cotización.

–El problema de elevar el periodo de cálculo es que hay muchas carreras profesionales que no van a llegar a esos 35 años cotizados, con lo que esa fórmula es como coger agua con una cesta de mimbre. No lo compartimos. Lo de descartar los peores años de cotización si que es un debate abierto, pero no el de la ampliación.