«Aceptas trabajar así porque lo necesitas»

«Las opciones eran trabajar en negro o trabajar en negro, no había otra». Así resume buena parte de su experiencia laboral en la construcción, en una ciudad costera de Málaga y durante un periodo de cuatro años, Rafa M., vasco de 45 años. «Soy encofrador. Allí todo era en negro. ¡Todo, todo, todo, todo!», subraya con vehemencia. Trabajó en varias obras, «haciendo encofrado o albañilería». El trabajo sin declarar era «lo normal», sobre todo desde que se «hundió la construcción», con la crisis.

¿Cómo funcionaba? «Simplemente te encuentras con gente a la que conoces de otras obras, que te dice, 'oye, me interesa que trabajes para mí sin seguridad social'». En casos como el suyo hay una razón fundamental para aceptar una oferta que desemboca en la percepción de un salario sin cotizar metido en un sobre: «Yo estaba en el paro, había agotado el subsidio y, simplemente, te ponías a trabajar. No hay misterio: necesitas trabajo, te ofrecen trabajo, aceptas», resume. Alguna vez, el trabajo irregular se 'compatibilizó' con la percepción del subsidio de desempleo. «Con 426 euros, como se puede comprender, pagar una hipoteca y mantener una familia es sencillamente imposible».

Trabajar en negro supone hacerlo sin cobertura ni protección alguna. En la vida laboral de Rafa, estos empleos simplemente no han existido. Pero se imponía la necesidad inmediata: «Es que no hay otra opción». De existir una salida 'en limpio', «claro que habría aceptado». Pero «desde 2008, quitando seis meses, ha sido todo oferta ilegal». Hay mucha gente que te contrata «sencillamente por un sueldo al día. Sin seguridad social ni nada. Te pagan por jornada, 50, 60 euros, en metálico». Y no es la peor situación: a los «sudamericanos y rumanos les pagan menos. Como muchas veces no tienen papeles, no se van a arriesgar a meter una denuncia».