En estos momentos hay más hombres que mujeres teletrabajando Félix morquecho

Euskadi, a la cola en el teletrabajo con apenas 7 de cada 100 empleados afectados

Ha recuperado más empleados en presencial que la media estatal y a cierre de marzo había 61.300 vascos trabajando todavía de forma habitual desde sus casas

Domingo, 16 de mayo 2021, 15:15

Pasado más de un año desde el inicio de la pandemia el teletrabajo sigue instaurado aún en las rutinas de cientos miles de trabajadores vascos ... y también incardinado en el día a día de los hogares. Más de lo que muchos quisieran. Una situación, además, que tras caer a la mitad desde sus máximos, ha sufrido un repunte en el arranque de año con la tercera y cuarta ola de la pandemia, y aunque las cifras ya no sean tan llamativas, ha revertido la tendencia descendente que se inició después de junio del año pasado, tras marcar su máximo.

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Y esta evolución negativa aleja por ahora el fin de una situación que obligó a la mayoría de las empresas vascas y a los trabajadores a adaptarse a marchas forzadas al trabajo en remoto, una modalidad que era residual antes de la pandemia. Mientras no avance más rápido el ritmo de vacunación quedarán todavía empresas que mantengan a sus trabajadores en sus casas. Y por ahora sin fecha definida para ese retorno al trabajo presencial.

Para hacerse una idea de lo que supuso la pandemia en el cambio del modelo de trabajo, al final del segundo trimestre del año pasado había en Euskadi 113.100 personas teletrabajando más de la mitad de los días correspondientes, lo que suponía el 12,6% de toda la población ocupada del País Vasco, según la Encuesta de Población Activa (EPA) que publica el INE. A ellos se añadían otros 32.700 que lo hacían de forma ocasional (3,6%).

A partir de ahí las cifras fueron descendiendo en los dos siguientes trimestres (ver gráfico adjunto), hasta cerrar el año con ya solo 50.100 trabajadores teletrabajando más de la mitad de los días y 37.000 de forma ocasional.

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En el primer trimestre de este 2021 (tercera y cuarta ola), la cifra se volvió a incrementar con intensidad hasta llegar a los 61.300 empleados que trabajan en remoto de forma habitual y los 45.700 de forma ocasional.

Más hombres que mujeres

Si nos fijamos en los porcentajes, marzo, en el final de la tercera ola y el inicio de la cuarta, se cerraba con el 6,8% de los ocupados vascos teletrabajando más de la mitad de la jornada, y también la mitad que el 12,6% de junio del año pasado. Una tasa además que sitúa a Euskadi en el vagón de cola estatal, que tiene una media del 11,2%, sólo cinco puntos menos que en el segundo trimestre de 2020. En concreto, el País Vasco es la sexta comunidad con menor incidencia del teletrabajo, por detrás de Navarra (5%), Murcia (5,5%) y Cantabria, Extremadura y Ceuta, que tienen el 6,2%.

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La incidencia del teletrabajo fue inferior en ese primer impacto del Covid en Euskadi, al igual que ahora, al tiempo que ha recuperado proporcionalmente más trabajadores al modo presencial que la media del Estado.

Hay otro aspecto que llama la atención y es que mientras en la primera ola de la pandemia había más mujeres que hombres teletrabajando de forma habitual –62.500 frente a 50.600– al cierre del tercer trimestre de este año la situación se ha invertido y ahora son más los hombres que las mujeres–34.100 frente a 27.200–. Una situación que se repite también en quienes trabajan en remoto de forma ocasional.

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Para conocer las claves de toda esta situación y sobre todo de la evolución del teletrabajo, este medio ha requerido un análisis a los sindicatos vascos y también a las patronales, pero tanto Confebask como Adegi han declinado participar en esta ocasión señalando que «no hay grandes novedades y que la casuística es tan variada que es muy difícil realizar una lectura de cómo se está aplicando y hacia dónde va».

«Se instauró de forma abrupta sin ningún tipo de regulación y a costa de los trabajadores»

Pello Igeregi (ELA)

Pello Igeregi, responsable de Acción Sindical de ELA, explica que en estos momentos los sectores que siguen teletrabajando son en gran medida los de oficinas y despachos, telemarketing e ingenieros que pueden realizar su tarea también en remoto, y añade que hay mucha prudencia por parte de las empresas a la hora de retornar esos trabajadores al modo presencial hasta que la pandemia no esté prácticamente superada.

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«Soledad, desarraigo e individualizacón del trabajo, son algunas de las consecuencias negativas»

Xabier Ugartemendia (LAB)

Su homólogo de LAB, Xabier Ugartemendia, también coincide en esta apreciación, además de incidir ambos en que el teletrabajo se ha instaurado de forma abrupta sin ningún tipo de regulación lo que ha conllevado una serie de consecuencias negativas para el trabajador como el hecho de que «haya habido horarios desmesurados, problemas para la desconexión, falta de medios o asunción de gastos que deberían corresponder a las empresas».

A ello se añade, según estas centrales, la falta de contacto con sus compañeros, la soledad, la individualización del trabajo y el desarraigo, lo que implica, apuntan, el aumento de los riesgos psicosociales, como un mayor estrés o problemas de depresión, entre otras cuestiones, además de dificultar las reclamaciones colectivas a las empresas.

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«El teletrabajo es ya un factor determinante para retener y atraer talento por parte de las empresas»

José Varela

Por su parte, el responsable de digitalización de UGT del Estado, José Varela, incide en que a pesar de todo lo que se está hablando del teletrabajo, en el caso de Euskadi el 87% de los ocupados no ha teletrabajado nunca y un 3% en alguna ocasión.

Esta menor incidencia del trabajo en remoto en Euskadi lo achaca al mayor peso del sector industrial y también al hecho de que al acabar el confinamiento se enganchó prácticamente con el verano y «luego hubo una llamada a los cuarteles». Añade que ahora esa tendencia se mantiene más o menos, con algunos picos, por la distancia social que hay que seguir preservando y las medidas de seguridad.

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Varela explica que las empresas que tienen a trabajadores teletrabajando están esperando a que pase la pandemia para «reevaluar la situación» y decidir qué hacen, aunque cree que la mayoría hará retornar a sus empleados porque apostar por la continuidad de esta modalidad implica sobre todo un cambio cultural importante y también de la organización del trabajo.

Este experto en la materia, que ofrece charlas en las empresas y ha escrito artículos y algún libro sobre la materia, señala que «cuando aplicas el teletrabajo de forma generalizada tienes que reorganizar a toda tu plantilla: quién está en presencial, quién no, qué objetivos se marcan y repartirlos por perfiles, trabajadores y responsabilidad. Es diametralmente opuesto a lo que se hace ahora, sobre todo en las pequeñas empresas, en las que el control laboral se hace más a ojo».

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«El teletrabajo supone un cambio radical en las organización del trabajo y la mayoría de las empresas no quieren dar ese salto», remarca. Y añade que «para el Covid hay vacuna pero para el presencialismo no la hay».

Una cultura, dice, que sí existe en los países nórdicos, que apuestan por la libertad, la confianza en los trabajadores, con responsabilidad y autonomía. Justo lo contrario del presentismo.

Con todo, Varela argumenta que los expertos no consideran el 100% del teletrabajo como óptimo, sino que lo ideal es el 50%.

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Y apunta Varela otra idea que considera fundamental de cara a un futuro inmediato, como es el teletrabajo como factor determinante para atraer y retener el talento por parte de las empresas. «Es una cuestión muy valorada sobre todo por las nuevas generaciones, que tienen una concepción del trabajo diferente, de mayor autonomía, con lo que estar en la oficina no les seduce nada».

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