Las EPSV en Euskadi resistieron en el año del Covid y consiguieron crecer hasta un 3%

En semejante tesitura (cabe recordar que el PIB vasco retrocedió un 9,5%, víctima de la peor crisis que se recuerda), el patrimonio de las EPSV -el dinero que atesoran, fruto de las aportaciones históricas de los socios y de su revalorización a lo largo de los años- alcanzó los 26.461 millones de euros, con un avance interanual del 2% o, lo que es lo mismo, con 522 millones de euros más. Se trata de la cifra absoluta más alta nunca alcanzada.

Esa montaña de dinero, llamada -en su inmensa mayoría- a complementar en un futuro las jubilaciones de los suscriptores de las EPSV supone nada menos¡ que un 36% del PIB de Euskadi. Esa ratio es muy superior a los sistemas que existen en España (planes y fondos de pensiones), y que solo equivalen a un 9,5% de la riqueza estatal.

Aún así, no se pueden echar las campanas al vuelo, pues ese 36% (que en 2019 era un 33,7%) queda aún muy lejos del 38,10% de media en la Unión Europea. Es más, los países más avanzados en este aspecto (muchos de ellos, del norte de Europa), se mueven en ratios del 48% al 194% del PIB. La media en la OCDE es del 60,10%, según explicó recientemente la Federación de EPSV de Euskadi.

Por tipo de EPSV, las denominadas de empleo (en la que empresa y trabajador comparten aportación e incluyen las de las administraciones públicas) cuentan con un patrimonio acumulado de 14.057 millones, tras un alza sobre el dato de 2019 del 1,9% (262 millones más). Por su parte, las llamadas individuales (aquellas que cada uno contrata con su banco o su aseguradora) suman 12.381 millones de euros (un 2,1% más), después de añadir 260 millones. Desde el 2014, en plena salida de la crisis de deuda, las primeras han superado año a año a las segundas en patrimonio acumulado.

Existe una tercera categoría entre las EPSV con planes de previsión (las hay también sin ellos) que es más bien residual; se trata de las asociadas, que en realidad son solo dos -el Colegio de Ingenieros promueve una de ellas- y cuentan con un patrimonio conjunto de 22 millones, uno menos que en 2019.

El año pasado, casi inmunes al impacto de la pandemia, las aportaciones (lo que los titulares de las EPSV ingresan en sus instrumentos de previsión social) mejoraron en 879 millones de euros, con un incremento interanual del 3,11%.

Ese repunte, es verdad, es menos de la mitad del 7,1% experimentado en 2019. Pero no es menos cierto que, primero, aquel año fue excepcional (también para el conjunto de la economía vasca) y que, segundo, solo el hecho de sumar y no restar en plena crisis del Covid demuestra la fortaleza y buena salud del sistema vasco de previsión.

El presidente de la Federación de EPSV de Euskadi, Ignacio Javier Etxebarria, aseguró recientemente que «pese a su enorme dificultad, 2020 ha sido positivo en cuanto a rendimientos», con un 1,4% de media. No obstante, matizó, «las rentabilidades dependen mucho de la política de inversión de cada plan de previsión», ya que -añadió- la rentabilidad anual «es sólo una foto instantánea». «Lo importante es el resultado a largo plazo, que tiene mucho que ver con el perfil de inversión que mejor corresponde a cada situación y edad», señaló.

Si nos fijamos en el número de socios, el conjunto de las EPSV con planes de previsión cerraron 2020 con 1.144.166 partícipes, un 0,2% más que un año antes. Por categorías, las asociadas perdieron a 40 socios (un 2,6% menos); las de empleo ganaron 9.079 (un 1,9% más), hasta los 487.912, y las individuales, por contra, perdieron 6.648 socios, con un descenso sobre 2019 del 1%, para terminar el ejercicio con un total de 654.778 personas.

En el repaso de las prestaciones (el dinero que pagan las EPSV a sus suscriptores por las distintas circunstancias cubiertas) revela que el conjunto del sistema abonó 878 millones de euros, lo que supone un 0,6% menos que en 2019.

En el caso de las de empleo, los pagos crecieron un 6%, hasta los 559 millones (32 millones más), pero en las individuales, los 318 millones de euros entregados supusieron un recorte interanual del 10,4%.

El número de socios, medido por el de cuentas o posiciones abiertas, ya que es muy difícil determinar el número de personas involucradas exactamente -pues se pueden suscribir varias EPSV-, se mantuvo estable. De hecho, creció ligeramente (un 0,21%). Eso sí, el comportamiento en este aspecto fue muy dispar. Así, las entidades asociadas y las individuales vieron caer su volumen de socios un 2,6% y un 1%, hasta sumar 1.476 y 654.778, respectivamente. Las de empleo, sin embargo, crecieron un 1,9% y cerraron el año con 487.912 partícipes en total.

El sistema vasco de previsión social complementaria está liderado por unas pocas entidades que se sitúan, por número de socios y por patrimonio, a gran distancia del resto. Así, en el capítulo de las EPSV de empleo resalta Geroa (fundada en Gipuzkoa en el marco del Convenio del Metal y extendida después a numerosos sectores del territorio), que agrupa a nada menos que 281.188 socios, con un patrimonio acumulado superior a los 2.300 millones de euros.

En segundo lugar se sitúa Itzarri, la EPSV que gestiona el plan de previsión de los trabajadores de la Administración General e Institucional de Euskadi, con 109.369 socios y 823,6 millones de euros.

Completan el podio Lagun Aro (la entidad de empleo del Grupo Mondragon), que cuenta con 44.670 socios y 6.864 millones (la cifra más alta de todas) y Elkarkidetza -la EPSV de diputaciones y ayuntamientos vascos-, que cuenta con 29.275 partícipes y 1.221 millones.

En el apartado de las EPSV individuales (las de corte más financiero), Baskepensiones, de Kutxabank, es la que más socios tiene (268.987) y también la que luce mayor patrimonio (5.959 millones bajo gestión).

Le siguen Euskadiko Pentsioak, de Laboral Kutxa (103.513 cuentas y 1.524 millones) y Gerokaixa -de Caixabank-, con 62.606 personas y 901 millones de euros.