La inquietud crece en los proveedores de Talgo con más de 5.000 empleados en Euskadi
El Gobierno vasco está dispuesto a actuar en la firma para reforzar su presencia en la comunidad, donde tiene su principal planta
Lucas Irigoyen
Sábado, 5 de octubre 2024, 17:22
Es complicado solucionar la cuestión industrial de una empresa mientras el futuro de la propiedad no está claro. Eso es lo que le está sucediendo ... a Talgo un mes después de que el Gobierno vetara la opa de Magyar Vagon por 617 millones. Y ocurre, además, cuando hay futuro, un porvenir de 4.000 millones en pedidos que exigen más fábricas, pero también una propiedad y un gobierno que conduzcan ese crecimiento.
En la gestión, Talgo sigue apremiada por resolver la «prioridad», que es la del «fortalecimiento industrial», tal y como lo explicó su presidente Carlos de Palacio en la última junta de accionistas. Una tarea que se está complicando en la medida en que no se dilucida quién tendrá el control de la compañía y, por lo tanto, la última palabra para decidir inversiones y cómo crecer en un sector que exigirá gran tamaño en las próximas licitaciones de trenes.
La prioridad de resolver la propiedad de la compañía saca el foco de la gestión industrial
El accionista principal, el fondo inversor Trilantic, quiere vender. Lo lleva intentando desde hace años sin éxito y había visto en la vía húngara una salida para liquidar su 40% por 5 euros la acción obteniendo 246 millones. El fracaso de la operación ha dejado al fondo representado por Javier Bañón compuesto y con 79 millones menos. Y es que sus títulos, al cierre de los mercados el viernes, ascendían a 167 millones.
Pero, como reza el dicho, 'no hay más necio que el que confunde valor y precio'. Y es que esa es la gran cuestión: ¿Cuánto aguantará la cotización de Talgo a 3,4 euros? ¿Y cuánto puede esperar Trilantic –y por derivada Talgo– hasta que se presente un comprador que ofrezca algo parecido a los 5 euros de Magyar Vagon? La respuesta se hace más compleja al constatar la dificultad de encontrar agentes en el sector ferroviario dispuestos a comprar. Lo que, indefectiblemente, solo hace prever un descenso del valor de la acción que complica aún más las cosas. Y es que, tal y como advierten varios analistas, «nadie compra a 3,4 euros, lo que en cuatro meses puede valer 3 o menos si Renfe activa las sanciones a Talgo de más de 160 millones por los retrasos en las últimas entregas».
El fabricante ha cerrado acuerdos con otras empresas para afrontar el crecimiento del negocio
Esta situación se está dejando notar aguas abajo. Talgo tiene dos fábricas en España y la más grande está en Euskadi, en la localidad alavesa de Ribavellosa. Allí trabajan 700 personas, pero es un foco desde el que se encargan pedidos a un importante grupo de compañías con sede en Euskadi. Según ha confirmado este periódico, varias de estas empresas han percibido ya la inestabilidad accionarial de Talgo. «Hay una importante carga de trabajo sobre la que hay que tomar decisiones y estas se ralentizan», explican. Una sensación que, junto a las noticias que aparecen estos días, dispara la incertidumbre. El mensaje se ha trasladado ya a las organizaciones empresariales en Euskadi y está en conocimiento del Gobierno vasco. El Ejecutivo ya ha mostrado su «preocupación» ante la situación.
Los proveedores, según anota el propio fabricante, emplean a 5.000 personas gracias al trabajo de la planta vasca. Un colectivo que, explican fuentes empresariales, tiene en Álava a la mayoría: 3.000 empleados. En total, y según consta en la memoria social de Talgo, la compañía compra 247 millones de euros a 1.075 proveedores locales en España.
El Gobierno central trabaja en una solución que el ministro de Transportes, Óscar Puente, confía pueda verse en las próximas semanas. Aun así, una de sus principales alternativas hasta ahora, la de la del grupo checo Skoda, vuelve a encallar. La compañía se dirigió hace una semana de nuevo a Talgo para ofrecer una fusión, sin reforzar su propuesta con compra de acciones. Un planteamiento que el fabricante no contempla para resolver la situación de la propiedad. Trilantic lo rechaza frontalmente si no supone hacer caja. El otro actor ferroviario vasco, CAF, ha sido sondeado por el Gobierno, pero el negocio de Talgo no pasa por su estrategia empresarial.
La vía vasca
El papel de CriteriaCaixa, que según fuentes del mercado está dispuesta a participar en una operación, puede ser determinante. Pero requiere, como ha reclamado la corporación, de la presencia de un socio industrial. Y es en esa tarea en la que se centra el trabajo de Moncloa. Eso sí, con la firme determinación de no ir a una solución que suponga el pago de los 5 euros por acción que reclama Trilantic.
Un planteamiento que está tensando la situación y que abre la búsqueda de soluciones en paralelo para la salida del fondo inversor que controla Talgo. Entre las vías que se barajan es este frenético momento, aparece de nuevo la vía vasca. Una fórmula en la que podría participar algún empresario de Euskadi con pasado y prestigio industrial que pudiera acumular financiación con el respaldo también del fondo del Gobierno vasco. Todo se encajaría en el entramado societario auspiciado por el Ejecutivo central. Una vía análoga a la empleada en el caso de ITP Aero, cuando fue adquirida por Bain Capital.
De momento, el Gabinete del lehendakari, Imanol Pradales, mantiene el contacto con accionistas de la empresa, aunque no hay un proyecto concreto todavía. El movimiento es delicado, ya que el Ejecutivo vasco cuenta con un 3% de las acciones de CAF. Una compañía que además está participada por Kutxabank en 14%.
Los propietarios del fabricante se enfrentan en la busca de soluciones
Trilantic mantiene su mayoría de acciones en Talgo a través de una sociedad, Pegaso Transportation International, donde tiene el 60% que comparte con la familia Oriol (20%) y con Juan Abelló. La figura tiene el 40% del fabricante de trenes.
Hasta ahora estos tres socios se han comportado de forma coordinada y priorizando una venta global de todos los títulos a un comprador. En cambio, según confirman fuentes del mercado a este periódico, eso ha cambiado con el escenario generado tras el veto del Gobierno a la opa de Magyar Vagon que había puesto encima de la mesa 617 millones de euros –5 euros por acción–. Así, en el último mes, Trilantic ha activado la búsqueda de una vía que le permita una salida, aunque sea individual y que tampoco descarta ventas parciales de su posición. El fondo heredó las acciones de Talgo de la banca de inversión de Lehman Brothers y está en el accionariado desde 2006. Mucho tiempo para un fondo que hace dos años activó la búsqueda de un comprador.
La división entre los socios más o menos latente se ha evidenciado con la nueva situación acentuando el choque entre los socios de perfil más industrial y los más financieros. Entre los primeros destacan los Oriol, con el presidente Carlos de Palacio al frente y familiares de uno de los fundadores de la empresa.
Del otro lado, Trilantic, cuyo principal representante en el consejo es Javier Bañón y que cuenta con el consejero delegado, Gonzalo Urquijo, nombrado a propuesta del accionista principal.
El resto de los accionistas se completan con participaciones menores como la del 'family office' de Ana Patricia Torrente, que tiene un 5%, y el resto de títulos que cotizan libremente en Bolsa, en lo que se conoce como 'free float'.
La acción cerró la semana pasada con un valor de 3,4 euros, muy por debajo de los 4,5 a los que se intercambiaba mientras estaba abierta de la vía de la opa húngara. Pero muy por debajo del precio al que cerró la jornada de su estreno en el mercado en 2015, 8,48 euros.
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