Hernani, el interruptor que devolvió la luz a la península
DV accede de la mano de Red Eléctrica a la subestación guipuzcoana por la que volvió a circular la electricidad tras el gran apagón del 28 de abril, para conocer los detalles del plan de reposición
En la subestación eléctrica de Hernani hay un sonido constante que lo envuelve todo. Un zumbido grave, profundo, que no cesa nunca -o casi nunca- ... mientras la electricidad fluye a 400.000 voltios por las entrañas de la infraestructura. Es el sonido de la energía que abastece a miles de hogares, centros de salud e industrias en tránsito. El 28 de abril, a las 12.32 y 57 segundos, ese sonido, que ahora se escucha con tanta facilidad bajo las líneas de alta tensión del complejo hernaniarra, se detuvo en seco. Por primera vez en décadas, el sistema eléctrico peninsular colapsó por completo. Y las líneas se silenciaron.
Diez minutos después, a las 12.43 exactamente, el zumbido volvió a sonar. Y fue en Hernani donde se oyó primero. La subestación de transporte de 400 kilovoltios situada en el barrio hernaniarra de Osinaga, a un lado de la A-15, fue la primera instalación de alta tensión de la península ibérica en recuperar suministro tras el apagón del 28 de abril. Desde este punto, conectado con Francia a través de la interconexión con la subestación de Argia, comenzó la reconstrucción del sistema. «Fue la puerta de entrada. Desde Europa, a través de Hernani, nos llegó la electricidad necesaria para volver a arrancar», comienza el responsable de Red Eléctrica en el norte, Antonio González Urquijo.
Mientras el Gobierno investiga las causas del apagón y los organismos europeos, como el ENTSO-E, elaboran sus análisis, DV ha visitado esta infraestructura estratégica, guiado por el delegado territorial de la operadora del sistema eléctrico español, que desde la oficina de la propia subestación de Hernani ha compartido cómo se produce una reposición del sistema eléctrico nacional, cómo funciona esta subestación y por qué Euskadi pudo recuperarse tan rápido gracias a este enclave, que actuó de interruptor para devolver la luz a la península.
La recuperación. La recuperación comenzó por Hernani porque es, en palabras de Urquijo, «nuestra conexión con Europa». No con Francia, matiza, sino con el sistema continental. La línea que llega a Hernani desde Argia no es una infraestructura cualquiera: es una conexión histórica, en servicio desde 1968 y que está siendo repotenciada para pasar de 1.800 a 2.100 megavatios de potencia. «Es la misma línea, pero mejorada, más moderna. Hacemos lo posible por optimizar lo que ya tenemos, y modernizamos nuestras infraestructuras cada poco tiempo», explica.
Esa línea opera en corriente alterna, la forma convencional en que se transporta la electricidad a gran escala. A diferencia de la corriente continua, que es la que se usa en algunas interconexiones submarinas, como la del Golfo de Bizkaia, la alterna permite sincronizar directamente los sistemas eléctricos nacionales con el continental. «Todas las máquinas, desde Ucrania hasta Portugal, giran a la vez, a 50 hercios. Si tú quieres entrar, tienes que entrar al mismo ritmo. Es como subirte a un tren en marcha», explica con una certera analogía.
La subestación de Hernani fue la primera instalación de alta tensión en recuperar suministro tras el apagón
Ese día, la corriente alterna que llegó desde Francia fue lo primero que permitió reactivar el corazón eléctrico vasco. El plan de recuperación estaba activado desde el primer segundo. Aunque nunca se había tenido que usar, estaba previsto, ensayado y procedimentado. «Sabíamos exactamente qué hacer. Lo que no sabíamos era cuándo tendríamos que hacerlo», confiesa el delegado. Cuando se produjo el «cero» -como se denomina a un colapso completo del sistema- el centro de control de Red Eléctrica dio la orden de empezar la reposición. Hernani recuperó tensión primero. A partir de ahí, comenzó la reconexión progresiva del mallado eléctrico. Desde Hernani se reenvió tensión a Gatika, en Bizkaia, y a Itsaso, en Gipuzkoa, y desde ahí hasta Vitoria. «Fuimos ganando terreno, como si fuera un juego de estrategia».
El segundo nivel. Pero eso era solo el nivel superior. La electricidad fluía de nuevo a 400.000 voltios, pero no llegaba aún a hogares ni industrias. Para eso era necesario conectar el sistema de transporte (400 kV) con el de distribución (220 kV). Y ahí entraban en juego los transformadores y las subestaciones de nivel inferior. «Es como un scalextric», explica. «Nosotros somos la pista principal, a 400.000 voltios. Y el transformador es el que adapta la tensión para que puedan correr los coches, es decir, para que el distribuidor -en este caso Iberdrola en Euskadi, por ejemplo- pueda llevar la energía a sus clientes».
La recuperación se hizo, por tanto, en dos niveles paralelos: «Con el 400 ganamos territorio, y con el 220 -las dos líneas que controla Red Eléctrica-ganamos músculo aguas abajo». No se puede avanzar solo en uno de los niveles, insiste. «Si solo tiras oferta, vuelves a fundir. Tienes que acompasar la generación con la demanda. Todo en tiempo real, todo coordinado al segundo con los distribuidores». Ese equilibrio es el que impide que el sistema se vuelva a colapsar. Si se conecta más carga de la que se puede alimentar, el sistema cae de nuevo. Por eso es clave la comunicación milimétrica entre el operador y cada distribuidor. «Nosotros preguntamos cuánto necesitas. Te damos 50 megas. Y seguimos».
2.100 MW
La línea está en servicio desde 1968, y está siendo repotenciada para pasar, en uno o dos años, de 1.800 megavatios a 2.100 megavatios de potencia
En cualquier caso, la generación, en los primeros minutos, era limitada: la línea de Hernani tiene un potencia de 1.800 megavatios, aunque se trabaja en su repotenciación, y en uno o dos años, dicha capacidad ascenderá a 2.100. A medida que se ganaba terreno, se iba incorporando generación propia o desde otras interconexiones. Así, Irún recuperó suministro a las 13.07, y la práctica totalidad de Gipuzkoa a las 13.35. A las tres de la tarde, el sistema de transporte-que no quiere decir estrictamente la luz de los hogares ya que eso depende de las distribuidoras- estaba restablecido en casi todo Euskadi. La operación fue quirúrgica.
El papel de las interconexiones. La infraestructura que permitió ese reinicio es tan discreta por fuera como crítica por dentro. Desde la verja, protegida con alambre de espino, cámaras de seguridad y patrullas de la Ertzainza, no parece más que un conjunto de torres, cables y estructuras metálicas bien cuidadas. Pero su interior alberga una compleja red de conexiones que forma parte de los más de 42.000 kilómetros de líneas que Red Eléctrica opera en toda España. En Hernani, además, la subestación de 400 kV está acompañada por otra de 220, muy próxima, en el barrio de Zikuñaga, desde la cual se alimenta la subestación del distribuidor.
Pese a todo, la historia de Hernani como nodo estratégico no se limita al 28 de abril. «La interconexión con Francia es fundamental para todo el sistema», remarca el delegado. Pero no es suficiente. España tiene una capacidad de interconexión con Europa de apenas el 3 %, cuando Bruselas recomienda que sea del 15 %. Para paliar esa carencia, Red Eléctrica está trabajando en nuevos proyectos. Uno de ellos ya está en construcción: el cable submarino que unirá Gatika, en Bizkaia, con Cubnezais, en Aquitania, en corriente continua y con conversores en ambos extremos. «No se puede hacer de otra forma. El impacto ambiental del Pirineo nos obliga a buscar soluciones soterradas o submarinas. La tecnología está probada».
«Si los territorios no entienden la importancia de estas infraestructuras de interconexión, te vas a chocar contra un muro»
Antonio González Urquijo
Responsable de Zona Norte de Red Eléctrica
Ese proyecto se basa en tecnología HDVC (corriente continua de alta tensión), una solución que ya se aplicó con éxito hace una década en la interconexión construida por Girona. «Aquella se hizo atravesando el Pirineo con una tuneladora. Hoy, esa línea está absolutamente amortizada. En apenas cinco años ha demostrado su rentabilidad estructural». González Urquijo insiste en que estas infraestructuras no son solo una inversión técnica, sino «una garantía de funcionamiento del sistema eléctrico peninsular. Una seguridad».
El futuro. Además de Gatika, se están realizando estudios preliminares para dos nuevas interconexiones, por Navarra hacia Las Landas y por Aragón hacia los Pirineos Atlánticos. «No tenemos aún ni trazados ni niveles de tensión definidos, pero estamos analizando las alternativas. Aunque no lo puedo afirmar, seguramente tendrá que ser soterrada y de corriente continua. Y ya tenemos subvención europea para el estudio del caso navarro», detalla. «Esto es pico y pala. Hablar con el territorio, con las administraciones, explicar por qué estas infraestructuras son necesarias». Porque si el territorio no lo entiende, insiste, «te vas a chocar contra un muro».
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Además, la estructura técnica para ello ya está en marcha. Existe desde hace años una empresa conjunta entre Red Eléctrica y su homóloga francesa RTE: Inelfe, una especie de UTE que desarrolla todas las interconexiones eléctricas entre ambos países. «Tenemos ya equipos técnicos, implantación territorial, conocimiento del medioambiente, de las líneas, de todo. Solo falta poner negro sobre blanco y empezar a construir», asegura. González Urquijo recuerda que, de hecho, el tema se ha trasladado recientemente a las más altas instancias políticas. «Hace escasas semanas se celebró una reunión entre Francia, España y Portugal en la que se volvió a insistir en la necesidad urgente de reforzar las interconexiones. Es una prioridad para todos los que vivimos aquí y para las empresas que operan en el territorio».
Es necesario recordar que Red Eléctrica no decide qué infraestructuras se construyen. Ejecuta lo que se incluye en la planificación eléctrica estatal, que fija el Ministerio de Transición Ecológica tras recoger las demandas de las comunidades autónomas, generadores y consumidores. «Nosotros proponemos, pero no decidimos». El 28 de abril, el corazón eléctrico de Euskadi se paró. Y fue aquí, entre zumbidos y torres metálicas, donde volvió a latir primero. «Sin Hernani, la recuperación no habría sido la misma», concluye González Urquijo. El zumbido ha vuelto.
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