¡Hala, al agua!
Mientras se estanca el empleo, el Gobierno, en lugar de reunirse con empresarios y autónomos, abre una ronda de consultas con colectivos que se autodefinen como progresistas
Los datos de empleo correspondientes al mes de julio confirman la senda por la que transitamos desde hace meses. Crece, pero poco y, además, cada ... vez menos. La ministra de Economía tenía razón el viernes cuando afirmó que estamos en récord de empleos de mujeres y cerca de él en número total de empleados. Pero no podía ocultar –aunque lo intentó, claro–, que el mes de julio ha sido el peor de los últimos once años. Es un mes extraño en temas del mercado laboral. Por un lado, las vacaciones aumentan los empleos demandados por el sector del turismo, pero, por otro, hay muchas actividades, y no solo en la industria, que las aprovechan para despedir a gente y ahorrarse así unos pocos sueldos y alguna que otra cotización social. Así que por un lado vamos bien –las cifras de contratados aumentan–, pero por otros vamos mal –parece evidente que la fiesta llega a su fin, la música suena ya mal, las bebidas se han agotado y la alegría inicial se torna en malestar de estómago y dolor de cabeza–.
¿Que hace el Gobierno en esta situación? Pues nada de fuste. Está en permanente 'función', así que tiene otras prioridades. ¿Cuáles? Pues formar un gobierno, pero no uno cualquiera, sino uno de progreso. Nada menos. ¿Y cuál es el progreso que busca? Pues podríamos decir que trata de consolidar el crecimiento y de robustecer la creación de empleo, que para ello se reúne con quienes crean riqueza y proporcionan empleo, y que busca soluciones para evitar el parón y diseña medidas para facilitar la contratación.
Podríamos decirlo, pero nos engañaríamos. No está haciendo nada de eso. Ha empezado una ronda de consultas con diversos colectivos. ¿De empresarios y autónomos para conseguir que crezcan los ingresos? No, claro. Se ha reunido con colectivos por la igualdad de género y piensa seguir con los ecologistas, los sindicatos y con todo aquel que se autodefina como progresista. Esa palabra mágica, ese maravilloso concepto, ese nirvana que solo se alcanza si demuestras buenas intenciones y exiges voluminosos incrementos del gasto social que reclamas y, casi siempre, percibes.
¿Exagero? Ojalá sea así. Pero, dejando claro que las ayudas sociales son necesarias y convenientes para todos y no solo para quienes las perciben, pienso que ayudan más al progreso quienes fomentan el ingreso que quienes –a veces de manera forzada y a veces voluntaria– perciben el gasto. Pero, en el mundo de hoy, casi nadie lo ve de esta manera, así que estaremos equivocados.
Cuando caben pocas discrepancias es a la hora de enjuiciar lo delicado del momento económico actual. En España las cosas económicas se oscurecen, mientras las políticas se atascan y del exterior tan solo nos llegan noticias que nos desasosiegan. Problemas en los Estados Unidos, en donde la Fed adelanta una visión poco optimista del futuro; problemas con China; problemas en Europa con una Italia asilvestrada; un Reino Unido enloquecido, y demasiados cambios a la vez en las instituciones comunes. Total, un lío. Así que, estando de vacaciones, confío en que no se le ocurra leer estas cosas tan aburridas y tan poco estimulantes.
¡Hala!, al agua.
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