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En un momento de elevada incertidumbre geopolítica y económica, con las principales economías europeas perdiendo terreno respecto a la feroz competencia norteamericana y asiática, Euskadi ... ha decidido intensificar su apuesta por la industria como eje estratégico de país. El Gobierno Vasco presentó este miércoles el Plan de Industria Euskadi 2030, «la mayor apuesta (de inversión industrial coordinada) de nuestra historia», como lo valoró el lehendakari, Imanol Pradales, con el que prevé movilizar hasta 15.900 millones de euros a lo largo de esta legislatura. La hoja de ruta, con escasos precedentes en cuanto a volumen de capital público destinado al tejido productivo vasco, se articula en torno a veinte proyectos transformadores de liderazgo público-privado para adaptar su economía a los nuevos desafíos globales: transición energética, autonomía estratégica, innovación y digitalización.
El plan, en síntesis, contempla una inversión directa de 3.900 millones de euros en recursos públicos entre 2025 y 2028, que se espera que actúen como palanca para atraer otros 12.000 millones en inversión privada. La estrategia gira en torno a tres grandes ejes —«más industria, mejor industria y menos emisiones», el lema industrial de esta legislatura—, a los que se suma un cuarto transversal: la desburocratización, con el objetivo de reducir en un 30% los plazos de tramitación para nuevos proyectos industriales, alineado con las exigencias europeas.
Durante el acto de presentación, celebrado en el laboratorio de Ultra Alta Tensión de Arteche, en Mungia, el lehendakari Imanol Pradales apeló a un cambio de mentalidad colectiva para no dejar pasar la oportunidad que se abre con la reindustrialización del continente. «Tenemos que pasar de la defensa al ataque en esta reindustrialización europea», afirmó. «Tenemos los mimbres, solo necesitamos creérnoslo, apostar por ello y coger un tren que está pasando y que no podemos perder», advirtió. Del mismo modo, el lehendakari defendió que «la industria es pasado, presente y futuro de Euskadi» y presentó el nuevo plan como «una apuesta público-privada de país» que garantizará «progreso, riqueza, bienestar y empleos de calidad».
El documento parte de un diagnóstico claro: el debilitamiento de la competitividad europea frente a Estados Unidos y China, el retorno del proteccionismo comercial y la creciente presión sobre sectores clave como la automoción, la energía o la fabricación avanzada. En respuesta, Euskadi se propone liderar parte de ese nuevo impulso reindustrializador con una combinación de inversión e innovación.
La principal novedad del plan es su modo de ejecución. Se pondrán en marcha veinte proyectos transformadores —diez de liderazgo público y diez de iniciativa privada— para articular la estrategia. Entre ellos figuran el desarrollo de nuevas arquitecturas de motores aeronáuticos con combustibles sostenibles, una alianza empresarial para el despliegue de tecnologías punteras en redes eléctricas, un centro de robótica avanzada, un laboratorio de adaptación al cambio climático, una reserva estratégica de suelo industrial (más de 7,8 millones de m² hasta 2028), o el lanzamiento de una campaña para aumentar la presencia de mujeres en el sector industrial.
El plan prioriza tanto los sectores tractores actuales (automoción, energía, metalurgia, fabricación avanzada, movilidad sostenible) como aquellos con alto potencial de futuro (aeroespacial, biosanitario, inteligencia artificial, ciberseguridad, almacenamiento energético y combustibles renovables). Cada proyecto se regirá por planes de negocio específicos, hitos medibles y exigencia de resultados, como precisó el consejero de Transición Energética y Sostenibilidad, Mikel Jauregi.
Por su parte, el consejero de Hacienda y Finanzas, Noël d'Anjou, reivindicó el esfuerzo económico como palanca de transformación. Explicó que 2.100 millones procederán del Departamento de Industria, otros 1.000 millones del Instituto Vasco de Finanzas a través de la Alianza Financiera Vasca —en la que participan nueve entidades bancarias— y 200 millones adicionales de Finkatuz. Los restantes 600 millones serán aportados por otros departamentos como el de Ciencia, Universidades e Innovación. Dicha Alianza Financiera Vasca funcionará como un modelo de colaboración público-privada, liderado por el Instituto Vasco de Finanzas, en el que participarán Kutxabank, las fundaciones bancarias BBK, Kutxa y Vital, Laboral Kutxa, BBVA y las principales EPSV vascas. Además, los 1.000 millones de financiación pública se conciben como una palanca para movilizar hasta 3.000 millones de inversión privada, en línea con el nuevo plan industrial
D'Anjou, que aprovechó la jornada para subrayar que el plan de inversión del citado instrumento financiero se detallará «a finales de verano», también señaló que la clave del diseño financiero es movilizar inversión privada adicional siguiendo la regla del «tres a uno» —por cada euro público, tres privados— extraída desde el informe de Mario Draghi. «No son solo inversiones económicas, estamos construyendo un país, la industria del futuro», subrayó. A su juicio, el esfuerzo presupuestario previsto es «suficiente para desplegar los ejes estratégicos», pero apuntó que el objetivo es ir más allá, catalizando nuevas oportunidades de inversión y crecimiento industrial para Euskadi. Con todo, el Gobierno Vasco recordó que el documento presentado es una versión avanzada, pero aún abierta a propuestas de los distintos agentes económicos, sociales y empresariales.
Durante la presentación del Plan de Industria de Euskadi 2030, dos voces de referencia del tejido empresarial vasco, Nerea Aranguren, CEO de Danobat, y Jorge González, CEO de Ormazabal-Velatia, coincidieron en señalar que el nuevo ciclo reindustrializador requiere tanto «ambición tecnológica como un profundo cambio cultural y social». Ambos dirigentes aplaudieron la iniciativa público-privada del Gobierno Vasco y defendieron el valor estratégico de la industria para el bienestar colectivo. También subrayaron que Euskadi solo podrá competir a escala global si mantiene «una cooperación público-privada sólida y logra atraer talento joven cualificado».
Aranguren advirtió, además, sobre el desafío que representa la industria china, que «está entrando en Europa en condiciones que rozan la competencia desleal». Según explicó, la creciente estrategia de localización de los fabricantes chinos, junto con las barreras comerciales globales, obliga a las empresas vascas a ser más ágiles, diversificar mercados y centrarse en su especialización tecnológica. «No podemos competir en todo; tenemos que elegir bien nuestras batallas», afirmó.
González, por su parte, puso en valor que la economía vasca mantiene un peso industrial del 24%, por encima del 19% europeo. No obstante, alertó sobre el problema de fondo: «La calidad del talento es alta, pero cada vez hay menos personas que optan por las formaciones que necesitamos». González calificó este momento puede actuar como «un electroshock positivo». Aranguren también aprovechó su intervención para reivindicar el valor de los jóvenes que se están incorporando a las empresas.
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