Las nuevas caras del grupo Mondragon

Los tres relevos han seguido a la perfección el guión que de ellos se esperaba en el Grupo de Arrasate, nada aficionado a las estridencias y aún menos a los sobresaltos y las fugas de información. Todos los 'nuevos' (es una forma de hablar, pues los tres atesoran una enorme experiencia) salen de la cantera. Eso es marca de la casa. Es más, si se mira hacia atrás y se atan cabos, algún nombramiento pueden perder incluso algo del 'efecto sorpresa'.

Y es que ya en 2021 Eroski recuperaba la dirección general (puesto que en ese momento no existía) y elegía para la misma a Rosa Carabel, en ese momento directora general de la red. De la misma manera, Pello Rodríguez accedía en 2016 a la vicepresidencia del área industrial del Grupo (el corazón de Mondragon), dando así relevo a Iñigo Ucín, que pasaba en ese momento a dirigir todo el Grupo tras jubilarse el hasta entonces presidente, Javier Sotil. De Hecho, Rodríguez lo hacía desde la dirección general de Danobat Group, la misma posición que tuvo en su día Ucín. Más allá de la coincidencia, se confirma que la máquina-herramienta guipuzcoana es una buena escuela de líderes en el conglomerado cooperativo.

La Corporación se renueva y se rejuvenece (diecinueve son los años que separan a Iñigo Ucín y a Pello Rodríguez, y 15 la distancia en primaveras entre Txomin García y Adolfo Pérez). Eso sí, los cambios llegan sin tocar lo más mínimo los pilares sobre los que se sostiene el Grupo –sobre todo los ideológicos o identitarios– y apostando siempre por sucesiones tranquilas. De ahí esos periodos tan largos de adaptación y convivencia.

El gran cambio, sin ninguna duda, es el de la presidencia del consejo general de la Corporación, un proceso iniciado hace ya meses y dirigido por la Comisión Permanente (una representación de absolutamente todas las cooperativas del Grupo), que, dicho en plata, se ha reunido con todas, ha visto qué se necesitaba, ha dibujado un perfil y ha determinado que Pello Rodríguez es el profesional que mejor encaja en él.

¿Conclusión? El futuro más inmediato de Mondragon huele a fábrica, a internacionalización, a innovación, a crecimiento y a eso que algunos llaman 'visión glocal', que no es otra cosa que una combinación de la apuesta por la salida al exterior, por lo global, y por el arraigo, por lo más local. Eso, y muchas más cosas, es Pello Rodríguez.

Lo demuestra su propia historia personal. El ingeniero (por la UPV/EHU y L'École Nationale D'Arts et Métiers de París) entró en Danobat hace casi un cuarto de siglo y pronto salió fuera a batirse el cobre, primero en Inglaterra y después en Alemania. Regresó en 2007 y desde entonces su progresión (en la empresa y en el Grupo, donde hoy es vicepresidente y miembro del Consejo General y del Industrial) ha sido meteórica.

Casado y padre de una niña, Pello Rodríguez (políglota de los de verdad) es un hombre tranquilo, apasionado de la industria (algo que se hace más que patente cuando charlas con él) y un convencido de generar riqueza en casa. «El ADN cooperativista nos obliga a intentar generar riqueza y oportunidades en el entorno», explicaba hace poco a DV al desvelar una inversión de 35 millones de Danobat Group en las localidades de Elgoibar, Itziar y Bergara. Todo para casa.

Adolfo Plaza será el cuarto presidente de Laboral Kutxa tras Txomin García, Juan María Otaegi y Alfonso Gorroñogoitia. García –que llegó a su responsabilidad en 2009– deja el listón muy alto, con una entidad saneada, solvente como pocas y que bajo su batuta ha sido pionera en el salto (que otros han dado después) a lo que se conoce como 'banca-seguros'.

Una fusión (con Ipar Kutxa, de donde procede el nuevo presidente), varias crisis económicas, dos guerras y una pandemia después, García se jubila. Y Plaza será quien pilote el barco que, antes o después, está llamado a superar la barrera de los 30.000 millones en activos. Entonces será supervisado directamente por el BCE como 'entidad signiticativa' del eurosistema. Que nadie se preocupe, Plaza conoce bien la regulación, algo básico cuando se juega en Fráncfort.

Rosa Carabel lleva ya tiempo al frente de Eroski, donde acaba de cerrar con éxito una refinanciación de 700 millones que da tranquilidad al grupo y le permite dedicarse al negocio. Un negocio en el que, como dice ella, «la pelea por el euro es el pan de cada día».