Se dispara el optimismo en la empresa vasca

La progresiva vuelta a la normalidad, gracias a unas cada vez menores restricciones a la movilidad y el consumo, el avance significativo de algunas economías internacionales en las que Euskadi es un exportador neto y, por supuesto, el avance de la campaña de vacunación contra el Covid sustentan este arranque de optimismo, que se refleja en no pocas variables.

El trabajo de Laboral Kutxa comienza planteando a las empresas (son 400 las que participan en la encuesta) qué perspectivas manejan para el periodo junio-septiembre. Un 40% de las firmas consultadas creen a pies juntillas que el entorno económico mejorará claramente, y casi otro 40% apuesta por el mantenimiento. Solo un 20% estima que el panorama irá a peor.

Cuando la pregunta se refiere a la facturación esperada, la mitad de las empresas confía en mantener el tipo, y un 30% cree que irán a más. El pesimismo sigue instalado solo en algo menos del 20% de los casos, que son las firmas que entienden que sus ventas mermarán en el futuro próximo. «En coherencia con lo anterior», señala el trabajo, el 28,1% de las empresas considera que la actividad en general irá a mejor, mientras casi el 51% da por hecho que el horizonte no se moverá y apenas un 21% se entrega a la tercera opción, la del empeoramiento.

El documento también repasa las sensaciones que las empresas tienen respecto a los pedidos, aspecto esencial para la confianza. Y la foto no puede salir mejor. De hecho, la mitad de las empresas cree que su cartera (que en general hoy en Euskadi está siendo muy buena en la industria) se mantendrá estable, mientras un 30% considera que crecerá aún más. El 19,2% (que más o menos coincide con esa parte del empresariado que lo ve un poco más negro en general) piensa, por contra, que sus clientes no contarán con ellas en los próximos meses.

Cuando la pregunta se refiere al comportamiento esperado en el apartado de los precios (un ámbito en el que empiezan a surgir dudas en el entorno internacional pues parece que la economía, sobre todo en Europa, se está 'calentando'), las empresas vascas se decantan casi en un 70% por la estabilidad, repartiéndose el 30% restante por igual entre los que creen que los precios bajarán y los que descuestan ya cierta inflación.

El análisis de la rentabilidad ofrece porcentajes (ergo, sensaciones) algo diferentes de cara a ese tercer trimestre. Así, mientras el 60% de las respuestas aboga por una cierta 'calma', en términos de mantenimiento, son más los que creen que el retorno será inferior al actual (costará más obtener la misma ganancia) que los que opinan lo contrario; en concreto, un 26% frente a un 13%.

La inversión, esencial para afianzar la recuperación, se reparte de la siguiente forma: el 66% cree que se mantendrá, el 19,8% piensa que mejorará el restante 13,6%, que empeorará. Visto en conjunto, las respuestas ligadas a la recuperación de la actividad y las nuevas apuestas son claramente mayoritarias.

También el apartado referido al empleo permite hablar de optimismo y buenas perspectivas. Y es que junto a un 78% de las empresas que considera que habrá estabilidad laboral en su seno, casi un 14% entiende que mejorará, frente a apenas un 7,4% que entiende que irá a peor. En este sentido, es lógico pensar que el alargamiento del sistema de protección de los ERTE ofrece cierta tranquilidad.

En esta ocasión, los técnicos del Servicio de Estudios de Laboral Kutxa, capitaneado por Joseba Madariaga, han ampliado la encuesta para repasar con las empresas el comportamiento de las exportaciones (vitales para la economía vasca) en el último año, que es como decir durante la pandemia. Pues bien, el 37,2% de las empresas revela que sus ventas al exterior se han mantenido inalteradas respecto a 2019, que hay que recordar fue un muy buen año. Otro 36% (que no es un porcentaje menor) confiesa que esas exportaciones crecieron, mientras el 26% restante tuvo que conformarse con unas menores ventas fuera de España.

Donde la encuesta ya no ofrece tanto 'brillo' es en el apartado de las inversiones en I+D o innovación desarrolladas a lo largo de ese año marcado por el Coronavirus. Casi la mitad de las empresas (un 49,7%) reconoce que no dedicó nada, ni un euro, de sus ventas a este apartado. El 26% sí hizo algo, pero muy poco, pues reservó para ese capítulo un 1% e la facturación como mucho. El 18% del tejido dedicó menos de un 5%; el 3,8%, menos de un 10% y solo otro 3,8% empleó más de un 10% de su facturación en este capítulo. Conclusión: el virus también infectó la inversión en I+D en Euskadi.

La encuesta concluye con dos apartados como son el periodo de cobro a clientes (que en su inmensa mayoría -78%- se mantuvo inalterado, mientras empeoraba en el 20% de los casos), y la financiación bancaria que, como es lógico, al calor de los programas de avales dispuestos por el ICO y Elkargi, no supuso demasiados problemas, pues solo empeoró el año pasado para un de cada diez empresas consultadas.