Sabadell reactiva el poder del dividendo como arma de defensa frente a opas hostiles
Al igual que en el caso de BBVA, la lucha por el control de Endesa o de Arcelor derivó en pagos récord para el accionista
Si de algo puede presumir la Bolsa española es del mimo al que ha acostumbrado a los inversores, con unas cotizadas que desde hace años ... lideran la generosidad en Europa a la hora de establecer sus políticas de retribución a los accionistas. Es decir, a la hora de repartir sus beneficios entre sus socios.
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El Ibex-35 es, de hecho, uno de los mercados con mayor rentabilidad por dividendo (ratio que mide el dividendo por acción anual y el precio pagado por esa acción), con empresas que superan incluso el umbral del 6%. Sin embargo, este tipo de pagos -ya sea en 'cash' o en recompras de acciones- no solo está relacionado con la responsabilidad corporativa. En los últimos años también se ha consolidado como el mejor arma de defensa frente a movimientos empresariales agresivos o incluso hostiles por parte de los rivales, como acaba de suceder en la opa de BBVA sobre Banco Sabadell.
Ambas entidades han aprovechado el tirón de sus resultados en los últimos años para anunciar sucesivas mejoras de la remuneración a sus accionistas. Pero la catalana ha ido un paso más allá con un megadividendo que se cuela entre los más generosos de la historia del parqué nacional, gracias a la venta de su filial británica TSB.
En total, 0,5 euros por acción equivalentes a 2.500 millones de euros que han elevado el pago comprometido por el banco entre 2024 y 2025 a 3.800 millones de euros. Una cifra que implica un 60% más respecto a los 2.400 millones de euros que el banco preveía repartir entre sus inversores antes de la opa. Y un 24% de la cotización de la entidad, que asciende a 15.780 millones de euros.
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El mensaje del Sabadell es claro: una vez superadas todas las autorizaciones pertinentes -incluidas las del BCE, Competencia y el Gobierno- Sabadell busca la fórmula para demostrar a sus accionistas que su capacidad de retribución es mayor en solitario que la que puede ofrecer BBVA. Y es que aunque ese pago no afectará a la ecuación de canje propuesta por el banco vasco (ya que solo se ajustan los pagos realiza dos durante la vigencia de la opa, y este dividendo se pagaría en marzo o abril de 2026), sí puede disuadir a los accionistas de aceptar la opa porque solo cobrarán del nuevo dividendo aquellos que mantengan los títulos del Sabadell cuando se cierre la venta de TSB en 2026. Si acuden a la opa, el dividendo se diluirá al tener que repartirse entre más inversores de BBVA.
Presión para el rival
El mercado descuenta desde hace tiempo que la entidad vasca tendrá que mejorar su oferta si quiere cerrarla con éxito. Una sensación que estos días se ha reflejado con especial intensidad en la evolución en Bolsa de ambas compañías, situando la prima negativa de la oferta tras el macrodividendo anunciado por la catalana por encima del 12%. Es decir, vender acciones del Sabadell en el mercado es ahora más rentable que acudir a la oferta tal y como está planteada.
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El movimiento del Sabadell recuerda a otros momentos en los que la retribución al accionista fue clave para determinar, en un sentido y en otro, grandes operaciones empresariales en España. Quizá el más recordado, porque supuso un récord que aún nadie ha logrado batir, es el caso de Endesa, con el reparto de 14.600 millones en dos pagos en 2014 tras la venta por parte de Enel de su negocio americano. Unos años antes, la compañía también realizó un pago récord ligado a la compra del 25% que Acciona mantenía en la empresa, tras una larga guerra por el control de la energética.
El mercado también vivió en 2006 una experiencia similar cuando, la siderúrgica Arcelor -tras un beneficio neto de 3.846 millones el año anterior- anunció el pago de un dividendo ordinario de 1,2 euros por acción. La cifra implicaba en aquel momento un 85% más de lo pagado el ejercicio anterior. Y, aunque desde el grupo se empeñaron en desligar ese abono de la oferta hostil lanzada por Mittal Steel -rechazada por el consejo de Arcelor y por el Gobierno entonces de José Luis Rodríguez Zapatero-, lo cierto es que ambas coincidieron en el tiempo. Ante el uso del dividendo para retener a sus accionistas, a Mittal no le quedó otro remedio que mejorar su oferta, hasta los 25.800 millones, para después volver a elevarla hasta los 28.300 millones por los que finalmente tomó el control de la compañía española.
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