«Me he hecho autónoma para sustituir a la ama y vender lo sembrado»
El mercado de Ordizia mostraba un aspecto desangelado con las bajas por las inspecciones, y clientes y vendedores pedían flexibilidad «para quien sigue en el campo»
«¡Qué vacío está, qué pena!». Este lamento era una de las frases que más se oía ayer en la feria de Ordizia. A los ... dos puestos que estaban de vacaciones se unía el vacío de los que han tenido que dejarlo tras las inspecciones del Ministerio de Trabajo por no poder compatibilizar el cobro de su pensión con la venta. Ayer faltaban cuatro de los habituales, todos baserritarras que vendían sus productos de la huerta. Dos de ellas, lo han dejado definitivamente y otros dos se están pensando si regularizar su situación y volver. Jaione Irazusta Jauregi estaba en el puesto de su ama, María Aranzazu, a la que ha cogido el relevo tras las «fuertes» inspecciones. «Son muchos años y me he puesto de autónoma y dado de alta en Actividades Económicas mientras sacamos lo que tenemos ya sembrado», explicaba ayer.
Su familia es una de las veteranas de la feria y les da pena tener que dejarlo de esta manera. Por ahora, «vivimos día a día, ya veremos si la salud y demás nos acompaña para poder seguir». Indica que les hubiera gustado poder legalizar la situación de su madre para que hubiera podido seguir vendiendo, ya que entienden que «cobrar la renta sí, pero también hay que aportar algo de nuestra parte» a la Seguridad Social. De momento, la hija continuará los miércoles en la feria al menos este año, y los sábados en Tolosa, y luego harán balance para decidir si seguir. «Tengo otros quehaceres» y no es solo el acudir a la feria, «hay que trabajar la huerta y preparar todo».
Irazusta admite que la generación de su madre ha trabajado «suficiente», y es hora de que «descanse, lo merecen», aunque la mujer va a echar en falta el contacto con los clientes y ayudar a mantener una actividad tradicional. «El hecho de venir aquí al mercado y tener contactos sociales les ayuda un montón», añadía Susanne Klemm desde su puesto de dulces de la cooperativa Aztigoxo. Ella no han tenido ningún problema legal, pero opina que debería haber alguna normativa con la que los productores jubilados pudieran continuar vendiendo en la feria para completar la pensión. «Hay que darles una ayuda para que lo puedan legalizar, pero meterles una multa no me parece adecuado. Seguramente tendrán una pensión baja, los que han vivido toda la vida del campo son bajas».
«Me parece muy injusto»
De la misma opinión era Gema, que había ido con sus alumnos a visitar la feria. Los niños y niñas estuvieron comprando en diferentes puestos y aunque no conocía de primera mano la situación de Ordizia, sí sabía que algo parecido había sucedido en Tolosa, feria de la que es habitual y en la que ya nota la falta de puestos. «Me parece muy injusto, los que han venido durante tantos años creo que tienen el derecho a venir. Ya trabajan suficiente, son muchas horas y para ganar... creo que no ganan. Esta no es una forma de ayudar a las ferias».
Otros clientes comentaban que en Tolosa ya son diez los productores que han tenido que dejar sus puestos. «El otro día fue una chica a por lechugas y le dijeron 'no, lechugas no vas a encontrar' y debió protestar que «'¡pues vaya feria han puesto entonces'». «Están quitando las ganas de trabajar al que quiere», critica. Desde Ordiziako Azoka aclaran que los productores pagan una tasa por colocar sus puestos y que a todos se les pide documentación, pero admiten que en el caso de los más veteranos son más flexibles en este sentido, aunque todos tienen en regla la documentación de la explotación agraria.
En este caso los afectados por la inspección fueron los que llevaban varios años jubilados. «Hoy en día existe la opción de jubilarse con parte de la pensión para poder seguir trabajando, pero no les han dado opción a ello», aclaraba una clienta habitual, que mencionaba que algunos de los afectados les han impuesto multas económicas. Muchos de los productores que van a la feria de Ordizia también van a Tolosa. A Simon, por ejemplo, fue en la villa papelera donde le visitaron los inspectores. «No tenemos problemas, porque tenemos todo en regla, pero es una pena», comentaba en su puesto de manzanas de Errezil. «Si ya antes éramos pocos... es una situación muy triste».
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