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El movimiento paralímpico es más joven que el movimiento olímpico y podemos decir que tenemos la ventaja de que la igualdad entre hombres y mujeres ... ha nacido de forma natural. Sin embargo, sí he notado muchísima diferencia por tener discapacidad. Recuerdo que cuando me quedé embarazada me lo consideraron como una baja por lesión y no como una baja por maternidad. Eran tiempos en los que el Plan ADO paralímpico era todavía muy joven y se podría decir que era una situación nueva para todos, también para los dirigentes.
Afortunadamente las cosas han cambiado porque muchas mujeres hemos peleado. Entre otras cosas porque los medios y las redes sociales han permitido que nuestras inquietudes hayan llegado a más gente. A mi juicio, se tiene que incidir en la adolescencia, que es donde hemos comprobado hay más abandono de la práctica deportiva. Me explico. He hablado con muchas familias y muchas me dicen que cuando sus hijos e hijas tienen que elegir entre seguir o no por el deporte, ya no solamente por los estudios sino por la vida social, muchas veces las niñas abandonan más que los niños. Me encantaría dar una razón, pero no lo sé. Supongo que probablemente es la sociedad en general porque tradicionalmente las madres han practicado menos deporte que los padres. Está (mal) interiorizado que el padre se vaya con la bici los domingos y la madre se quede en casa. Son clichés, situaciones, que cuesta cambiar. Ahí es donde hay que incidir, en la adolescencia. Hacerles ver que se puede y merece la pena.
Siempre me ha llamado la atención cuando doy conferencias, incluso en empresas en las que se fomenta que la mujer llegue a puestos directivos, que una de las preguntas más comunes sea cómo he hecho para conciliar la vida familiar y la vida personal. La manera de hacerlo ha sido, primero, teniéndolo todo bien organizado con los calendarios, asumiendo que no todo es cosa mía, sino que es cosa de toda la familia, la responsabilidad es compartida. El éxito es compartido y el sacrificio es compartido. Y eso supone que entre todos habrá que casar mis competiciones, los exámenes de mi hijo y el trabajo de mi marido. Nos sentamos todos a principio de temporada, valoramos y decidimos. Por eso mi apuesta es generar responsabilidad de manera compartida.
Así que cuando alguna deportista me pregunta si es compatible estar en la élite y ser madre no dudo. Por supuesto. Yo querría estar con mi hijo todos los días de mi vida, si pudiera me lo llevaría conmigo pegado, pero no puedo por mis calendarios deportivos, y además, creo que la mejor manera de enseñarle que tiene derecho a soñar y que cuando quiera ir a por algo, tenga derecho a intentarlo, es ver a su madre luchando por medallas, entrenando y sacrificándose a diario. Mi éxito será también el suyo. Él está orgullosa de mí y yo de él.
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