Iñaki Artola

Secciones
Servicios
Destacamos
Iñaki Artola
La llegada de Nora la semana pasada le ha restado alguna que otra hora de sueño pero ni gramo de la ilusión con la que ... afronta su primera final del Manomanista, la que le enfrentará a Jokin Altuna, defensor del título, el domingo 1 de junio por la tarde en el Bizkaia de Bilbao.
– Larrazabal falló el último pelotazo de la semifinal en el ancho. Usted ya era finalista. ¿Qué le vino a la cabeza?
– Fue un momento raro. Di un pelotazo tan extraño que botó mal, le entró a Iker al cuerpo y me quedé mirando al juez para comprobar si mandaba repetir el tanto o subía al marcador. Una vez visto que era el 22, sentí felicidad. Me vino a la cabeza un poco la película de mi vida deportiva: el trabajo hecho, los lugares donde me he entrenado, el frontón de Orendain, el de mi pueblo, Alegia, todas las horas que he metido en la cancha, entrenamientos específicos para el mano a mano con mi hermano... Sientes que aquellos ensayos de hace cinco años valían y han dado fruto.
– Un por fin estoy en la final.
– Bueno... Antes sí tenía un punto de obsesión por llegar a una final y conseguir el título. He trabajado ese aspecto y he aprendido a relativizar. Esta semana un amigo me ha mandado el recorte de una entrevista anterior a mi debut en la que declaraba que mi sueño era ganar la txapela del Manomanista. El sueño continúa vigente, pero en la actualidad valoro más estar en la pelea, meterme por quinta vez en semifinales, entre los tres mejores de un campeonato oficial. La final es como la guinda a la trayectoria.
– Su preparador, Axier Arteaga, defiende el discurso de que lo importante es el camino.
– Así es. La cuestión es que me lo creo totalmente. Hacer ese discurso es fácil. Muchas veces se dice sin que te lo creas del todo. Luego, hay que interiorizarlo. Por ejemplo, tengo claro que ganar la final no me cambiaría la vida. He pasado por ahí en la final del Parejas. Cuando me he quedado fuera del Campeonato, he ido a entrenarme al día siguiente como cualquier otro. Ayudado por Axier, soy consciente de que habrá semanas de tres partidos importantes y periodos de tres semanas sin jugar, lo cual no va a mermar ni mi ilusión ni el friquismo de analizar qué he hecho bien y qué mal sobre la cancha.
– ¿Observa un cambio en esa cuestión entre el Iñaki de hace cuatro años y el presente?
– Sí. En realidad, todos somos diferentes. He escuchado a Irujo y a más gente que al principio jugaban sin presión y que al final de su carrera les costaba dormir antes de los grandes compromisos. Cada uno es un mundo. Antes de enfrentarme a Larrazabal comenté que igual tenía a mi favor la experiencia. Aprendes con los años. Conoces mejor tu cuerpo, mentalmente sabes cuándo estás concentrado y cuándo no, relativizas las cosas, lo que te ayuda a estar más tranquilo, más enfocado... Maduras.
– ¿Ganar o perder da lo mismo?
– Durante mi carrera he sentido que a veces no expresaba bien lo que sentía. Se me ha achacado como que no me importaba perder al verme abrazar al contrario después de una derrota o alegrarme por el triunfo de otro. Eso no significa que me dé igual perder o ganar. Al revés, quienes me conocen saben que gente cercana me ha recomendado olvidarme de los campeonatos de Primera y centrarme en los estudios u otras cuestiones porque eso me ayudaría a vivir mejor. No he seguido esos consejos. Nunca me he bajado del burro. He sido muy, muy terco. Quería terminar mi carrera como pelotari después de intentarlo al cien por cien. Y así está siendo. Ganar la txapela es mi sueño. He aprendido que marcarse objetivos es imprescindible para que no te falte motivación. Pero al mismo tiempo existe el reto de mejorar día a día y dar lo mejor de ti... para lograr el objetivo. Sin obesionarte.
– ¿Valora más la final o llevar meses sin lesionarse?
– También. Van juntos. La continuidad me ha permitido jugar más o menos bien. Me ha perjudicado parar, lo cual acarrea dudas y perder la confianza. Axier y yo hemos hablado con frecuencia de ellos. También hemos metido la pata más de una vez. Ahora estamos dando más importancia y centralidad a la continuidad que a buscar un punto de forma óptimo para un momento dado. Eso me da el rendimiento.
– Habla de terquedad. Alguna vez se quedó fuera de los delanteros titulares del Campeonato de Parejas o incluso le convocaron de suplente en el de Segunda. ¿Ser testarudo es más difícil en esas situaciones adversas?
– En mi entorno dicen que soy terco y será verdad. No sé si para la vida personal, pero sí para la pelota. Me ha costado a veces tener amplitud de mente suficiente para escuchar a la gente que sabe y quiere enseñarte: técnicos, entrenadores, fisios... Eso es lo negativo. La parte positiva de la misma moneda es que nunca me he salido de mi carril. Cuando no me han puesto de titular, he respondido con la pasión y el orgullo de que si no es este año, lo conseguiré al siguiente. Al final, ser constante sirve.
– Piensa mucho las cosas.
– Demasiado. Pensar mucho es fácil, lo difícil es pensar bien. En eso estamos. Es mi manera de ser. Veo la complejidad y me gusta profundizar. Desde ese punto de vista soy complicado para entrenadores y fisios. Para poner algo en práctica tengo que estudiar, aprender, leer... Me vuelco en la pelota.
– ¿Qué tiene distinto el Manomanista a otros campeonatos?
– Exige ser más completo. Cuando empecé en este torneo en 2015, poseía pegada pero no tanta defensa de aire. Eso me impedía competir como quería. A otros pelotaris les sucede al revés. Son muy fuertes por arriba y no tanto en las posturas de abajo, lo que les impide brillar más. El buen manomanista es el más completo de los pelotaris. En el Cuatro y Medio o en el Parejas puedes disimular que estás mal de manos u otro problema. Mano a mano en toda la cancha, si el contrario está mejor que tú se nota un montón.
– La soledad del manomanista.
– En cuanto a la presión, jugar el Campeonato de Parejas tiene su aquel. En ocasiones tu zaguero se juega incluso el contrato y tú mismo llevas esa carga. Cuando pierdes, además de la pena propia, sientes que no has ayudado al compañero. Voy a poner un ejemplo. Tenía 20 años cuando jugué el Parejas con un Albisu en lo mejor de su carrera, siendo el mejor en su posición. No poder contribuir a que ganara una txapela es mayor carga que jugar solo el Manomanista, donde tú mismo te comes las consecuencias de lo que haces, y punto final.
– ¿Nota diferencia en lo que supone el Manomanista para el entorno?
– No. Hoy en día la repercusión de los tres campeonatos oficiales es similar. Incluso me atrevo a decir que el Campeonato de Parejas es muy especial porque al ser largo la gente se engancha más. El Manomanista ha llevado menos espectadores al frontón. Ahora bien, para el entorno muy pelotazale, al que pertenezco yo, es la modalidad reina. Siempre me lo he tomado como el torneo más importante de todos.
– ¿Esta edición es en la que mejor ha jugado en su trayectoria dentro del Manomanista?
– Es difícil responder. El año que me clasifiqué para la final, 2021, estaba muy bien. También el año pasado. Pinché en la semifinal. Soy autocrítico con aquel partido porque no manejé bien los nervios. No supe afrontarlo. He tenido alguna edición en la que me he sentido mejor de juego y de pegada que en este. En la semifinal, por ejemplo, no me encontraba tan bien en ese aspecto pero me salieron las cosas, como en las dejadas que tiré.
– ¿Entiende que el cambio en la manera de jugar mano a mano ha podido perjudicar sus resultados en esta modalidad?
– La manera de jugar no ha cambiado tanto desde mis inicios. Cuando llegué a profesional ya estaba instalada esta manera. En cuartos de final de 2016 perdí contra Bengoetxea VI, el pelotari que ha llevado al límite ese modo de jugar, más todavía que todos nosotros. ¿Qué habría hecho yo hace veinte años? ¿Y qué habría hecho Zabaleta? Nunca lo sabremos. Todos los delanteros estamos en la pomada. Y en las escuelas de pelota veo que los niños van más lejos aún. Nosotros somos pelotaris modernos pero hemos visto la transición, aunque fuera de críos. El entrenador te decía quédate a bote o dale atrás. Yo les insisto en 'pegar atrás, sí, pero aprended la volea, el gancho y cuatro posturas porque no vais a rendir sin eso'.
– ¿Es posible jugar más rápido?
– Quién sabe... Este año ya hemos visto cosas distintas. Se juega mucho a los pies, algo que Jokin emplea más que nadie. La botivolea de Larrazabal... En los entrenamientos le dicen que le pegue de abajo si puede. Y mira. Siempre hay alguien que cambia.
– También hemos visto restar más saques a bote desde atrás.
– Producto de que han adelantado la falta del siete al seis y medio medio cuadro. Un acierto, en mi opinión. Se había instalado la opinión de que estabas vendido si te quedabas atrás. Ahora es una opción válida.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.