Aimar Olaizola: «De niño pasaba tres horas diarias en el frontón, ahora van tres días a la semana»
Pelotari ·
«Me va a quedar un recuerdo de las despedidas más bonito incluso que el de las txapelas», confiesa ante su adiós definitivo del sábado en GoizuetaGoizueta
Jueves, 11 de noviembre 2021, 06:41
Se va un grande, uno de los más grandes. Aimar Olaizola pone punto final a una carrera extensa de veintitrés años como profesional y pródiga ... en victorias, a cientos, y títulos, quince si sumamos a los de Primera el Manomanista de Segunda. Juega su último partido el sábado, el día que cumple 42 años, en Goizueta, donde cierra su círculo como pelotari.
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–¿Por qué es pelotari?
–Se nace pelotari. Y luego, por supuesto, es importante dedicarle tiempo. De niño pasaba dos o tres horas diarias en el frontón. Ahora van tres días a la semana a los entrenamientos. La diferencia es notable. Los chavales de antes nos reuníamos en en frontón para jugar, Una vez subes de nivel, claro, hacen falta cualidades. Pero la base es la otra.
«Si no hago series de 30 o 50 ganchos y cortadas de zurda al final del entrenamiento, no regreso contento a casa»
–¿Cómo se le daban los estudios a Aimar?
–Normal. No era ni bueno, ni malo. Podía haberlo hecho mejor de como lo hice. Pero cuando había que sacar las asignaturas, dedicaba más tiempo a los libros y aprobaba.
–¿En qué pelotari se fijaba más durante su niñez?
–A los que más veíamos eran Retegi II y Galarza III. Más adelante llegó Titín y cuando alcancé los 15 o 16 años mis referencias fueron Eugi y Beloki.
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–Debutó como profesional a los 18 años. ¿Quién le llamó para fichar por Aspe?
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–Mi hermano Asier ya pertenecía a la plantilla y, si la memoria no me falla, fue Javier Salaverri, el padre de Rubén, mi actual compañero en Baiko, quien se puso en contacto conmigo. El que llamaba a casa para decirme dónde y con quién iba a jugar era Javier Iturza. La mayoría de las veces cogía el teléfono mi madre. Entonces no tenía móvil. Al frente de Aspe también estaban Muntión, Iribarren y creo que Dani, el padre del pelotari aficionado Fernández.
–¿Cómo era aquel Olaizola II?
–Si repasas los vídeos de mis primeros partidos, te das cuenta de que poseía posturas naturales para jugar sobre todo a bote. Fui trabajando, mejorando y adaptando mi estilo.
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–¿Cuántos ganchos consecutivos ha llegado a ensayar en un entrenamiento?
–Durante veinte años he mantenido la costumbre de quedarme solo en el frontón después de los partidillos de entrenamiento para ejecutar sobre todo dos tipos de jugada: el gancho y la cortada de zurda. Pego 30 o 50 en cada serie. Si no hago eso, no regreso contento a casa.
–Me da la impresión de que ha ido centrando el lugar desde el que saca. ¿Por qué?
–No tengo esa sensación. Nunca he sido un buen sacador. Ahora bien, a los compañeros les insisto en la importancia del saque y les animo a mejorarlo para obtener el mayor provecho posible. Yo creo que varío mi saque en función del frontón. En algunos tengo pillado a qué losa del frontis mandar la pelota para dirigirla a donde quiero.
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–¿Hoy en día se juega mejor o más rápido que cuando empezó en el profesionalismo?
–No me gustan las comparaciones. Más rápido, seguro que sí. No diría que mejor. Antes de llegar nuestra generación se jugaba muy bien a pelota y ahora que lo dejamos nosotros sucede lo mismo. Se dan muchas vueltas al tema del material y a su influencia, pero estoy convencido de que lo que más ha cambiado y evolucionado es la manera de jugar. Buscamos entrar de aire más que antes, a veces en exceso. Suelo comentar en el vestuario que no está prohibido ponerse a bote seis veces seguidas, que el reglamento no lo impide. Se puede hacer. Nosotros antes le dábamos veinte o treinta consecutivas sin ningún problema. Ahora también existe esa opción.
–¿Ha tenido preparador físico particular a lo largo de su carrera?
–Solo los de la empresa. Cuando empecé en Aspe estaba Javi Pérez. Posteriormente, en Asegarce y en Baiko he trabajado con Luis Goñi y Etor Mendia. Aparte de eso he seguido con mis hábitos y mis costumbres. Siempre he sido algo especial desde ese punto de vista. La experiencia de los años también me ha servido. No, no he tenido ningún preparador personal.
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–Salvo al inicio de su carrera, apenas ha sufrido males de manos.
–Muy pocos, sobre todo los últimos años. En veintitrés temporadas de carrera no habré dejado de jugar ni diez partidos por culpa de las manos. Recuerdo una final contra Irujo a la que llegué con la mano muy justa. Por lo demás, ningún problema. Tengo las manos grandes y eso me permite manejarme mejor a la hora de hacer agujeros en los tacos para proteger puntos doloridos. Mis manos son finas, no tengo callos y eso ayuda a curarlas. Me ha tocado en alguna ocasión ir a jugar con la mano algo tocada y curarla en el transcurso del encuentro.
–¿De quién ha aprendido más en el tema del material?
–Hay dos personas importantes en mi carrera y en mis txapelas: Salva Vergara y Roberto García Ariño. Saben un montón sobre el cestaño y han sido muy profesionales durante los años que hemos coincidido en Asegarce. He aprendido mucho de ellos.
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«Fui claro con mis compañeros en la huelga y nuestra relación sigue siendo la misma; llevarnos bien es importante»
–Ha padecido tres lesiones graves en su carrera: la rotura del músculo dorsal en 2003, la del ligamento cruzado en 2010 y el desgarro en el tendón del cuádriceps, la más reciente, en 2019. ¿Qué le han enseñado?
–A la postre han resultado positivas para mi carrera. Me han aportado capacidad de trabajo y de sacrificio. En los tres casos, a las dos horas de romperme ya me había puesto a pensar en lo que debía hacer para curarme. Si las recuperaciones requerían seis horas al día entre sesiones de rehabilitación y viajes, no he escatimado ninguna. También ha sido importante estar en buenas manos. Es una suerte tener a tu lado a Iñigo Simón, el médico de la empresa, y a un traumatólogo de la categoría de Mikel Sánchez. Y para la rehabilitación he contado con Itsaso Sánchez. Ambos, ella y yo, hemos sido rigurosos y exigentes.
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–¿Y los masajes de Bixente Artola?
–Siempre le he dado importancia a la puesta a punto del cuerpo. He tomado masaje un día a la semana me doliera algo o no. Ir al masajista también es una manera de prevenir posibles lesiones.
–¿Cuándo y cómo se da cuenta de que para hacer frente a Irujo necesitaba variar algo?
–Yo diría dos cosas. Si hubiera empezado antes a modificar mi juego, habría ganado algún título más. Juan me hacía el saque-remate y yo no llegaba a tiempo. No me atrevía a cambiar. Finalmente, me di cuenta de que debía adaptarme. Tienes dudas. Hay que tener capacidad para hacerlo y demostrarlo. Reconozco que he sido mejor pelotari después de ese cambio.
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–¿Las condiciones económicas de los pelotaris jóvenes actuales son mejores o peores que cuando debutó usted en 1998?
–Parecidas. Las cantidades de mi primer contrato eran inferiores a las del que menos cobra hoy en día. También es cierto que la vida se ha encarecido estos veintitrés años.
«Estoy convencido de que es difícil hacer las cosas mejor que como se están haciendo hoy en día en Baiko»
–No secundó la huelga de pelotaris de Baiko. Ha transcurrido un año ¿Cómo ve aquel movimiento desde la perspectiva actual?
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–Si ves a tus compañeros en huelga, sientes pena. Lo importante es que cada uno tenga su opinión y respete la de los demás. Fui claro con todos ellos y no me ha afectado desde el punto de vista de la relación con mis compañeros. Sigue siendo la misma. Lo importante es que el conflicto se arregló y estamos jugando. Eso es lo bueno. Llevarnos bien es importante.
–Ha acudido numeroso público a las despedidas que le han brindado en diferentes frontones. Fue cálida la del Atano III, llena de respeto la del Astelena, animada la del Bizkaia, bulliciosa la del Labrit, cercana la del Madalensoro, musicada la del Ogueta, espontánea la del Beotibar...
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–Es verdad que han sido distintas. Me he quedado extrañado de la respuesta de los pelotazales y del cariño que me han demostrado. Ver en pie a la gente, entrar al vestuario y escuchar que continúan los aplausos... Durante mi carrera no he sido consciente de que hay tanta gente que me sigue. Desde la rueda de prensa en la que anuncié mi retirada todo ha sido bonito. Me va a quedar un recuerdo más bonito incluso que el de las txapelas.
–¿Por qué ha conseguido Baiko peores resultados que Aspe en los últimos años? ¿Qué ha fallado en su empresa?
–Aspe ha sido mejor en las últimas temporadas gracias a una hornada de jóvenes figuras, no porque en su plantilla haya quince pelotaris mejores que los de Baiko. Las txapelas se las han repartido entre Altuna III, Irribarria, Ezkurdia, Zabaleta, Rezusta, Elezkano y Jaka, que ahora está con nosotros. No diría que en una de las dos empresas se trabaja mejor o peor que en la otra. No es cuestión de acierto en los entrenamientos o en los fichajes. Estoy convencido de que es difícil hacer las cosas mejor que como se están haciendo hoy en día con la plantilla de Baiko.
–Parece más que una racha...
–También influyen las rachas. Hay mucha juventud en la plantilla de Baiko: Laso, Mariezkurrena II, Jaka, Peña II... Urrutikoetxea es muy buen pelotari, Albisu sigue entre los mejores zagueros y Artola debe dar el salto porque es un pelotari capacitado para destacar en las tres modalidades.
–El día que anunció su retirada llamó la atención que dejara dudas sobre si pasará o no a formar parte del organigrama técnico de Baiko.
–Fue por mí. Quería hacer una pausa entre la parte final de mi carrera y lo que vendrá después. Estaba nervioso por esta serie de partidos, quería centrarme en ellos y dejar de lado otras cuestiones hasta la despedida de Goizueta. Baiko ha sido y es mi familia. Me sentaré con Iñaki Burutxaga y Joserra Garai, hablaremos sobre el futuro y decidiremos.
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–¿Cómo ve el futuro de la pelota a mano profesional?
–Muy bien. Han surgido pelotaris jóvenes de mucha calidad y en la calle compruebo que existe interés por la pelota, que la gente sigue nuestro deporte. Mi principal pero es lo que he manifestado al principio, que los niños pasan menos horas en el frontón que nosotros a su edad. Pero ver a 70 niños y niñas del club local hacerme el pasillo en el último partido que jugué en Azpeitia es una excelente señal y me anima. Las escuelas de pelota tienen sus problemas, pero continúan adelante con su labor. La pelota está muy viva.
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