Ion Kamio: «Había olvidado lo que piensa y siente un jugador»

– ¿Por qué decide volver?

– Estaba haciendo triatlones y el año pasado se me hizo muy duro. Llevaba cinco años entrenando pruebas de larga distancia, pero al final, por hache o por be, estaba todo el día en el campo de hockey de Bera Bera –hoy entrena a juveniles y cadetes–. Tenía la sensación de que había dejado el hockey pero no me terminaba de ir, así que me preguntaba cómo sería retomar el hockey con los hábitos que he cogido entrenando triatlones. Quería tener una respuesta. Si no daba el paso, cada día me iba a arrepentir y cada día iba a ser más difícil porque los años pasan. Mucha gente me decía si estaba loco, pero puedo decir que no me ha arrepentido en ningún momento.

– ¿Qué le ha podido enseñar el triatlón siendo usted un deportista con larga experiencia y entrenador en primer nivel?

– La constancia. La preparación de un Ironman exige mucho sacrificio, no te permite saltarte ningún entrenamiento, y también te ayuda a conocer tus límites. En cinco años hice dos Ironman, dieciséis triatlones de media distancia, cinco de distancia olímpica, un maratón y tres medias maratones.

– ¿Qué registros tiene en Ironman?

– En el primero, en Hamburgo, me fracturé el quinto metatarsiano y pinché rueda. No sé cómo pero acabé en 10 horas y 43 minutos. En Suecia, el año pasado, me fui a las doce horas. Pasé miserias. Ahí es cuando valoras la salud y valoras poder entrenar durante un año sin lesionarte. Después de entrenar y competir en soledad me apetecía volver a un deporte colectivo y qué mejor que el hockey.

– ¿Y cómo ha sido el regreso?

– Nos hemos venido arriba, el entrenador y yo, y lo he pagado con una rotura de fibras en el isquio en la cuarta jornada. Espero volver pronto, en una semana. La previsión era hacer una preparación individual de dos meses desde el día que hice el Ironman y empezar a competir en noviembre. Mi cuerpo iba a marcar el límite porque era consciente de que el hockey hierba es un deporte muy exigente desde el punto de vista físico y lo podía pagar. Pero me vi también que jugué cuatro amistosos en pretemporada y los tres primeros de liga. En el cuarto me lesioné.

– ¿Qué es lo que más le ha costado?

– Me he sentido muy frustado por momentos porque mi cabeza quería una cosa y mi cuerpo otra distinta. No está siendo fácil. Venía de hacer quince entrenamientos a la semana y ahora hay días en los que no puedo ni correr. He confirmado que el hockey hierba castiga físicamente y que la edad tampoco perdona.

– Los resultados del Atlético están siendo positivos.

– A nivel colectivo hemos empezado de sobresaliente. Estamos arriba en la tabla. Hace una semana ganamos en el campo del Egara. Da gusto ver cómo los jóvenes cogen cada vez más peso en el equipo y ver cómo los veteranos, los que jugaron en División de Honor, asumen ese papel de liderazgo. Es cierto que el nivel medio de la liga ha podido bajar un poco porque los dos mejores equipos han ascendido a División de Honor A y han ascendido otros seis desde Primera, pero División de Honor B sigue siendo una categoría con muchísima igualdad en la que puedes pinchar con cualquiera.

– ¿Cómo le ha acogido el equipo?

– Muy bien. Me gusta el rol que tengo de unir a los viejos con los jóvenes y le estoy cogiendo gusto a ser un jugador que puede ayudar al entrenador desde dentro. No sé si algún día volveré a entrenar a un equipo de primer nivel pero volver a pensar como jugador creo que me puede ayudar en mi formación. Había olvidado lo que piensa y siente un jugador. Siempre he sido un entrenador joven con ganas de aprender y así veo también esta etapa.