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Luis Llopis.
Juegos Paralímpicos

Luis Llopis: «Iñigo es todo corazón y tenía la medalla de plata entre ceja y ceja»

Su padre, Luis Llopis, exentrenador de porteros de la Real, vibró desde Madrid con la hazaña. «Me dijo que iba a ser medalla de plata sí o sí»

B. BARRETO

San Sebastián.

Sábado, 28 de agosto 2021, 02:00

De campeón a campeón. En la casa de los Llopis se empiezan a acumular los trofeos. Habrá que hacer hueco a la medalla más preciada ... del pequeño de los Llopis. El mejor entrenador de porteros del mundo y un medallista paralímpico. El talento está en los genes.

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El trabajo y las restricciones han hecho que Luis Llopis, padre de Iñigo y actual entrenador de porteros del Real Madrid, no haya podido viajar a Tokio. «Lo he visto en Madrid con mi pareja. Vimos la primera prueba a las 4.20 de la mañana y hoy la final a las diez, hemos vibrado y empujado desde la distancia», dice orgulloso el hernaniarra. Aunque en la casa de los Llopis tenían claro que se iba a alcanzar el cielo. «Antes de saltar a la piscina me ha dicho, 'aita, voy a ser plata sí o sí'», desvela el ex de la Real, que no puede estar más orgulloso de su hijo. «Hemos hablado y estaba muy contento, después del año que hemos pasado y todo el esfuerzo que ha realizado es una alegría para todos», remarca.

Llopis explica cómo ha sido el camino hasta la plata. «El entrenamiento ha sido durísimo con el confinamiento, montamos un garaje en casa y pudo entrenar en La Concha. Se ha rehecho a todas las adversidades hasta la plata». Comenzó a enumerar las claves. «No ha salido de casa, de ahí al entrenamiento, no quería ni visitas, del fisio a casa y luego a la piscina, se ha cuidado la alimentación, el sueño y ha entrenado hasta de noche para adecuar el horario. Es totalmente merecido».

Nadie conoce mejor a un hijo que sus padres. «Iñigo es todo corazón y tenía la plata entre ceja y ceja. Ha tenido lesiones en la rodilla, en el codo, casi le amputan una pierna, tiene un brazo más corto y con dos dedos, necesita una prótesis para andar... pero ha hecho de su discapacidad un orgullo para nosotros», continúa Llopis, que remarca que su hijo «no se conforma con un ocho, él siempre va a por el nueve o el diez».

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