Dice la UEFA, esa entidad que ahora organiza la Eurocopa de fútbol, que «se considera una organización políticamente y religiosamente neutra». Así lo aseguran sus estatutos. Y así será, pero no predica con el ejemplo. Porque no hay neutralidad cuando de un lado está la defensa de los derechos y libertades de las personas y, de otro, mensajes y formas de gobernar que intentan cercenar esa libertad o esos derechos. Y en esta ocasión, la UEFA ha perdido una oportunidad de oro para poner en práctica no ya su neutralidad, sino su sensibilidad con la defensa y el respeto de los derechos y libertades de todas las personas.
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Recordemos los hechos. El pasado martes 15 de junio, durante el partido Hungría-Portugal en Budapest, un grupo de espectadores desplegaron una pancarta de contenido homófobo y otros muchos gritaron insultos del mismo corte contra el jugador Cristiano Ronaldo. Con el foco de la Eurocopa de por medio, los ataques se producen en un país, Hungría, en el que el propio Gobierno dirigido por Viktor Orban ha creado un caldo de cultivo para que se produzcan actos discriminatorios y no duda en legislar dentro de sus fronteras en contra de los derechos y libertades de las personas LGTBI. Los hechos han sido condenados desde muchos rincones del planeta como lo que son: mensajes de odio de corte homófobo que hay que erradicar del deporte y de cualquier ámbito de convivencia. La UEFA dice que lo investiga...
Entre estos mensajes de condena y de solidaridad con las personas LGTBI, destaca uno de ellos por encima de todos. La decisión del alcalde de Munich, Dieter Reiter, de decorar el estadio Alllianz Arena de Munich con la bandera arcoíris en el partido Hungría-Alemania de la Eurocopa (miércoles a las 21.00 horas), ha recibido el aplauso de todos aquellos que condenaron los ataques homófobos en el partido del martes día 15. «Queremos que sea un signo visible de solidaridad con la comunidad LGTBI de Hungría», señaló el primer edil. Eso sí, este gesto ha soliviantado al Gobierno húngaro, que ha pedido su prohibición.
Pues bien, en este asunto la UEFA ha decidido ser 'neutral'. En lugar de dar ejemplo (esta institución ha hecho bandera de la lucha contra el racismo), ha optado por ponerse de perfil y plegarse a la petición del Gobierno húngaro. Así, ha decidido apagar la bandera arcoíris el día del partido para evitar soliviantar al ejecutivo magiar. No dará su permiso para que el Allianz Arena se ilumine este miércoles en el choque Alemania-Hungría. «La UEFA es una organización políticamente y religiosamente neutra. Dado el contexto político de esta petición, la UEFA debe rechazarla (la solicitud de iluminar el estadio)», asegura la entidad en un comunicado. ¿Esto es ser neutral?
Por si fuera poco, el organismo se toma la libertad de sugerir otras fechas para iluminar el estadio con la bandera arcoiris. «Sea el 28 de junio -el Christopher Street Liberation Day (el día del 'Orgullo')- sea entre el 3 y el 9 de julio, que corresponde a la semana del Christopher Street Day en Múnich» porque acepta «comprender que la intención es asimismo enviar un mensaje para promover la diversidad y la inclusión». En fin... Se está o no se está.
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En la defensa de los derechos y libertades no hay neutralidad que valga, sino respeto, respeto y respeto. Que una persona viva en libertad su condición sexual en ningún caso supone un menoscabo ni pérdida de derechos ni libertades de cualquier otro ciudadano que tenga una opinión particular sobre la diversidad sexual. Por el contrario, que una persona no tenga derecho a vivir su identidad sexual con libertad es una discriminación de libro y un claro ataque a sus derechos y libertades.
El ayuntamiento de Múnich no se ha quedado de brazos cruzados ante una prohibición que consideran «vergonzosa». El consistorio ya ha anunciado que adornará los edificios oficiales con los colores arcoíris. «En Múnich, no dejaremos en ningún caso que nos impidan enviar una señal clara a Hungría y al mundo», declaró el alcalde. Yo hoy me siento muy muniqués.
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