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Salida neutralizada de los corredores en el Tour, el 10 de julio de 1949 por el Boulevard. Paco Marí / Fondo Marí / Kutxateka

Así llegó el Tour a Donostia por primera vez en 1949

Cuando la ronda gala empezó a hacer historia en Gipuzkoa no quedaba ningún corredor español en el pelotón. Aún así, el entusiasmo fue tal que creyeron que el paso del Tour se repetiría cada año

Mikel G. Gurpegui

San Sebastián

Viernes, 30 de junio 2023, 13:24

De la incredulidad al entusiasmo. Las fechas previas a la primera ocasión en que el Tour salió de Francia para entrar en Gipuzkoa fueron una ... montaña rusa.

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Iturrioz lo resumió así en EL DIARIO VASCO el 7 de junio de 1949: «Hace sólo dos o tres meses el proyecto parecía digno de añadir un capítulo a las 'Mil y una noches'. Se barajaban cifras que oscilaban alrededor del medio millón de pesetas. Se oponían una serie de obstáculos incalculables; se advertía de la competencia de Biarritz y Bayona, deseosas, ¡cómo no!, de que el 'Tour de France' terminara en sus respectivas localidades; se comentaban las complicaciones inherentes al paso de fronteras y al cruce de aduanas para una caravana de más de mil personas; se creía inabordable la solución del problema de su alojamiento en San Sebastián (...)».

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Lo que parecía «una fantasía irrealizable», sin embargo, «es una realidad», afirmaba el redactor deportivo, a quien la euforia y la ingenuidad le hacían imaginar que el paso del Tour por Gipuzkoa fuese a partir de entonces algo habitual. «1949 será el experimento, la confrontación de las posibilidades donostiarras», apuntaba Iturrioz, quien soñaba que, tras aquel año de prueba, «el 'Tour de France' puede ser un atractivo permanente en nuestro programa deportivo de verano».

Tras su paso, en DV se despedirían «Hasta el año que viene, M. Goddet», en alusión al director de la vuelta. Pero no coló. Aquella edición de 1949 pasaría a la historia porque sólo se repetiría en 1992, con la 'gran départ', y ahora en 2023.

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La fase guipuzcoana del Tour del 49 se situó a mitad de la prueba. De sus 21 etapas, la novena saldría de Burdeos y tendría meta en lo que entonces se conocía como el Ensanche de Amara. Y la décima etapa partiría en dirección a Pau desde el Boulevard donostiarra (en salida neutralizada hasta Ategorrieta).

«Vergonzoso» abandono

Los aficionados llenaron los arcenes del recorrido para no perderse aquella insólita imagen de la «serpiente multicolor» (la expresión ya aparecía en nuestro diario hace 84 años) fuera de Francia. Vieron en acción a ciclistas franceses, italianos, belgas, suizos, luxemburgueses y holandeses... pero a ninguno español. Los seis componentes del equipo de España ya se habían retirado.

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En el exigente Tour los abandonos eran constantes. De los 120 corredores que iniciaron el de 1949, sólo 55 regresaron a París. Se hablaba de supervivientes, como hizo DV el 9-VII-1949: «Hoy llegan a nuestra ciudad los 86 'supervivientes'».

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Claro que en aquel abandono del equipo español hubo algo más. Alfredo Delgado, presidente de la Unión Velocipédica Española, lo señaló en unas duras declaraciones que hizo a DV: «Esto ha sido francamente vergonzoso, y no tengo inconveniente en afirmar que ha sido algo premeditado». Les acusaba de haber dejado a medias la ronda gala para acudir a la Vuelta a Portugal, que les podía salir más rentable económicamente, sin saber que «precisamente aquí en San Sebastián había una prima de quince mil pesetas para el primer corredor español».

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Respecto de las primas, es curioso leer las aportaciones que hicieron distintas instituciones y empresas guipuzcoanas. Por ejemplo, el Ayuntamiento de Irun donó 2.000 pesetas «para el primer corredor que pase frente al antiguo trinquete Ramuncho» y la casa Alfa, «dos máquinas de coser, una para el primer corredor francés y otra para el primero belga a su llegada a San Sebastián».

Tregua de Bartali y Coppi

El Tour de 1949 fue el de la rivalidad entre dos astros italianos , Gino Bartali, que se había puesto el maillot amarillo el año anterior y recibiría el terrible botellazo de un espectador en la subida al Tourmalet, y Fausto Coppi, que acabaría ganando por primera vez.

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Sin embargo, ambos tuvieron un perfil bajo y entraron con el pelotón en las dos etapas guipuzcoanas. En la primera, alcanzó la meta de Amara el francés Louis Caput, quien recibió «un par de besos de la Bella Easo». En la San Sebastián-Pau se impuso Fiorenzo Magni, con lo que sucedió a Marinelli en lo alto de la general.

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Los guipuzcoanos salieron a la calle en 1949 con entusiasmo y un calor también meteorológico. Según escribieron, «los periódicos donostiarras tuvieron en Amara un éxito de venta que en las administraciones respectivas habrá causado asombro. No se pongan demasiado ufanos los administradores. No se compraban para leerlos; era para hacer gorros contra el sol. Algunas señoritas lograban modelos preciosos».

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Eran otros tiempos, como muestra que antes de la salida del Boulevard se celebrase en Santa María una misa «por los participantes en la Vuelta a Francia».

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