«Aita, no te enteras»
Mientras participaba el lunes en la retransmisión de la etapa a cargo de ETB, fui muy crítico con Tim Wellens. No compartía que pidiera permiso ... al pelotón e hiciera un esfuerzo extra para puntuar en el alto de montaña en lugar de guardar fuerzas para apoyar a Pogacar. Nada más decirlo, recibí un mensaje de WhatsApp de mi hijo Aimar: «Aita, no te enteras». Pensé que los hijos siempre están en contra de lo que dicen sus padres.
Al regresar a casa, Aimar me dijo que veía una razón clara y rotunda para ceder el maillot de la Montaña a su compañero Wellens. «Pogacar quiere obtener la victoria 100 vestido con el maillot arcoíris en lugar del blanco con puntos rojos». Desconozco si era esa la idea, pero la interpretación de mi hijo es digna del mejor director deportivo. Me ha dado una lección y queda claro que el ciclismo le gusta tanto como a mí. Luego, hay que tener capacidad para hacerlo...
Esperábamos una etapa bonita, pero no una jornada tan apasionante. Por primera vez ataca de verdad Pogacar. Aunque sufre, Vingegaard le contesta que no se va a rendir. Y vemos a un Evenepoel brillante que se consolidará como tercero en la crono de hoy, donde será importante comprobar la diferencia entre los dos grandes favoritos y quién termina por delante, el danés o el esloveno.
Destaco asimismo el trabajo de ciclistas como Wellens y Campenaerts, imprescindibles en sus equipos. Voy a contar una anécdota al respecto. Corría en Banesto cuando Abraham Olano ganó la Vuelta a España de 1998. Me tocaba tirar del pelotón desde el principio hasta el final, lo que normalmente obliga a guardar fuerzas en los últimos kilómetros de las etapas. Venía del ciclismo italiano y mantenía un punto de ambición, por lo que apuraba más de la cuenta. Eusebio Unzué me vino enfadado: «En este equipo estás para trabajar y te lo tomas con tranquilidad. Para ganar están otros». Supe cuál era mi sitio.
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