La primera vez que el Angliru fue final de etapa en la Vuelta a España fue en 1999 y yo corría con Banesto. Me tocó ... tirar del pelotón desde salida hasta el alto de la Cobertoria Después se subía el Cordal.
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Ese día nos hizo muy mal tiempo y la bajada del Cordal se convirtió en una auténtica pista de hielo provocándo muchísimas caídas. Casi todos los favoritos se fueron al suelo, pero esa vez era el día del Chava Jiménez. Mi compañero de equipo evitó las caídas y eso fue una de las causas por las que pudo lograr el triunfo en la cima de este mítico puerto en su primera llegada en la Vuelta.
Chava apareció bajo la niebla y sin saber todavía cómo superó a un Pável Tonkov, que parecía tenía ventajas suficiente para ser el ganador. Después en el hotel, cuando hablaba con el Chava y le preguntaba cómo lo hizo, guardaba silencio con una irónica sonrisa, algún secreto guardaba. Algunos decían que se aprovechó del coche y otros que no. Esa gesta forma parte de una mítica subida. Desde entonces, legendaria.
También me gustaría recordar la evolución del material que ha habido en el ciclismo a partir de aquel año que subímos el Angliru cuando los desarrollos empezaron a cambiarse. Antes rara vez teníamos un piñón superior a 25 dientes y un plato pequeño inferior a 39. El Angliru cambió los desarrollos y a partir de entonces se empezaron a desarrollar piñones superiores a 28 dientes y platos inferiores a 39.
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Almeida demostró ayer una determinación y fortaleza que yo no esperaba. Hay que aplaudir al portugués y a su equipo por su valentía y creo que llevó al límite a Vingegaard, que sufrió para aguantar el ritmo. Gran triunfo de Almeida que inscribe su nombre en la cima asturiana y que deja la carrera muy abierta, mucho mas de lo que la mayoria esperábamos. Vingegaard, pese a todo, mantiene una buena ventaja que le puede ser suficiente. Almedia ha dado un golpe para decir que no se va a rendir. Nos deparan bonitas emociones.
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