Nada de Romeo y Julieta
Todas las grandes vueltas se ven abocadas a jornadas que más que etapas son traslados. Una kilometrada sin otro sentido que llevar la carrera al ... siguiente destino –en este caso, a los pies del Zoncolan para la etapa de mañana–. Hay que cumplir con los compromisos y muchas veces no queda otra que organizar días así. Como hoy.
Y, ante esta tesitura, hay dos opciones: asumirlo con profesionalidad o inventarse una historia a medio camino entre la realidad y la fantasía, al más puro estilo Dino Buzzati. Y el Giro, naturalmente, elige la segunda opción. ¿Que hay que ir de Rávena a Verona, doscientos kilometritos de nada, llanos como la palma de la mano? No hay problema, esto es Italia.
En la salida, homenaje a Dante Alighieri, muerto hace exactamente 700 años en esta ciudad alucinante, donde hay unos mosaicos bizantinos que dejan sin sentido. Aquí yacen los restos del poeta supremo, exiliado de Florencia, y sus versos lucen en el cuello de la maglia rosa que porta Bernal... Nadie habrá leído la 'Divina Comedia', y da igual. Ya tiene épica la jornada. Pero aún queda camino hasta Verona.
Para organizar un festejo de estos, hay que tener talento. No vale cualquier cosa. Verona, ya está, Romeo y Julieta. No, eso lo hace cualquiera. Hoy, meta en Verona, donde Dante pasó siete años en el exilio. Ya hay hilo conductor. Todo el día recitando versos en la RAI mientras el pelotón vuela sin apenas nada que contar.
Pero el viaje es largo, así que no cuesta nada que la etapa pase por Bagnolo Po, junto a la impresionante Mantua. Es el pueblo de Learco Guerra, el primer ciclista que vistió la maglia rosa, en 1931, y así se celebran los 90 años de este maillot único.
Y, de esta forma, se convierte una etapa que no tiene nada en un día para la mística, la poesía, el arte, la belleza y el resto de las pasiones humanas. El Giro de Italia.
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