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El Giro de Italia saldrá desde Albania y siempre que el deporte se interna por territorios que cree nuevos se acaba topando con la historia. La carrera saldrá de la vieja Dürres, Durazzo en italiano. Que antes pasó por manos griegas (se llamó Epidamnos) y ... en el siglo XIV fue conquistada por Luis de Evreux, rey de Navarra. Es la ciudad donde se alzó por primera vez la bandera albanesa en 1912 y se puso fin al dominio otomano. Es un símbolo del nacionalismo albanés. De allí partirá la primera etapa, el 9 de mayo, por las tremendas montañas hacia la capital, Tirana. Tras la independencia, entre los diferentes elementos de la construcción nacional se organizó la Vuelta a Albania, de la que este 2025 se cumplen cien años. El primer ganador fue el ciclista local Jonuz Gjylbegu, del que apenas se sabe nada más que el nombre.
Tras la crono de Tirana, la tercera etapa se desarrollará en torno a Vlöre. La carrera de 1925 ya recaló en la ciudad, Valona en italiano. Todo el mundo habla la lengua de Dante en sus muelles. Es el punto de Albania más cercano a Italia por el canal de Otranto, donde en los 90 se produjeron aquellas imágenes impactantes de barcos repletos de refugiados que escapaban del país tras la caída del régimen de Enver Hoxha y donde reinaban los 'skafisti', los traficantes de personas que hacían el trayecto.
La influencia italiana siempre ha sido grande y Mussolini llegó a invadir el país y establer un protectorado. Hay fotos de las primeras ediciones de la Vuelta a Albania, donde guardias tocados con los clásicos gorros 'qeleshe' escoltan a los ciclistas, que lucen maillots con marcas inequívocamente italianas como Bianchi. La aventura fascista al otro lado del canal de Otranto no duró mucho pero el influjo italiano sí. La emisiones de la RAI, que se captaban perfectamente en ciudades como Vlöre, eran muy populares. El presidente albanés, Edi Rama, dio una exhibición en la presentación del Giro esta semana. «Vais a encontrar la Italia de vuestros abuelos», dijo en referencia a su país. Qué más quieren los tifosi, amantes de las viejas hazañas.
Italia sigue manteniendo sus antenas en Albania. El Gobierno de Giorgia Meloni porfía por enviar a campos en aquel país a los emigrantes africanos y asiáticos que llegan de forma ilegal a sus costas. Si en los 90 eran unos apestados, hoy los albaneses son emigrantes de primera en Italia. Hablan el idioma perfectamente y están integrados en la sociedad sin dificultad. Los emigrantes indeseables llegan de otras partes.
Las tres etapas iniciales del Giro no parecen gran cosa sobre el papel, pero las montañas de Albania son salvajes. El país es una fortaleza natural, entre las montañas y el mar Adriático, lo que ha contribuido a su secular aislamiento, y puede darse por descontado que los ciclistas encontrarán más dificultades de las que imaginan viendo los perfiles. Un terreno duro, de trabajo. En la terrazas de Vlöre –donde juega el Flamurtari, que en los años 80 estuvo a punto de eliminar una vez al Barcelona en la Copa de la UEFA– se sigue tomando rakia, el aguardiente de los Balcanes. Al otro lado del canal se ve la península de Salento, en Apulia, el tacón de la bota de Italia, donde perviven comunidades que siguen hablando griego.
Aquellos expedicionarios navarros y gascones del siglo XIV comprobaron que aquellas tierras no se pueden domesticar. El Giro, sin embargo, conquistará Albania. Los abuelos siempre reciben a los nietos con los brazos abiertos.
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