«Mi aita no me dejaba remar y me hice ciclista»
Mikel Astarloza era un niño cuando se montó en una bicicleta de competición y fue profesional durante doce años con muchas alegrías y alguna espina
TITO IRAZUSTA
Sábado, 23 de enero 2016, 10:39
Mikel Astarloza (San Pedro, 1979) dejó de ser ciclista profesional a los 33 años, después de veinticinco dedicado a un deporte que ama. Pasó al profesionalismo con el AG2R en Francia y luego fichó por el Euskaltel, en el que completó un gran trabajo. Un positivo en un control antidopaje realizado en su casa le tuvo dos años sancionado. Compitió en tres temporadas más. Corrió nueve Vueltas y cinco Tours. Ningún Giro. Estudia Magisterio y ejerce de aitatxo con una niña que nació justo cuando colgó la bicicleta. Es alegre y tiene las ideas muy claras.
Publicidad
- ¿Cómo le va la vida?
- Bien. Más tranquilo que antes de bajarme de la bicicleta como profesional.
- ¿Qué le queda de aquello?
- Pues un recuerdo muy bonito. Fueron veinticinco años de ciclista, los últimos doce como profesional, y guardo muy grato recuerdo de todos, desde que de pequeño empecé a montar en bici hasta que lo dejé. Fue un disfrutar continuo.
- Familia muy deportista y con vinculaciones directas con el ciclismo. ¿Quiso seguir los pasos de su primo Iñigo Chaurreau?
- Como casi todos los niños de aquí jugué al fútbol, a pelota... Practiqué varios deportes y quería ser remero porque la familia del aita, y sobre todo él, habían sido remeros. Pero era muy joven para empezar en el remo, según me dijo, cuando quise decidir un camino en el deporte. Por la familia de la ama teníamos muchos ciclistas, así que me enfadé con el aita y le dije que iba a coger la bici... Así me inicié en el ciclismo.
- Pero en casa siempre tendrían la esperanza de que regresara, porque la Libia tira mucho en San Pedro...
- Esa posibilidad siempre estaba abierta, pero el ciclismo me gustó mucho desde pequeño. Como se me dio bien, ése también fue un factor importante.
- Visto cómo andaba en bici, imagino que hasta el aita cedió.
- Eso es. Empecé a correr con once añitos. A lo sumo éramos una veintena en el pelotón guipuzcoano y era una forma de empezar a hacer un deporte diferente porque hasta entonces siempre había jugado a fútbol o en el frontón con mis amigos. En San Pedro no había equipo de ciclismo, así que me fui a uno de Donostia, donde me encontré a gente con la que aún guardo relación.
Publicidad
- También hizo pinitos en la pista.
- Es verdad. La pista también me gustó mucho. De una parte, me permitía entrenarme de noche, porque de la ikastola salíamos bastante tarde y se nos hacía tarde para andar de carretera. Así podía ir al velódromo, porque además las competiciones de pista también me parecían muy atractivas.
- Optó por el ciclismo y perteneció a equipos con nombre en el campo aficionado.
- Sí, pero fue una operación un tanto rara que me salió bastante mal. Estuve en Kaiku, que era el mejor equipo guipuzcoano, y desapareció. De allí me fui al Banesto, el filial del equipo de Indurain y Olano. Y también desapareció su equipo amateur... Pasé al Olarra, el trampolín hacia el Euskaltel, pero en lugar de seguir esa vía me junté con mi primo Iñigo y cogimos las maletas para ir a Francia.
Publicidad
- Subió a profesional en un destino inesperado.
- Pues sí. Entramos en el AG2R y al final fueron cinco años en aquel equipo. Estuvimos muy a gusto. Eso sí, yo siempre de la mano de Iñigo porque estar solo en un equipo extranjero es duro. Aprendimos francés rápido. No tuvimos problemas con el idioma y cogíamos el avión en Biarritz para viajar a donde hubiese que ir a correr. Es verdad que se hace duro estar fuera. Con mi primo compartí más habitaciones que con cualquier otra persona.
- ¿Chaurreau era el bueno?
- Sin duda. Era el bueno. Nos cogió en diferente etapa porque me lleva seis años. Iñigo estaba acabando su carrera deportiva y yo empezaba la mía. Cuando llegué a profesional, Iñigo venía de hacer un décimo puesto en el Tour de Francia y, por lo tanto, tenía muchos galones en el equipo.
Publicidad
- ¿Qué aprendió de él?
- Si digo que todo quizás no exagere, porque fue mi profesor. Coincidía a diario con él y gracias a su experiencia me enseñó muchísimo de cómo entrenar, de cómo mejorar y también tácticamente para moverme en las carreras... Fue un lujo compartir con él carreras como el Tour.
- Pero el ciclismo es individual. Quien da los pedales es uno mismo, no el primo...
- Eso es verdad porque el ciclismo es un deporte de equipo entre comillas. Quien da a los pedales es cada uno y, aunque se corra en equipo, llegamos a meta de uno en uno. El físico pone a todos en su sitio.
Publicidad
- Hablando del físico. ¿Es cierto que en reposo tenía 40 pulsaciones y llegaba hasta 220 en competición?
- Ahora no tengo ni lo uno ni lo otro. Es cierto que ésos eran mis números en plenitud. En mis mejores años tenía pulsaciones muy bajas por las mañanas o en reposo y poseía la facilidad de subir mucho las pulsaciones, lo que beneficia en las grandes esfuerzos.
- Trece triunfos como ciclista amateur le avalaron una nueva aventura en el ciclismo profesional, ¿Tenía la vista puesta en regresar a algún equipo de casa?
- Tuvimos varias oportunidades de volver, en concreto a Euskaltel varios años. Pero debía darse el momento bueno. Nos hicimos nuestro hueco en el AG2R y, como estábamos a gusto, aguantamos hasta que Iñigo decidió dejar el ciclismo. Me llegó el momento de cambiar de aires, no tenía sentido seguir allí solo pudiendo volver a casa. Y qué mejor que el Euskaltel...
Noticia Patrocinada
- ¿Se quedó un poco huérfano cuando se retiró su primo?
- No sólo era la competición, sino el día a día. Nos entrenábamos juntos, él vivía en Antxo y yo en San Pedro, al lado el uno del otro, lo hacíamos todo juntos y es verdad que me marcó que lo dejara.
- Ficha por el Euskaltel en 2007 y coincide con ciclistas con vitola de líderes.
- Eran corredores muy buenos. Hice noveno en ese Tour, con Haimar quinto. También estaba Samu Sánchez en el equipo. Para mí fue un paso adelante porque en Francia había hecho buenas carreras y disputé cuatro Tours. Meterme entre los diez primeros de la ronda gala me demostró que podía pelear en las grandes vueltas.
Publicidad
- También ganó una etapa en el Tour.
- Fue en los Alpes, en Bourg Saint Maurice. Un sueño hecho realidad. Yo fui un ciclista muy constante, con buenos resultados, pero gané muy pocas carreras. Era un corredor muy lento y si llegaba con algún otro ciclista tenía las de perder al sprint. Eso me perjudicaba en el palmarés. Tengo muchos puestos de honor en mi carrera, pero pocas victorias. Así que ganar una etapa, dónde y en el Tour, fue para mí lo más grande que podía imaginar. Puestos a elegir, qué mejor que Pirineos o Alpes, y gané en los Alpes, también muy arropado por nuestra gente.
- ¿La marea naranja daba alas?
- Lo vivíamos con la piel de gallina porque llegar a Pirineos, sobre todo, era empezar a ver un pasillo naranja lleno de ikurriñas. Aunque no tuvieras muchas fuerzas para subir, siempre te animaba y las sacabas de donde no tenías para ver disfrutar a tu gente.
Publicidad
- El ciclismo también le dio disgustos.
- Más de uno. Han sido muchas más cosas buenas que malas, pero en el ciclismo también hay caídas y lesiones, además de una sanción de dos años que ha sido lo más negativo de mi carrera.
- Dos años de sanción y 157.000 euros de multa.
- Yo no pagué la multa.
- Tiene que ser duro hablar de aquello, pero recuerdo el tono fuerte que utilizó en la rueda de prensa en la que negaba aquel positivo. Seis años después, ¿puede aclarar lo que sucedió?
Publicidad
- Lo que tengo claro es que si me volviera a pasar, actuaría exactamente igual que entonces. El día que di esa rueda de prensa aún no sabía lo que había pasado, pero soy muy consciente de lo que dije y lo que dije era cien por cien cierto. Yo no tenía nada que ver con aquello y a partir de ahí no se han podido aclarar muchas cosas públicamente. Soy consciente de lo que ocurrió y, desgraciadamente, fui el mayor perjudicado.
- ¿Y por qué pasó?
- Juré y perjuré que no había tomado nada, pero no lo podía demostrar. Solo tenía mi palabra y repito que ahora hubiera hecho lo mismo... Mi única manera de defenderme era con las palabras y el que estuve sancionado dos años sin poder competir fui yo. El equipo me dio después la opción de seguir tres temporadas más, pero tras un paréntesis así no pude volver al mismo nivel. Disputé una Vuelta a España y dos Tours más, pero notaba que con la inactividad de esos dos años mi nivel había bajado.
- Si está seguro de no haber tomado EPO, que es lo que señaló el análisis, no sé cómo fue su primera conversación con el médico del equipo...
- Me junté con el médico y el mánager del equipo y les pedí explicaciones, porque yo estaba seguro de que no había tomado nada y les pregunté si tenían algo que ver. Su respuesta fue que no y ante eso... Es un asunto que me ha marcado mucho y prefiero olvidarlo.
Suscríbete los 2 primeros meses gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión