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Mientras volaban sillas lanzadas por fanáticos entre los 12.000 espectadores del Dom Sportova de Zagreb, un exultante Beñardo García estaba preocupado porque quería recibir ... el trofeo de Champions en la pista y no a escondidas como decían los magnates de la EHF... y por cómo conseguiría los 30 millones que debería pagar en primas a sus jugadores por ganar la Liga y la Copa de Europa.
«Cuando firmamos esas generosas primas pensábamos que era imposible hacer el doblete», comentaba.
El 'milagro' se fraguó en la ida, en un Artaleku desbordado en el que algunos periodistas nos sentamos en la prolongación del banquillo, como suplentes con papel y bolígrafo. No cabíamos. «Hoy en día, nos hubieran clausurado el pabellón por exceso de aforo. Hicieron la vista gorda», me dijo Beñardo.
El 'milagro', sí, fue pasar del 12-12 del descanso al 30-20 final. Perunicic, Kisselev y compañía ametrallaron al portero Matosevic. Serán posiblemente los 30 minutos mejores de la historia del Bidasoa.
Pero había que ir a Croacia con dos serbios, el implacable Perunicic -que les acabaría metiendo nueve goles- y el segundo entrenador Sopalovic en plena guerra de los Balcanes con unidades de la OTAN por las calles. Un odio visceral de croatas a serbios que pude comprobar en persona en el europeo de atletismo de Split con las enormes broncas a los serbios -y eso que todavía los croatas competían como Serbia- en especial al campeón de salto de altura Dragutin Topic. La guerra estaba a punto de comenzar.
El tremendo ambiente no arredró al Bidasoa que como máximo fue perdiendo por cuatro. Allí estaba el gran Tomas Svensson, el portero cuyo fichaje se complicó porque no quería viajar en avión tras sufrir un accidente aéreo en 1991 en Estocolmo. Hasta permitió que saliera a la pista Javi Barreto, el segundo portero del equipo bidasotarra que fue campeón de España juvenil. Salió y paró dos penaltis al Bidasoa.
Todo fue posible por un enorme entrenador, Juantxo Villarreal, compañero de pupitre en Mundaiz a donde llegó desde Telleri Alde de Corazonistas de Renteria, auténtico crisol de balonmanistas.
En su primera temporada en Bidasoa, Villarreal no pudo evitar que descendiera el equipo. Pero, algo inhabitual, el club le mantuvo porque vio sus cualidades... Y Juantxo no sólo ascendió a la primera, sino que llevó al equipo a lo más grande: ligas, copas, Champions, Recopa. Un sabio del balonmano, reconocido por todo el mundo en sus 22 años al mando del Bidasoa.
'Caliente' en la pista pero objetivo en el análisis. Entonces no había televisión y cuando le llamabas para saber su opinión de un partido fuera de casa, era normal que dijera: «Ni árbitros ni nada, hemos jugado mal».
¿Y los 30 millones? En el avión de vuelta, en ambiente de celebración, el prestidigitador Beñardo consiguió que las autoridades que viajaron con el equipo se comprometieran a pagarlos.
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