María Elorza: «Parece que ahora todo debe ser industrial, yo reivindico un cine más artesanal»
Directora de 'A los libros y a las mujeres canto' ·
Su primer largometraje es el único vasco que va a competir en la sección New Directors de la 70 edición del Festival de CineDomingo, 28 de agosto 2022
'A los libros y a las mujeres canto' es la única película vasca que compite en la sección New Directors del Zinemaldia. Su directora ... es María Elorza, nacida en Vitoria y que con ocho años se trasladó con su familia a Donostia. Tras rodar numerosos cortometrajes, ahora da el salto al largometraje. «Ha sido laborioso sacar adelante el proyecto, aunque se ha conseguido por la buena voluntad de la productora Txintxua que me ha dejado hacer lo que he querido», señala.
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– 'A los libros y a las mujeres canto' es su primer largometraje y se presenta en el Zinemaldia, un certamen fundamental en su formación cinematográfica. ¿Qué sentimientos le ha provocado la selección para New Directos?
– Me hace mucha ilusión y me asusta. Es 'mi festival' y siempre lo será. En él he pasado muchas horas. Es como volver a casa y cerrar el círculo, que espero que se vuelva a abrir y cerrar muchas veces. Me ilusiona que se proyecte en el Kursaal. La película habla de transmitir la cultura de una forma popular, no en ambientes elitistas, y por eso me alegra que la primera vez que se vea sea en un festival en el que lo importante es el público. También me asusta que vaya a haber tantos espectadores de mi ciudad.
– ¿Qué se va a encontrar el espectador en 'A los libros y a las mujeres canto'?
– El retrato de cuatro mujeres a través de los libros que tienen en sus casas. Las va a ver en sus espacios íntimos. Pero más allá de eso, la película es un viaje a través de imágenes y de la literatura entendida en un sentido amplio. No solo en aquello que está recogido en los libros, sino como algo que despierta nuestra imaginación. Aparecen abejas, jardines, se visita Herculano donde se encuentra la única biblioteca de la antigüedad que ha llegado hasta hoy, hay cigarreras... Espero que el espectador se sorprenda.
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«Me alegra que la primera vez que se vea la película sea en un festival en el que lo importante es el público»
– Ha recurrido a su madre, a las amigas de su madre y a su hermana. Habla de la familia, el cine y literatura. ¿Son los temas que le interesan?
– Sí. Hablo de la memoria familiar y de la íntima, de los espacios cotidianos. Además intento vincular la literatura con el cine, para hacer una homenaje a las imágenes que me son más queridas.
– ¿Ha sido una labor de búsqueda en archivos muy intensa?
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– Enorme. El principal trabajo de esta película ha sido estructurarla. Tenía unas entrevistas que había grabado con esas mujeres, una serie de intuiciones y temas que quería abordar. Después, un montón de recuerdos cinematográficos que sugerían esas charlas. De ahí empecé a recopilar escenas de películas, desde la época muda hasta más actuales. También he incluido otras más antropológicas. En el montaje he tenido que descartar muchas.
– ¿Cómo surgió el proyecto?
– La anécdota de la que parte es cuando un día me llamó mi madre para decirme que había tenido un accidente doméstico, uno de los muchos estantes con libros que tiene en casa se le había venido encima. 'La divina comedia' se quedó partida en medio. Me dije que tenía que grabarlo. A partir de ahí empecé a hacer entrevistas con ella entre lo humorístico y lo íntimo sobre literatura y vida. Luego me aproximé a sus amigas, que también tienen una larga experiencia con los libros.
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– Hay partes que están rodadas en Cerdeña, donde su madre vivió hasta que vino a Gipuzkoa y al que regresan con frecuencia. ¿Ese ascendente tan mediterráneo ha influido en su formación?
– Por supuesto. El lado italiano me influye mucho en el interés por la antigüedad. Los italianos tienen mucho más presente el pasado. También en que tengo un sentido muy europeo, y no lo digo en el sentido político. Me siento muy europea en mi formación. Siempre tengo mucho interés por el idioma, la sonoridad, me gusta mezclar lenguas. El imaginario italiano que es muy diferente al vasco.
– 'Quebrantos', su anterior corto, ganó muchos premios. ¿Ese éxito ha facilitado el salto al largometraje?
– Probablemente, pero no desde una perspectiva personal porque las primeras imágenes de esta película las empecé a grabar en 2018, antes de haber terminado 'Quebrantos'. Pero sí nos ha dado un empujón para abrir camino. Era un corto humilde, sin grandes pretensiones, que nos ha dado muchas satisfacciones.
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– Lo codirigió con Koldo Almandoz que en 'A los libros y a las mujeres canto' ejerce de productor.
– Koldo ha tenido un papel muy importante en mi trabajo. Cuando empecé a hacer cine era una de las figuras del ámbito vasco en las que me fijaba. Codirigió conmigo 'Quebrantos', pero ya estuvo en la producción de los cortos 'Ancora Lucciole' y 'Gure hormek'. Más allá de encargase de aspectos de producción, me acompaña en todo el proceso con sugerencias, aporta muchas ideas y me ha acompañado en algunas partes del rodaje. He aprendido mucho de él y es un interlocutor.
– Con un repaso a su trayectoria, está claro que tiene un modo muy personal de entender la realización cinematográfica.
– Cuando hablo de mi trabajo utilizo mucho la palabra artesanal. Vivimos en un momento en el que parece que todo tiene que ser industrial y yo reivindico una manera de hacer cine más artesanal y pausada. En todas mis películas, en los cortos y en la que ahora presento, está y es una elección, aunque quizás en ocasiones se deba a la falta de medios, que no ha sido el caso de 'A los libros y a las mujeres canto'. Me gusta montar yo, ir poco a poco.
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«La anécdota de la que parto es cuando un día me llamó mi madre para decirme que había tenido un accidente doméstico»
– Se define como 'una pensadora de imágenes'. ¿Qué significa?
– Me siento más una pensadora de imágenes que una directora al uso. No soy una realizadora tipo directora de orquesta que dirige un equipo de quince personas o más. Tengo la sensación de que mi trabajo se desarrolla más en la imaginación que en dirigir en el sentido material. El núcleo de lo que hago está en el pensamiento más que en un guion.
– Trabajó durante cinco años en Tabakalera. ¿Ha sido una escuela para usted?
– En parte sí. Hay una relación de amor y odio, porque también pasé horas amargas. Aprendí mucho. Recuerdo con mucho cariño el contacto con las cigarreras, que entonces todavía seguían teniendo un grupo de trabajo. En la película les rindo un pequeño homenaje. Me interesan mucho todas las cosas que tienen que ver con la memoria y en este caso con el pasado obrero del edificio.
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El viaje a París en 2º de Bachillerato que cambió su vocación
Durante años, María Elorza tenía claro que lo suyo era la arquitectura. Cuando estudiaba 2º de Bachillerato viajó a París a casa de una amiga que la llevó a la sala de cine La Pagode a ver 'Persona' de Ingmar Bergman. Entonces se dio cuenta de que lo que quería era hacer cine y estudiar en una ciudad grande, así que se matriculó en Comunicación Audiovisual de la Pompeu Fabra en Barcelona. Allí coincidió con gente como Isaki Lacuesta y José Luis Guerin que impartían clases. «Hasta entonces había visto mucha ficción, pero ahí descubrí el documental». Cuando volvió a casa comenzó a grabar primero cosas pequeñas, luego formó 'Las chicas de Pasaik' con Maider Fernández. Ahora recuerda esa época como «años de mucho entusiasmo, todo me despertaba curiosidad, pero también veo lo filmado y me parece que era muy ingenuo. Recuerdo esa época con mucho cariño».
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