Jesús López y De Wiel habitan mundos paralelos

La mejor definición de 'Azor', la sibilina, fría como el acero y cegadora como la nieve negra película de Andreas Fontana, nacido en Suiza y afincado en Argentina, la proporcionó 'Sight & Sound', la revista de cine británica que todo cinéfago devora. En sus páginas, el crítico Nick James escribió, «Imaginen que Graham Greene hubiese reescrito 'Apocalypse Now', reemplazando la jungla por hoteles de superlujo, carreras de caballos, haciendas y clubes exclusivos para caballeros que apoyan y son apoyados por la Junta Militar argentina. Acaso así podrán hacerse una idea de cómo es este palpitante thriller de producción francesa, suiza y argentina».

'Azor' es una de las películas presentes en la sección 'Horizontes latinos'. Su estilo visual luce mínimal pero uno siente los turbios latidos de la conspiración golpear el celuloide como si fueran las palpitaciones de 'El corazón delator' de Poe. Cada frase pronunciada por los poderosos (banqueros, sacerdotes, razas viejas herederas de ranchos eternos) hacen estremecer mientras el espectador nota que la cámara de Fontana no funciona solo como ojo sino como escalpelo, bisturí, o daga y que el broker protagonista, ese Yvan De Wiel, puede que no sea del todo culpable. Pero sí bastante cómplice.

¿Alguna de las frases de esta tremenda pieza de cine? 'Cuando comienza el periodo de desinfección, los párasitos deben ser erradicados'. La película, que denuncia «la sutil forma de colonialismo de la banca suiza durante la dictadura argentina», fue apoyada como proyecto por el festival de Locarno y antes de llegar a la 69 la agasajaron en Berlín, Jerusalén, Londres y Zurich.

'Azor' no inauguró Horizontes Latinos, lo hizo un título que aún siendo igualmente argentino, se sitúa en sus antípodas. En sus antípodas de estilo formal, vital y de género. 'Jesús López' tiene el celuloide más sucio, polvoriento y grasiento que la obra de Fontana. De hecho, su paisaje natural son las pistas de tierra (las 'Dirt Tracks') donde se celebran carreras de coches con vehículos de serie mil veces preparados, tuneados, trucados. Su tema es la muerte. De un joven piloto. La muerte vivida por los adolescentes que compitieron y crecieron con él. La muerte, la gran señora del género fantástico. Porque 'Jesús López' de Maximiliano Schonfeld tiene ese punto. Jesús no se marchará del todo hasta correr una carrera más. La película es también el amargo adiós a los campos, a los perros, al ganado; el éxodo a la ciudad.

El cine latinoamericano, por más que (con toda razón) Maximiliano apareciera quejoso pues hasta que no es legitimado por lo festivales europeos no se le aclama en su(s) tierra(s), presenta en esta edición 69 un músculo más que interesante, gustoso y cargado de ácido. Tanto que 'Una película de policías' de Alonso Ruizpalacios, descubierto para Donostia en 2014 con 'Güeros', es una apuesta de Netflix. Una apuesta segura; con las entradas agotadas en todas las proyecciones del SSIFF, echó el cierre a la selección oficial de Berlín. De innovadora narrativa, documental salvajemente entretejido de ficción, para muchos fue lo más bestia y potente de la Berlinale 2021.

Apoya también la gigantesca plataforma de producción y distribución de contenidos audiovisuales 'Noche de fuego', primera ficción de Tatiana Huezo. De una balleza formal tristísima, mágica y brutal, filma la mirada honesta de la infancia hacia la violencia. Mientras, los adultos callan (no todos, no todas). 'Venimos a por la niña', dice una voz...