Sadam Husein cumplía años cada 28 de abril
'The President's Cake', premiada por los espectadores de la Quincena de Cannes, es también hoy favorita en Donostia
En el Grand Auditorium Lumière la película de Hasan Hadi recibió igualmente la Cámara de Oro, premio inmenso que certifica que una o un cineasta ... primerizo es fulgurante promesa, alguien de quien se puede esperar mucho, todo. Los pasos iniciales de Hasan han sido como zancadas dadas con las botas de las siete leguas pues su película fue la primera de nacionalidad iraquí seleccionada para concursar en Cannes, festival creado en 1946, y además es la obra que Iraq va a presentar a la consideración de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de Hollywood por ver que puede llegar a ser una de las finalistas al Oscar al Mejor Filme en Lengua no Inglesa.
'Mamlaket al-Qasab/The President´s Cake/ La tarta del presidente' está dirigida por Hasan Hadi que, nacido en Bagdad, es periodista, productor y profesor adjunto en la Universidad de Nueva York, Hasan incumplió todas los condiciones que según la leyenda debe acatar alguien que filma su primer largometraje. Siempre se dice que no ruedes con niños ni animales ni actores no profesionales. Y que tampoco elijas como escenario el agua. Hasan Hadi convierte en protagonistas a una chavalina, a su gallo rojo y a su amigo. También a una abuela de mucha fuerza y remango pero en el ocaso de sus días. Y nos sitúa a las orillas de un río. Tan a las orillas que hasta para ir a la escuela tienes que remar, remar en tu canoa. Incumplió todas esas reglas y alguna más. Porque situó su cuento dulciamargo, su comedia oscura, su melancólica película en el Iraq de los años 90. Ya saben, tras la invasión de Kuwait por el ejército de Sadam Husein, el pueblo iraquí comienza a sentir las consecuencias de la resolución 660 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que exigía la retirada inmediata del Golfo, implantaba sanciones y embargos y habilitaba la misión que EEUU denominaría 'Escudo del desierto'. Tiempos negros, feos, donde los soldados entraban en tu escuela cada dos por tres y te hacían manifestarte en el patio prometiendo a voz en grito que sacrificarías alma y cuerpo para proteger la vida del presidente, ese que, nacido en 1937, cumplía años cada 28 de abril.
Todo el mundo debía festejar, celebrar fecha tan magna. En los colegios los profesores proponían desafíos: tú habrás de traer las mejores frutas en honor a nuestro amado líder; tú harás un pastel relleno de crema... Ay de quien no cumpliera, ay. Poco importaba que no hubiera dinero ni para huevos ni para leche ni para harina ni para azúcar. Poco importaba –nada– que ni siquiera hubiera en el mercado ni huevos ni harina ni leche ni azúcar.
Incumplió todas las normas Hasan Hadi y se inventó otras que sí quiso cumplir. Las de rodar con poética cámara pero que también sabe mirar de frentre a la destrucción, al miedo, incluso al misterio de una sala de cine. Las de filmar sintiendo una inmensa simpatía por sus personajes y por sus pillerías. La de hacerles bordear los peligros de una ciudad llena de gentes con un solo objetivo, salir vivos de esta (y también si se puede, habiendo sido guarro con una embarazada o con una niña...). Incumplió las normas Hasan. Y lo está ganando casi todo.
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