Papeles falsos, 50.000 yens; médico, 10.000

Tiene pecado y además da pena que quien así lo sintió se haya perdido todo lo demás. Por de pronto, la singularidad (para quienes no vivimos en las costas del país del monte Fuji y la central nuclear de Fukushima) de conocer quiénes hacen los trabajos que nadie quiere en las costas de esa potencia pesquera. ¿Quiénes recogen el pescado de los barcos, quiénes lo limpian, quiénes lo meten en cajas? Pues si las conserveras españolas deslocalizan sus fábricas, las llevan a Marruecos y ponen a las mujeres del Atlas y más allá a pelar gambas y 'despelar' anttxoas, en Japón ese mal curro lo hacen inmigrantes ilegales vietnamitas. Puunto. Conseguir papeles falsos ronda los 50.000 yens y si resulta que alguien (ese novio que ahora no coge el tfo, ¡cuán habitual!) te preñó, la visita a la ginecóloga serán 100.000. Lógicamente, ni pienses en tenerlo. No, no hace falta que vayas a una abortera. Hoy, quien te contrató te da dos pastillas. Y si te duele mucho, una tercera; algo que será, fijo, un genérico de ibuprofeno o de nolotil.

Contado sobre la nieve y los hielos. Lejos del tren bala. Con una cámara atristada que no abandona a sus personajes. Con una puesta en escena bien trabajada en una oscuridad solo iluminada por estufas viejas de resistencias. Entre los miedos y algún pequeño sueño. ¿Lenta? Mucho más que eso.