Crítica de 'Sirasoles silvestres': Ese no te conviene

Julia (Anna Castillo), la protagonista de 'Girasoles silvestres', no lo parece a primera vista pero es así. A los 22 años ya tiene dos hijos y un rumbo errante. El espectador se pasaría el primer tercio de la película intentando avisarle que va a acabar mal, que está claro lo que pasará al liarse con Oscar (Oriol Pla), ese tipo al que 'le falta un hervor', se tatúa el nombre de Julia demasiado pronto, intenta hacer del padre que no sabe ser, se le nota de lejos que no tiene el menor fundamento... Pero ella no puede evitar dejarse llevar, hasta que pasa lo que iba a pasar.

'Girasoles silvestres' funciona como un tríptico, pues a la parte dedicada a la relación con Oscar seguirán, en otros dos bloques, otras de Julia con el padre de sus hijos y con un antiguo compañero, en todos los casos relaciones inestables, algo agobiantes, quizás tóxicas, con hombres inmaduros a los que la vida en pareja y la paternidad les vienen grandes.

Lejos de aquellos tiempos experimentales de 'Tiro en la cabeza', y también de juegos complejos como el de su anterior obra, 'Petra', Jaime Rosales parece volver al mundo de 'Hermosa juventud', a un naturalismo extremo para mostrar la vida de jóvenes sin demasiado futuro. El resultado tiene su interés como retrato general pero también resulta tan reiterativo, superficial y previsible como la vida misma. Tampoco ayudan a que la historia eleve el vuelo unos frecuentes cambios de tono desde el costumbrismo de buen rollo y broma cómplice hasta secuencias más dramáticas o crispadas.

'Girasoles silvestres' acaso naufragaría sin la presencia casi permanente de Anna Castillo, cuya naturalidad, en este caso aplicada como anillo al dedo al papel de una chica agobiada y sobrepasada por la vida, brilla y consigue anclar una propuesta irregular.