A inicios de los años 80, mi padre formaba parte del comité rector del Festival, junto a José Ángel Herrero Velarde (el 'Notario'), Pilar Olascoaga, ... etc., y me llevaba a las oficinas del CAT en el Victoria Eugenia. Los pósters, el trajín… todo me resultaba fascinante. A veces también iba con él a la sala de la CAM, en la calle Arrasate, a ver películas polacas, chinas o francesas. Eran los visionados de selección del comité. Yo no entendía casi nada —-eran 'para mayores'-, pero algo debió de calar en mi subconsciente. Siendo un niño me di cuenta de que el cine no solo podía ser entretenimiento, sino que también tenía una clara función política, social y reivindicativa.
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De adolescente formé parte del Jurado Joven y, además de ver las películas que nos correspondían, nos colábamos a las proyecciones de gala del Victoria Eugenia por la alfombra roja entre dantzaris y fotógrafos, en chándal, la mochila del liceo y mucho morro… Los revisores debían pensar que éramos trabajadores del festival. Ahí empecé a soñar.
Ya de joven, cuando estudiaba cine, entré como becario y trabajé durante cuatro años, junto al 'Notario' y Ana Piquín, como presentador y moderador en distintas secciones. Tras las proyecciones, cenábamos con los actores y directores. En todo ese periodo vi cientos de películas y aprendí a sentir el pulso de lo que gustaba, de lo que buscaban los distribuidores y los festivales. Fue un aprendizaje inmenso para mi carrera futura.
En 2003 estrené mi primera película como productor, junto a Julio Medem, en el Zinemaldi: 'La pelota vasca, la piel contra la piedra'. Lloré de emoción, de liberación, de orgullo. Soñaba despierto En 2009 obtuvimos nuestras primeras Conchas con Yo, también, y sentí, por primera vez, la emoción de la llamada tras la deliberación del jurado. Habíamos ganado.
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En 2013 tuve que subir por primera vez al escenario del Kursaal a recoger un premio por 'La herida', ante un auditorio lleno. Sudé, lo pasé fatal, pero fue la culminación de un sueño de vida.
Desde entonces he seguido emocionándome y sintiendo la piel de gallina con los aplausos y la bajada de las escaleras del Kursaal con 'Maixabel', 'Soy Nevenka', 'Querer', 'Handia', 'Akelarre', 'La consagración de la primavera'… Cada año es un sueño hecho realidad.
Este año, con 'Los tigres', como cuando era niño, estoy seguro de que volveré a emocionarme, volveré a soñar en el Festival.
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