Dora Salazar (artista): «Me he vuelto más comodona, ahora solo protesto con mi trabajo»
La navarra expone en la galería Arteko sus últimos trabajos, alejados de la liviandad de los anteriores pero con la misma carga reivindicativa
TERESA FLAÑO
Viernes, 10 de diciembre 2021, 06:40
En los últimos años Dora Salazar (Altsasu, 1963) sigue teniendo las mismas inquietudes que cuando comenzó a despuntar en el mundo artístico, pero reconoce que ... el tiempo le ha calmado y que se toma la vida con más relajo. Acaba de inaugurar una exposición en la galería Arteko donde muestra la deriva de su pensamiento y su trabajo.
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– Hacía mucho que no exponía en Donostia.
– Para el ritmo que llevaba antes, mucho. La última vez fue en 2017 y con una obra totalmente diferente porque eran dibujos. Durante una temporada he estado trabajando menos en el estudio, ha sido un tiempo más de reflexión y de dedicarme a otras cosas. Había producido mucho y no estaba muy motivada. Igual es que ahora hago lo normal y antes llevaba un ritmo más frenético. Además, me he dedicado a hacer algunos proyectos de calle. La vida te va llevando por caminos distintos. Antes el arte ocupaba prácticamente todos mis días y me he dado cuenta de que hay más cosas.
– ¿Qué se va a encontrar quien entre en Arteko?
– La exposición lleva por título 'Mi Colección de Arte Contemporáneo'. Son obras vinculadas al trabajo de calle que he estado haciendo desde 2011, con esculturas como la de Clara Campoamor de Donostia. Como novedad más reciente están las últimas que he hecho, son muy frágiles y muy rápidas, totémicas, con rostros de mujeres mayores, ancianitas. Los materiales son de cartón, plástico, poliespán... son piezas totalmente recicladas. Una vez concluidas me he dado cuenta de que de una forma inconsciente he rendido un pequeño homenaje a Juan Muñoz en el veinte aniversario de su muerte. Últimamente estoy fascinada con ese artista.
LA EXPOSICIÓN
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Título 'Mi Colección de Arte Contemporáneo'.
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Artista Dora Salazar.
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Lugar Galería Arteko.
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Fechas Hasta el 11 de febrero de 2022.
– Esas piezas dan la sensación de pesadez y de mucho volumen, muy diferentes a las que había realizado hasta ahora, con figuras muy livianas, utilizando telas metálicas, en las que veías el interior.
– Sí, la obra pública que he realizado últimamente, con piezas opacas, sólidas y robustas, está contagiando al resto de mis trabajos y no son transparentes como eran antes. Es un etapa diferente. Por lo general mi obra es bastante figurativa, pero si te detienes en el proceso se ve que la construcción y los materiales son muy diversos. En la exposición de Arteko hay bronces que pesan mucho, aunque son pequeños. También hay algunas de cemento como 'No hay pan para todos' que ha quedado fenomenal.
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– ¿Esos trabajos hechos en bronce son un homenaje a Giacometti?
– He hechos guiños a la historia del arte. Son versiones de trabajos míos y de artistas que me parecen fundamentales como la francesa Niki de Saint Phalle, Giacometti, Picasso...
– La distribución de las obras en Arteko parece una instalación y recuerda más a una exposición de un museo que de una galería.
– La idea de instalación es correcta. Aunque haga esculturas en principio individuales, sean más grandes o pequeñas, de pared o de suelo, están relacionadas entre ellas. Esta vez hay mucho suelo. Físicamente Arteko es una galería austera, que le sienta bien a las piezas de cemento. Las referencias a un museo tampoco están desencaminadas. Los artistas acumulamos mucha obra y gran parte nos la quedamos, nos pertenece. Hay obras mías en colecciones particulares, pero tengo una colección propia de mi trabajo que he traído aquí.
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«He rendido un pequeño homenaje a Juan Muñoz en el veinte aniversario de su muerte. Es un artista que me tiene fascinada»
REFERENCIAS
– Aunque haya cambiado la factura, los temas, sobre todo lo relacionado con el mundo femenino y sus reivindicaciones, están muy presentes. ¿Sigue siendo el eje principal de su obra?
– Rotundamente sí. Siempre. En eso no he cambiado. Con el tiempo me he vuelto más comodona y no salgo como antes a la calle, ahora solo protesto con mi trabajo. Igual me he hecho más discreta. También hay otras piezas reivindicativas más globales como la que comentaba antes de 'No hay pan para todos', con un título bien explícito de lo que quiero decir. Antes de hacer la obra ya tenía el título.
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– Ha comentado que ahora está haciendo bastante obra exterior como 'Las sirgueras' en la ría de Bilbao. En Donostia tenemos cuatro ejemplos: 'Clara Campoamor' en el Paseo de la Concha, 'La reconstructora' en la Parte Vieja, 'La lavandera' en el barrio de Loiola y 'La mujer árbol' en el Ekogune de Miramon.
– Sí, la verdad es que es una ciudad que artísticamente siempre ha tratado muy bien, aunque a 'La reconstructora' le llamen 'La pescatera'. Era un homenaje a la reconstrucción de la ciudad a través del papel que jugó la mujer... pero no hay manera de que la gente no diga que es una pescatera, es imposible cambiar.
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«Nosotras mismas tenemos que cambiar el chip y no pedir perdón todo el rato por hacer bien las cosas»
INVISIBILIZACIÓN DE LA MUJER
– Hay ciudadanos que 'intervienen' esas esculturas.
– Sí. A Clara Campoamor le suelen poner banderas republicanas, a 'La reconstructora' le pintaron un bigote de tiza, pero la más intervenida es 'La lavandera' que la visten según las fiestas: de cocinera por San Sebastián, en Carnavales, por Halloween. Está bien que los ciudadanos hagan suyas las obras.
– Una de sus piezas de la serie 'Princesas' se encuentra en la exposición de San Telmo 'Baginen, Bagara' sobre la invisibilización de la mujer en el arte. ¿Usted ha sufrido esa experiencia?
– En general hay una invisibilidad enorme. Al comienzo de mi carrera sí que tuve mucha presencia, pero creo que es más la visibilidad de la juventud, que en mi caso ha sido un poco más prolongada. Cuando eres joven y propones algo nuevo, situarse es complicado. Estamos muchos y el mundo del arte es complejo porque no se reduce solo al País Vasco, tienes que ir fuera y la internacionalización es muy difícil. Desde todas las alumnas que salen de Bellas Artes hasta las que llegan a una exposición, la criba es enorme. Además, parece que tenemos que estar dando siempre excusas por estar ahí, como si hubiéramos tenido suerte o como si nos hacen un favor. Nosotras mismas tenemos que cambiar el chip y no pedir perdón todo el rato por hacer bien las cosas.
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