Ir de vacaciones en funicular y no en Ryanair
La Agenda Portátil ·
La noche que nos escapamos al Monte Igueldo, el 'mini camino de Santiago' de Roncesvalles a Pamplona y una visita a la isla: un agosto raro y distinto en casaLlega el otoño más raro, con el peor virus de todos: la incertidumbre. Asoman las regatas y el Zinemaldi de la 'nueva normalidad' y ... Urkullu define alineación para el partido más difícil con fichajes como Jokin Bildarratz. Pero antes de asustarnos repasemos este agosto que nos quedamos en casa y que, pese a la que estaba cayendo, nos permitió ser felices a ratos. Déjenme que les cuente algunas andanzas en este sábado de transición.
1. En 'funi' y con mochila.
Hay quien va de vacaciones en tren, coche o avión. Nosotros fuimos en funicular. Hemos llevado a la práctica un viejo chiste que repetíamos en casa. Reservamos habitación en el hotel Monte Igueldo y subimos a nuestro destino en funicular, con la mochila a la espalda, como otros años nos montábamos en el Ryanair. Desde el balcón de la habitación divisaba la maravillosa postal de la bahía pero también el río misterioso. Nos bañamos en la enorme y secreta piscina del hotel, a la sombra del torreón, donde mientras nadas escuchas los gritos de la Montaña Rusa/Suiza que pasa al lado. Por la mañana, tras desayunar con vistas a La Concha, bajamos andando por la carretera del Faro. 24 horas parecieron varios días. ¿Dónde has estado de vacaciones? En Igeldo. ¿Qué tal el viaje? Cinco minutos en funicular. ¿Y el tiempo? Como en casa...
2. Ensayo general del Camino.
El año del virus permite cumplir viejos proyectos. Algún día haré el Camino de Santiago, y siempre pensé hacer un par de etapas como prueba. Por ejemplo, las dos primeras Era el momento: me escapé a Roncesvalles, hice una etapa hasta Zubiri, dormí ahí, y la jornada siguiente continué hasta Pamplona y Zizur. Qué maravilla. Casi 50 kilómetros y once horas de zapatilla entre las dos etapas. El primer día fue duro: empiezas feliz en Ronscesvalles y cruzas los pueblos maravillosos de Burguete o Espinal, pero luego llegan los altos, con el Tourmalet de Erro, y acabas con la lengua fuera. Más me sorprendió el camino hasta Pamplona, por la orilla del Arga, apacible, hermoso y finalmente urbano. Ya estoy deseando más etapas.
3. Doneztebe y la Corniche.
Eran días de andar: en un mes he recorrido literalmente cientos de kilómetros. Siguiendo las instrucciones de las Sisters and The City caminamos desde Santesteban hasta Zubieta por Ituren, en el delicioso «camino del agua». Otro día seguimos la ruta de la 'corniche' desde San Juan de Luz hasta Bidart, que continúa la senda que viene desde Hendaya. En nuestras rutinas vemos San Juan de Luz como excursión de día, pero si te quedas a dormir es como estar en la isla de Re o Bretaña. También volví este verano a la isla de Santa Clara, tan sugerente y cerrada ahora arriba por la obra de Cristina Iglesias. Ojalá el resultado merezca la pena y la isla conserve su sabor.
P.d. La terraza de Zuberoa. Un último capricho: visitar el Zuberoa, donde Hilario Arbelaitz y su equipo siguen marcando el estilo más moderno de los clásicos, el más clásico de los modernos. Su terraza es el último paraíso, una certeza en tiempo de incertidumbres. Pese a los tiempos adversos su clientela sigue fiel: ha estado lleno todo el verano. La gente que puede se aferra a lo sólido.
mezquiaga@diariovasco.com
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