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La escultura 'Tête de cheval crênelée', de Georges Braque, es una de las protagonistas de la muestra. Lobo Altuna

Miró, Chagall, Braque y Giacometti 'visitan' a Chillida en Zabalaga

La exposición 'Universo Maeght' en Chillida Leku, con 17 piezas de autores consagrados, inicia la conmemoración del centenario del artista

Carlos Rodríguez Vidondo

San Sebastián

Jueves, 30 de noviembre 2023, 14:46

Eduardo Chillida vuelve a 'reencontrarse', ahora en su casa, con viejos amigos de la Fundación Maeght con motivo del centenario de su nacimiento. El caserío ... Zabalaga de Chillida Leku abre mañana al público la exposición 'Universo Maeght', que reúne bajo un mismo techo una compilación de 17 piezas escultóricas de Georges Braque, Joan Miró, Marc Chagall y Alberto Giacometti, entre otros.

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«Esta es la historia de un momento, más que una presentación de obras de arte». Y ese instante es el que refleja el diálogo que Chillida mantuvo con algunos de los artistas que trabajaron con el marchante francés Aimé Maeght y su mujer Marguerite. Una muestra que nace de la colaboración entre la Fondation Marguerite et Aimé Maeght y la Fundación Eduardo Chillida-Pilar Belzunce, y que ya es la primera colectiva de envergadura internacional que celebra el museo del escultor en Hernani. «La historia de nuestras familias abarca más de 70 años y comienza en París cuando mi abuelo visitó a Eduardo -entonces estudiante- y le vio trabajando en una pieza de piedra. Dijo: 'Esto es un escultor'», narra Isabelle Maeght, nieta del galerista y administradora de la Fundación Maeght.

Lobo Altuna

Aquel descubrimiento del mecenas francés no solo forjó las bases del primer Chillida que hoy conocemos, sino que dio paso a una relación entre dos figuras del arte contemporáneo que continuarían luego en Saint-Paul de Vence sucesivas generaciones. «¡Cuántos veranos pasamos juntos cuando Eduardo y mi padre trabajaban en los grabados y la arcilla charmota!», dice Isabelle. A lo que Luis Chillida, uno de los hijos del escultor y presidente de su fundación, contesta: «Aimé y Marguerite fueron unos visionarios que albergaron la historia de la escultura y que sin duda ayudaron al trabajo de nuestro padre. Es una oportunidad única de poder disfrutar de esta relación familiar y de ver estas obras».

En su contexto

En la campa, Alexander Calder y su imponente vacío 'Morning cobweb' nos invitan a caminar hacia el caserío, junto a cuya puerta se ha ubicado uno de los grandes exponentes del dadaísmo: la plasticidad irregular de 'Le pépin géant' de Jean Arp. Ya en el interior de Zabalaga, las esculturas cinéticas de Calder cuelgan de las viejas vigas de madera, bajo las cuales pasea tranquilo 'El hombre que marcha II' de Alberto Giacometti, como observando su reflejo en el alabastro de Chillida.

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Se trata de la primera muestra colectiva de envergadura internacional que celebra el museo del escultor en Hernani

Sin embargo, es en el piso superior donde el patrimonio de Maeght brilla con luz propia. Tres salas recogen el conjunto escultórico que ha viajado a Hernani y que no solo «ha marcado significativamente la historia de la escultura del siglo XX», sino que también «nos ayuda a comprender la obra de Chillida en su contexto», explica Mireia Massagué, directora de Chillida Leku. Así aparecen nombres como el de Joan Miró, a quien unió una profunda amistad y quien hace apenas un año se instaló en 'casa' de Chillida durante la exposición 'Miró en Zabalaga'.

La 'Masque', el estilizado 'Projet pour un monument' y el 'Grand disque double face' del escultor catalán se entretejen con los perfiles cubistas de Georges Braque en 'Tête de cheval crênelée' y del bronce de pátina negra de 'Hymen'. Eso antes de cruzar a la sala contigua, donde nos recibe una fotografía de 1974 con toda una familia de artistas y los Maeght en el centro. La 'Daphné' de Julio González, 'Impulsion suspendue II' de Pablo Palazuelo y 'Bois et lit' de Antoni Tápies lucen junto a la única firma femenina que exhibe la muestra, la de Barbara Hepworth.

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Y tras cruzar el umbral, en las paredes de una alargada habitación cuelgan cerámicas circulares con pinturas de Marc Chagall, contrapunto perfecto a la geometría orgánica de Chillida, que se completan con fotografías de la época. «Este el espacio más íntimo, que nos descubre esos momentos que se guardaban en la colección personal de la familia», añade Massagué.

A través de las páginas

El recorrido expositivo se completará próximamente con la edición de un catálogo en cuatro idiomas con una esmerada selección de fotografías de las obras e imágenes de archivo. A ello se suma la reedición especial de 'Escritos' (La Fábrica) que incluye una biografía ilustrada, una fábula de Bernardo Atxaga y un monograma del artista.

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Con motivo de la inauguración se han reeditado los 'Escritos' de Chillida, con un epílogo de Bernardo Atxaga

El núcleo central de la conmemoración de este cien aniversario del nacimiento del escultor tendrá lugar a lo largo de 2024 y 2025 con exposiciones en el Museo San Telmo, Tabakalera, el Museo Balenciaga, el de Bellas Artes de Bilbao o el Artium en Vitoria pero, ya de cara a esta Navidad, el museo hernaniarra tiene planteadas diferentes actividades, talleres familiares y visitas guiadas en su programación.

Para los días 28 y 29 de diciembre, el museo ha organizado unas visitas dinamizadas para familias, y será en marzo de 2024 cuando Isabelle Maeght visite de nuevo Chillida Leku para ofrecer una conferencia en torno al nacimiento de la primera fundación de arte en Europa y al contenido de su inmensa colección.

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Eduardo, el 'mon petit' de Maeght durante más de 30 años

Cuando Aimé Maeght conoció a Eduardo Chillida, este era apenas un joven residente del Colegio de España en París, adonde había llegado en 1948. Dos años después el mecenas francés le animó a participar en la muestra 'Les Mains Éblouies' para acogerle luego bajo su tutela e incorporarle a su selecto espacio frecuentado por artistas, bohemios y creadores «donde hablábamos mucho para no llegar a nada», según evocó el propio Chillida. A quien fuera uno de los creadores más jóvenes impulsados por su fundación, Maeght le apodó cariñosamente 'mon petit' (mi pequeño) y así continuó haciéndolo hasta su muerte durante los más de 30 años en que impulsó internacionalmente la figura y la obra del donostiarra.

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