Karlos Arguiñano, entre receta y receta en Cocina Abierta. ANTENA 3

La divertida anécdota de Karlos Arguiñano cuando hacía de camarero

El popular chef de Beasain desveló a su audiencia de 'Cocina Abierta' una «historia muy bonita» de cuando trabajaba en el Hotel María Cristina de San Sebastián

Lunes, 12 de junio 2023, 12:06

Karlos Arguiñano no deja de sorprender. El popular chef acostumbra a acompañar sus recetas de cocina en directo con todo tipo de consejos y trucos en Cocina Abierta, espacio que presenta a diario en Antena 3 con un gran éxito de audiencia. Eso sí, entre plato y plato de cocina, el cocinero de Beasain también deja siempre margen para divertidas curiosidades y anécdotas, tanto de su infancia como de su dilatada trayectoria profesional entre los fogones.

Publicidad

Cuando Karlos Arguiñano era camarero...

Una de las más curiosas es la que el propio Karlos Arguiñano dio a conocer en su último programa. Y es que el simpático cocinero, siempre tan extrovertido y dicharachero ante las cámaras, recordó una «historia muy bonita» vivida de joven, cuando apenas tenía 20 años y se encontraba haciendo prácticas de camarero en el hotel María Cristina de San Sebastián. «En los grandes banquetes, los camareros servían todos con frac. Ya sabéis, ese traje con cola elegante. Y en cada cola del frac había acopladas unas bolsas de plástico que les habían hecho las mujeres en su casa», comenzó recordando, a la vez que elaboraba una receta de pollo guisado en salsa de manzana.

Karlos Arguiñano continuó con su curiosa explicación, de la que guardaba un especial cariño. «Los camareros iban con la bandeja, una bandeja grande, con 20 langostinos que ofrecían por las mesas. Y cuando sobraban 6-8 langostinos, en el momento de ir a la cocina para llevarlos de vuelta… suuuuupp, los volcaban en la cola del frac. A la bolsa. 8-10 langostinos», afirmaba sonriente.

Arguiñano: «15 langostinos y seis solomillos para casa

Y no solo langostinos. Porque el cocinero guipuzcoano también trajo a colación todo lo que sucedía con el plato estrella, el segundo. «Luego venía el plato importante: solomillo de buey con guarnición de chalotas, trufa… Diez solomillos, se ofrecía a ver quién quería repetir… y en el rato que iban del comedor a la cocina, en el office, los camareros sacaban la otra cola y… suuuuupp. A la bolsa. Luego iban al vestuario, dejaban allí las bolsas y… 15 langostinos y seis solomillos, para casa», hacía memoria con su clásica sonrisa pícara.

Eso sí, para evitar cualquier tipo de duda sobre si la anécdota era real o una simple leyenda urbana que circuló de boca en boca, sentenció: «Eso lo he visto yo. No os estoy contando una historia que me han contado», finalizó Karlos Arguiñano.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad