Coque Malla: «Suplimos las restricciones del directo con la brutal emoción del reencuentro»
El cantante culmina hoy en el Kursaal su gira 'Imposible'
«Llegamos a pensar que 'La gira imposible' terminaría antes de empezar. Pero ha resistido el temporal y cuatro meses después tenemos un fin de ... gira de verdad. Sólo faltáis vosotros. Os esperamos en Donostia», escribía Malla (Madrid, 1969) en sus redes sociales hace unos días. El músico regresa hoy a la ciudad en la que ofreció su último concierto antes del confinamiento: entonces llenó el Victoria Eugenia en una excitante función con banda completa y esta tarde (20.00 horas) actuará en formato reducido junto al pianista David Lads en el Kursaal, un escenario que ya pisó en 2009 como telonero de The Pretenders.
– ¿Imaginó en febrero la que se nos venía encima?
– Evidentemente, no. En aquel momento las noticias que llegaban de China parecían casi un chiste. Luego vimos que empezaban a construir hospitales de campaña y se nos fue un poco la risa. No estaba en la cabeza que esto fuera a ocurrir, pero a diferencia de otros compañeros, nosotros al menos tuvimos tiempo de presentar el disco en condiciones. Justo terminamos la primera parte del '¿Revolución Tour?' el 22 de febrero en el Victoria Eugenia. Luego íbamos a hacer un descanso de un par de meses y empezar con la gira de verano en festivales, escenarios para 20.000 personas, etc. Eso se ya no lo pudimos hacer, pero no nos queda tanta frustración porque, al menos, tuvimos tiempo de dar unos 20 conciertos.
«Llevaba años, desde los primeros tiempos de Los Ronaldos, sin sentir una energía de éxito»
– Ha escrito que el de Donostia fue «uno de los mejores» de su vida. ¿Es así o lo dice...
– ...por quedar bien? (Risas) No, no. Lo digo porque fue un bolazo. Veníamos rodadísimos de plazas como Madrid y Barcelona, teníamos un empuje de la hostia y fue uno de esos conciertos que recordaré siempre por la magia y la energía. Todo funcionó: el sonido, las luces, el público... No es una exageración y puedo asegurarte que no digo eso de todos los conciertos que doy.
– Por contraste, la que hoy termina en Donostia le habrá resultado la gira más extraña de su vida.
– Sí, pero hemos tenido muchísima suerte. Aunque parecía que sucedería lo contrario, al final sólo hemos tenido que cancelar o aplazar tres o cuatro conciertos y hemos logrado el objetivo de ofrecer unas 30 funciones. Unas veces nos ha ocurrido que llegábamos a una ciudad que salía del confinamiento o que nos marchábamos de un lugar que estaba a punto de volver a esa situación: ha sido como avanzar mientras vas sorteando las bombas que te caen al lado... Durante estos meses he renovado y redoblado mi admiración por los promotores, que han hecho un esfuerzo increíble. Muchos de ellos sabían que con la reducción de aforos y las restricciones no serían conciertos rentables, pero han querido seguir adelante por amor a la cultura y a su trabajo.
– La gira 'Imposible' se presenta como «conciertos íntimos en acústico».
– Pero no son conciertos acústicos como los entendería un cantautor, no es como si estuviéramos en el salón de casa, tranquilos, en una especie de charla... Yo concibo esta gira con la misma energía de un concierto de rock con banda, sólo que la instrumentación se reduce a una guitarra acústica y a un piano. Con todos los respetos, yo soy un músico de rock, no un cantautor, y así es como entiendo yo estas actuaciones.
– ¿Cómo logra mantener la fiereza de las canciones originales?
– Pues tocando con fiereza... (Risas) No se trata de usar la guitarra para rasguear y acariciar las canciones, sino que hay que emplearla con mentalidad de hombre orquesta y que también haga las veces de base rítmica. No tengo una técnica, es difícil explicarlo, simplemente me sale así.
«De la pandemia creo que han calado más las cosas malas que las buenas, pero espero equivocarme»
– ¿Y no echa de menos la electricidad?
– Este año sí, porque íbamos como un cohete, estábamos abarrotando las salas con una energía que yo no sentía desde hace mucho tiempo, concretamente desde los primeros tiempos de Los Ronaldos. Hasta hace poco yo solía tocar en formato acústico y en sitios pequeños, salía al escenario y era recibido con 'aplausitos', la gente apenas conocía el repertorio porque yo me empeñaba en tocar mis temas en solitario y eran discos muy marcianos... La cosa empezó a cambiar con 'La hora de los gigantes' (2009) y, sobre todo, a partir de 'El último hombre en la tierra' (2016), que fue un trabajo muy luminoso. Desde entonces la gente ya no demanda las canciones de Los Ronaldos, sino mis propios temas, y eso es algo que he sentido más que nunca en '¿Revolución Tour?', donde había esa energía de éxito y de salir al escenario con la banda sonando como un cañón, la gente coreando a pleno pulmón... Llevaba años sin sentir eso y lo teníamos al cien por cien, era el año para disfrutar a tope. Seguramente, no volveremos a vivir algo así hasta mayo o junio del año que viene, es una pena, pero al menos, lo disfrutamos durante unos meses antes del confinamiento. Yo ahora no estaba con el ánimo de ofrecer acústicos con la gente sentada y tal, pero están siendo conciertos maravillosos...
– ...pese a que no esté permitido «bailar y romper la barrera», como canta en 'Sólo queda música', uno de sus últimos singles.
– A ver. Las restricciones de la actual situación no son las mejores para la energía de un concierto de rock: la gente está separada, no se puede levantar, lleva mascarilla... No puedes verles la cara ni comprobar si cantan, a veces me entra la incertidumbre de si les está gustando o no... Hay unos códigos de la música en directo que se echan en falta, pero todo ello es suplido por la emoción del reencuentro, algo que es exclusivo de esta situación. Porque no olvidemos que hubo un tiempo durante el confinamiento en que pensábamos que los artistas y el público no podrían verse en muchísimo tiempo, hasta 2022 o más allá, y al final, pese a las restricciones, estamos tocando. Ello hace que cada noche surja un sentimiento alucinante y desconocido, una carga emocional brutal en la que estamos basando la potencia de los shows.
– ¿Diría que esta pandemia ha traído algo bueno?
– Es complicado, es demasiado pronto para saberlo porque aún nos está pasando y nos sentimos incómodos, tristes, preocupados... El marrón está aún por digerir. Hay gente que te dice que le ha cambiado el chip, que ahora va a vivir el momento, disfrutar más de sus seres queridos, darle importancia sólo a las cosas que realmente la tienen... Si eso cala en gran parte del espíritu de la humanidad, quizá suponga un avance y dentro de unos años se vea reflejado en la sociedad, pero yo soy pesimista. Yo creo que han calado más las cosas malas que las buenas, pero espero equivocarme.
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