Crítica de 'Doble o nada': El teatro gana la apuesta

El texto de la mexicana Sabina Berman, convenientemente retocado en sus treinta años de vida, es una de esas historias construidas como un puzle, donde las piezas van encajando a su debido tiempo. Puede que las veamos llegar, es cierto, cosa que a veces molesta, pero no en esta ocasión porque entran en juego bien engrasadas para que la trama crezca hasta formar un drama sólido, pero no pesado. La función fluye ligera desde un diálogo entre dos personajes a los que un mundo los une y al mismo tiempo los separa.

Esa tensión dramática, que tiene en sus titulares referencias a la lucha de las mujeres por romper un techo de cristal que les impide progresar en sus profesiones, contiene al mismo tiempo la corriente subterránea de unos seres humanos abocados a dejar buena parte de sí mismos para lograr sus objetivos. Amistad, tiempo, silencios, amor, son paradas de un círculo que ha de romperse por algún lado.

Solá, que parecía un poco bajo de tono, y Paula Cancio hacen un trabajo excelente. Lo bueno que es al actor argentino, sobra decirlo, basta con verlo. Me sorprendió, al no conocerla, la capacidad de Cancio, que desde una interpretación hipernaturalista va conformando un personaje poderoso. Entre uno y otra, el teatro sale ganando la apuesta.