Izaro se reencontró ayer con su público en el idílico paraje escultórico de Chillida-Leku, feliz pero hecha un manojo de nervios. Lógico. Tras meses de espera, el viento y la lluvia casi arruinan su primer concierto en Hernani (para el segundo de hoy salen cien entradas a la venta). Al final, el fugaz sirimiri solo ayudó a refrescar el ambiente.
La de Mallabia optó por un repertorio sosegado e impregnado de la melancolía del confinamiento en el que escribió 'Tiempo ausente'. Después llegaron 'Argia' y 'Eider', de su debut 'om' (2016), y 'Delirios', uno de los homenajes a Donostia de 'Eason' (2016). Más ímpetu exhibió en 'Invierno a la vista', uno de los tres únicos temas de 'Limones en invierno' (2020), pues prefirió retrotraerse a 'Tu escala de grises' o mostrar sentidas versiones que ha compartido estos meses en las redes: 'Isiltzen banaiz' (Berri Txarrak) o 'The Night We Met' (Lord Huron).
Confesó que no sólo olvidó la guitarra en casa, sino también avisar de la fecha de la función a Mikel Urdangarin, de quien cantó 'Abendua' y con quien quería hacer el dueto 'Errefuxiatuarena'. Tras estrenar dos bellas inéditas, 'Ventanas cerradas' y 'El mundo no es un buen lugar', remató en clave más luminosa y alegre con 'Libre', 'Zingirak', 'Mi canción para Elisa' y dos bises, 'La felicidad' y 'Er(h)ori, que entraron tan bien como un trago de limonada fresca en el día más caluroso del verano.
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