El pintor Javier Balda asume la dirección de la galería Altxerri
El artista pamplonés afincado en Donostia se propone revitalizar la decana de las salas de exposiciones de Euskadi
El pintor Javier Balda (Pamplona, 1958) ha asumido la dirección de la galería de arte donostiarra Altxerri en sustitución de Juan ... Ignacio García Velilla. Balda, afincado desde hace décadas en San Sebastián y buen conocedor de los entresijos culturales de la capital donostiarra, se propone revitalizar la que es ya la decana de las galerías vascas. «Queremos aprovechar el poso de experiencia que acumula Altxerri para darle un nuevo impulso con la idea de acercarla a las nuevas generaciones de coleccionistas de arte», proclama.
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Balda es una figura curtida tanto en el campo de la creación artística como en el de la gestión de exposiciones. Tiene a sus espaldas una dilatada carrera como pintor e ilustrador. Ganó concursos como los de los carteles de San Fermín o el Zinemaldia, ambos en 1982, y se formó en el Taller de Artes Plásticas del Círculo de Bellas Artes de Madrid con Josep Guinovart y en Arteleku con Don Herbert. Más tarde consiguió las becas de las fundaciones Pollock-Krasner (2010) y Adolph & Esther Gottlieb (2016), ambas en Nueva York. Ha protagonizado decenas de exposiciones y su obra forma parte de numerosas colecciones privadas y públicas.
A su faceta como artista suma también una amplia trayectoria como comisario y diseñador de exposiciones. «Conozco el mundo del arte desde los dos lados y esa es una de las cosas que me ha animado a asumir el reto de ponerme al frente de Altxerri», dice. A Balda, además, le une un vínculo especial con la galería donostiarra: «Fue en Altxerri donde hice mi primera exposición en San Sebastián y desde entonces he tenido una relación muy estrecha con ellos, eso es algo que también ha pesado a la hora de tomar la decisión».
El pintor pamplonés coge el relevo de Juan Ignacio García Velilla, que se ha jubilado después de 30 años al frente de Altxerri. Balda llega con nuevas ideas y con la convicción de que su experiencia y su conocimiento del medio le proporcionan el suficiente bagaje para dar un impulso a la galería. «El de la intermediación del arte es un mundo muy especial que se rige por unos códigos que no son fáciles de conocer hasta que adquieres una cierta experiencia», observa. Su idea, añade, es recuperar el espíritu fundacional de Altxerri como plataforma de promoción de los nuevos valores. «Altxerri fue una galería pionera a la hora de dar a conocer nuevos artistas y creemos que en el contexto actual ese papel sigue teniendo la máxima vigencia».
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Pintura en vivo
A Balda no le asusta la palabra crisis. «Tengo muchas crisis acumuladas; el del arte es un mundo que está en crisis permanente porque precisamente el arte consiste en cuestionar todo el rato lo que se hace». El pintor es consciente del protagonismo que ha adquirido el universo virtual en el galerismo, pero cree que el espacio físico sigue siendo imprescindible. «Las páginas de internet son una herramienta muy útil para los coleccionistas porque les permiten hacer una selección previa del material que más se ajusta a sus preferencias, pero a la hora de comprar creo que la presencia física sigue siendo insustituible. De la misma forma que no es lo mismo ver un vídeo en el móvil o en una pantalla de cine, no tiene nada que ver la experiencia de contemplar un cuadro en el ordenador con la de acercarte a verlo y apreciar sus detalles en vivo».
Además de galería de arte, Altxerri es también un bar con una larga tradición de música en vivo, otra de las circunstancias que han pesado en la decisión de Balda. «Altxerri es una referencia en el terreno cultural en San Sebastián porque al papel que ha desempeñado la galería como pionera del arte de vanguardia hay que sumarle el bar con su oferta de música de jazz». Una oferta que sedujo incluso a Woody Allen durante el pasado verano. «Tanto a Allen como a su director de fotografía, Vittorio Storaro, les encantó el bar como club de jazz y llegaron a rodar allí durante un día», apunta Balda.
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La apuesta del artista navarro al frente de Altxerri pasa por aprovechar el amplio bagaje histórico de la galería para dar un nuevo impulso a las nuevas promesas locales del mundo del arte. «Se trata de hacer un pequeño bucle vinculando el papel pionero de Altxerri en el descubrimiento de nuevos talentos con fórmulas innovadoras a la hora de atraer a las nuevas generaciones de artistas y coleccionistas. Acercarse a la gente joven –continúa– es una necesidad y para ello hay que ensayar otros formatos de exposición y de exhibición». La previsible desaparición a corto plazo del turismo extranjero como consecuencia de las limitaciones de movilidad es otro elemento que juega a favor de la fórmula que apunta el pintor. «Las galerías de Donostia vamos a dejar de tener en un futuro inmediato el soporte que en los últimos años ha supuesto esa clase de turismo, así que la apuesta por lo local va a tener aún mayor sentido». reflexiona.
Balda se ha propuesto también explorar fórmulas para que las galerías dejen de ser espacios poco permeables para el público ajeno al arte. «A mucha gente le sigue dando pudor traspasar el umbral de una galería porque los que hay allí no es un producto fácilmente reconocible. Romper la barrera de la puerta –prosigue– es un gran reto para todas las galerías aunque también hay que decir que los más jóvenes tienen menos prejuicios y complejos a la hora de acercarse a las nuevas realidades». Sabe además que algunas veces el primer acercamiento a una sala de exposiciones puede tener resultados insospechados. «No sería la primera vez que alguien que entra en una galería buscando un cuadro para decorar el salón termina convirtiéndose en un experto en arte. Conozco a más de una persona que inició de esa forma una carrera que le ha llevado a lo más alto del mundo del coleccionismo».
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El nuevo director de Altxerri tiene ya unos cuantos proyectos en la cabeza aunque de momento prefiere esperar a que la situación se normalice y la galería vuelva a la normalidad. «Habrá que reprogramar el calendario de exposiciones», dice con la esperanza de que la llegada del verano marque el fin del confinamiento y la ciudad recupere su pulso vital. «Aunque sabemos que no va a ser como otros veranos, es una consuelo que actividades como el Jazzaldia, la Quincena o el Zinemaldia al menos se mantengan», concluye.
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