Una «nave espacial» para el momento de gloria del desembarco
Especial Elcano ·
La carabela portuguesa Vera Cruz lleva dos semanas amarrada en el puerto de Getaria recibiendo la visita de vecinos y turistasC. R. V.
getaria.
Martes, 6 de septiembre 2022, 11:05
De las paredes de la bodega cuelgan medallones de puertos de todo el mundo, una figura de San Telmo, patrón de los navegantes, y ropa ... recién lavada entre las camas en literas. Y, como no podía ser de otra manera, entre los cartones de leche y los restos de galletas del desayuno, asoma una botella de whisky. La carabela portuguesa Vera Cruz arribó hace apenas dos semanas al puerto de Getaria, esperando amarrada el momento de gloria que le espera hoy con el desembarco de Elcano y sus tripulantes.
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El pasado domingo estuvieron fondeados en la bahía de La Concha para disfrutrar de las regatas y compartieron atractivo y protagonismo con las traineras. No en vano esta es la tercera carabela que la Asociación Aporvela ha construido y con la que ya llevan 20 años navegando desde Puerto Rico, Nueva York, Boston, Liverpool, Brasil y otros tantos puertos europeos.
José Ignacio, capitán del barco y uno de los fundadores de la Asociación, comenzó en 1991 haciendo regatas y, treinta años después, sigue en la mar junto a compañeros como Pedro, Jaime, Fernando, Joao, Eugenio, Ribeiro y Manolo. En Getaria permanecen diez (el aforo máximo es de 21) y todos ellos son voluntarios que ayudan en la formación en navegación, participan en competiciones y ofrecer visitas guiadas a escolares.
La embarcación es una réplica exacta de las antiguas carabelas portuguesas del siglo XVI y fue construida en el año 2000 en el astillero naval de Vila do Conde. «Cada año y medio tiene que pasar por el astillero para hacer alguna reparación de mantenimiento», ya que entre sus materiales incluye madera de roble, de pino vulgar y una africana que sustituye a la teca. Cuenta con dos anclas y un cabestrante; dos mástiles con palo mayor (de madera de eucalipto) y palo de mesana; velas latinas (triangulares) que «no son fijas, se mueven en función de si viene viento de popa o la maniobra». El timón que consta de dos cabos, uno a cada lado, «bien tensos para mantener el rumbo a pesar del batir de las olas».
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En tiempos, cuenta el capitán, «los marineros dormían en cubierta, usaban un cepillo y un cubo para su higiene». En la bodega de carga, «bajo techo, solo dormían el capitán y el cronista, porque igual de importante era partir y conquistar, como regresar y poderlo contar». Por su parte, el gallego Manuel López explica que «los portugueses fueron capaces de atesorar todo ese conocimiento náutico, como los vascos, para hacer este navío que entonces era como una nave espacial que permitía ir más lejos, más rápido y regresar». Durante sus estancias en los puertos suelen «recibir visitas de hasta 1.000 personas al día» y, durante el día de ayer, los tripulantes narraron los entresijos de la embarcación a turistas franceses, zaragozanos o gallegos.
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