Colas frente al Victoria Eugenia, en julio de 1992. POSTIGO

Quincena Musical

Noches en vela frente a la taquilla y un 'bis' para el día de su despedida

Algunos de sus mejores recuerdos son haciendo cola para comprar los abonos de la Quincena. Y el 'Nimrod' de Elgar con el que quiere que se le recuerde a ella

Carlos Rodríguez Vidondo

San Sebastián

Martes, 15 de agosto 2023, 02:00

Veinte años se estuvieron vendiendo entradas para en taquilla y allí, frente a ella, pasó muchas noches haciendo cola María José Turrillas. «Hacíamos turnos ... y a mí me tocaba el de las 4 de la mañana». La taquilla se abría a las 11 de la mañana, pero para las doce del mediodía del día anterior ya estaba puntual. «Siempre estaba la primera con dos sillas de playa para coger los ocho abonos de la Quincena Musical para mí, mis amigas y familiares. Aunque a veces me cogían la delantera unas chicas, pero no nos hacíamos competencia porque a nosotras nos gustaba ponernos en el 'gallinero', y ellas se ponían en otro lado. Nos respetábamos».

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Colas frente al Victoria Eugenia, en julio de 1992. Postigo

Aquellas aventuras a altas de la madrugada por alcanzar la mejor butaca de la Quincena Musical no estuvieron exentas de malos ratos. «Recuerdo ir andando y que no me faltaba mucho para llegar a Ramón María Lili cuando, de pronto, un coche con unos gamberros me empezaron a llamar puta... ¡Me entró un miedo! Parecía que una mujer caminando sola a las cuatro de la mañana solo podía ser puta. En fin, cuando llegué al puente del Kursaal había dos hombres pescando y entonces me sentí segura».

Aunque pasó infinitas noches haciendo cola, aquella fue «la única vez que pasé miedo». Para cuando empezaba a asomar el sol, la cuadrilla de amigas iban a desayunar un café con croissant en el primer bar que abría en la calle Aldamar. «Y luego le comprábamos el periódico a Juanita, en la calle San Juan. Éramos felices: desayunadas, con nuestros periódicos y de tertulia».

Montserrat Caballé, en 1989, sobre el Victoria Eugenia. Usoz

Se acuerda bien de las taquilleras, como María Antonia «que siempre me saludaba más simpática». Y también de «la otra», que tenía un cuaderno donde apuntaba las propinas en función de las cuales repartía las mejores butacas. «¡Pero si yo también le daba! Pero tenía más caradura... Siempre me decía que me iba a dar butacas buenas y yo pensaba 'bueno, me darás lo que yo quiera que para eso estoy aquí la primera'», ríe. Un día Turrillas se enteró de que los asientos por los que habían esperado toda la noche se los estaba reservando a una amiga con la que compartía toldo en la playa. «Escribimos una carta a El Diario Vasco y luego me lo recriminó en la arena... Era una pequeña corrupta».

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La Filarmónica de Rotterdam el pasado 3 de agosto. Lobo Altuna

El pasado 3 de agosto, durante el primero de los dos conciertos de la Orquesta Filarmónica de Rotterdam en el Kursaal, María José se llevó una enorme sorpresa. Al terminar la 'Patética' de Tchaikovsky, la orquesta ofreció un bis. «Empezó a sonar y yo sabía que lo conocía pero no caía... ¡Si es el Nimrod de las 'Variaciones Enigma' de Elgar!». Una pieza especial, «pues le tengo dicho a mi nieto que es lo que quiero que suene cuando me metan a incinerar. Aunque luego, pensándolo bien, me da igual porque total, ¡no me voy a enterar! Los homenajes que me los hagan en vida», ríe.

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