Para disfrutar

La adaptación de la historia de Romeo y Julieta a un barrio de Nueva York en los años cincuenta se plasma en una partitura compleja que mezcla elementos de jazz y ritmos latinos y que ayer se interpretaba sin la amplificación propia de los musicales. Esta apuesta por una versión más operística en versión concierto, que ha situado a la poderosa orquesta en el escenario en vez del foso, ha logrado que no siempre se escuchara con claridad a los cantantes, especialmente en el caso de Caspar Singh, que ha dado vida a un Tony de una voz hermosísima, pero de muy corta proyección. Esta limitada potencia ha sido evidente desde su primera intervención, 'Something's Coming', en la que, sin embargo, se ha mostrado muy seguro a nivel rítmico, a pesar del tempo rápido y las síncopas. Precioso color, pero de nuevo débil, en el famoso 'Maria' y también en sus dúos con Miren Urbieta-Vega, con la que ha ofrecido uno de los momentos más expresivos de la velada, 'One Hand, One Heart'.

La soprano donostiarra, por su parte, ha brillado en todos los registros con un canto cálido, una cuidada dicción y una innegable sensibilidad musical que ha puesto la carne de gallina desde la primera nota. Han sido emocionantes sus dúos con Singh o su intervención en 'I Feel Pretty'. Y si bien todos los cantantes, coro incluido, han defendido con nota su papel, cabe destacar a la soprano Arantza Ezenarro en un 'Somewhere' absolutamente expresivo.

Desde el podio Clark Rundell ha conseguido una casi perfecta conjunción rítmica en una obra que no la pone fácil y ha optado por hacer brillar a una Euskadiko Orkestra que ha sonado especialmente brillante, dúctil y precisa. Desde el 'Prólogo' inicial, pasando por el famoso 'Mambo, sin olvidar todo su trabajo en la obra, la orquesta ha hecho toda una exhibición de sonido y carácter redondeando una velada que, sin duda, hemos disfrutado.