«Necesité parar y entender lo que me sucedía: así surgió este disco. Ahora estoy bien»

Este año fuera de los focos le ha servido «para reencontrar a Izaro». Por eso califica este último trabajo como «un disco de autojusticia». «Llegó un momento en el que sentí rechazo hacia todo, no quería tocar, no quería hablar con la prensa, no quería que nadie me conociera por la calle… y necesitaba entender lo que me estaba sucediendo». Para ello decidió enfrentarse a «esa montaña» que tenía delante «y subirla, sacar toda la rabia que tenía, depurarla, llegar a la cima, reflexionar, bajar esa montaña, para poder llegar al final y contarlo».

El disco recoge ese viaje personal e íntimo realizado por Izaro, donde plasma toda su creatividad en los doce temas que incluye, jugando con el pop, la raíz y la electrónica desde una mirada contemporánea. Arranca con una inquietante y atérmica intro llamado 'zero', con teclados, sin instrumentos ni coordenadas. Continúa con 'iparraldera', narrada en clave folk-pop, para seguir con 'edzzddh' (ez dakit zenbat denbora daramadan hemen), donde se abre la rabia y la intensidad, como en 'x eta besteak', 'campamento base' e 'ixildu mese', donde transmite esa intensidad electrónica.

Tras ese sufrimiento, la cantante llega a la cima de la montaña con 'el mundo no es un buen lugar', una visión desnuda y en calma con su guitarra, donde reflexiona sobre lo que ve. Después inicia ese descenso con 'limoindo', un tema pop, con congas, donde juega con las letras de sus otros discos. El tema 'udara, udara' muestra una Izaro relajada, «en proceso de curación», y en 'las llaves de tu casa', la canción que dedica a su pareja, recupera la raíz latina. El disco se cierra con 'todas las horas que quedan', interpretada con piano, el coro Akelarre, con el arreglo de Xabier Mendez y la Orquesta Sinfónica de Bratislava con arreglo de Pascal Gaigne.

Izaro volverá a subirse a los escenarios en enero para presentar este nuevo trabajo. Lo hará tras el éxito cosechado con su anterior disco, 'Limones de oro', con el que giró por una treintena de ciudades españolas y del extranjero, como París, Helsinki o Buenos Aires. El 7 de mayo de 2022 reunió a 6.000 personas en el Velódromo, una cita que se plasmó en un documental. Precisamente ese documental se convirtió para ella en el prólogo de 'cerodenero', tal y como admitió ayer la cantante.

Tras casi un año alejada del público - su último concierto lo dio el 27 de enero en el Teatro Circo Price madrileño, arropada en el escenario por artistas como Amaral, Xoel López, Zahara, Cris Lizarraga (Belako) o Valeria Castro-, el 2 de enero arrancará su nueva gira en el Euskalduna de Bilbao, y el 3 y 4 de enero estará en el Kursaal donostiarra -aún quedan una pocas entradas a la venta-. Las Palmas, Vitoria, Barcelona, Sevilla, Pamplona, Santander y San Juan de Luz serán otras paradas de este nuevo viaje, que la cantante afronta «con mucha ilusión».

Los conciertos plasmarán esa «expedición de alta montaña» superada por la artista, por lo que los temas los interpretará en el mismo orden que aparecen en el disco, aunque intercalará otras canciones de trabajos anteriores. En algunos momentos incluso bailará junto a otros bailarines, algo que hasta la fecha no había hecho, «pero sabía que podía hacer», reconoció. Para ello ha contado con la colaboración y las coreografías de Jaiotz Osa.