Igor Paskual: «El rock es una especie de cristianismo a todo volumen»

- ¿Por qué ha empadronado a Dios en Colombia?

- Porque Colombia nos ha ofrecido una sustancia increíble que nos convierte en nuestros propios dioses. La cocaína es una droga absolutamente egocéntrica que puede hacer que te sientas como Dios, como alguien capaz de todo. Es todo una farsa, pero es así.

- El lema del disco podría ser «sexo, drogas y religión».

- El álbum es la respuesta al fallecimiento fulminante de mi amiga Jéssica M. de La Paz, que tocaba el bajo en mi grupo y fue ayudante de producción de mis anteriores trabajos. Su muerte me hizo preguntarme por qué triunfa el mal, por qué la muerte se ceba con cierta gente de manera injusta, por qué los dictadores viven tantos años, por qué al bien le cuesta imponerse... De ahí que sea un grito de rabia con elementos positivos. Para contar ese dolor y ese paisaje emocional, escribí canciones sobre el placer, la muerte y la tristeza, y elegí la imaginería católica porque, seamos creyentes o no, sirve para hablar del perdón, el arrepentimiento, el pecado, la redención, la esperanza, la fe...

- Otros temas son 'Cristo de los mineros', 'Nuestra señora de la consolación'...

- Es que el rock y el cristianismo tienen mucho en común, son emisores de esperanza, articuladores de comunidad, lugares donde estar juntos, una inyección de energía, una tabla de salvación... Un concierto tiene mucho de misa, el rock tiene sus santos, sus mártires... Es una especie de cristianismo a todo volumen, un lugar donde el paraíso, en lugar de esperar a estar muertos, se nos ofrece en esta vida. Por eso nos gusta tanto.

- ¿Pero usted es creyente?

- Sí. Creo en Dios, pienso que existe y voy a misa, no todas las semanas, pero sí con frecuencia. Sin embargo, no comulgo con el aparato institucional de la iglesia, que tiene de todo menos de amor al prójimo. El Dios en el que yo creo nada tiene que ver con el del aparato oficial católico.

- Lo mismo le excomulgan por blasfemo: en el vídeoclip aparece con estigmas, crucifijos invertidos, gestos lascivos...

- 'Dios es colombiano' no está escrita con ánimo de ofender, sino de reinterpretar y descontextualizar símbolos que nos pertenecen a todos y son utilizados en nombre del arte. Me interesan las canciones polisémicas, abiertas a múltiples significados, pero no tengo una intención blasfema: eso me parece barato y gratuito. Además, no sé quién puede escandalizarse a estas alturas...

-Pues ahí tiene a Willy Toledo, procesado por ofensas a los sentimientos religiosos... ¿A usted, como creyente, le ofende que se cague en Dios?

- No, absolutamente nada. Lo que me ofrende es que le denuncien. Él puede decir lo que quiera, sigo sin entender ese delito. El concepto de Dios es muy abstracto, no está definido ni significa lo mismo para todos lo cristianos. La ofensa no está en el emisor sino en el receptor: el artista no es dueño de la provocación, es el espectador quien decide si algo le provoca o no...

- En 'Cansado de la vida' recomienda irónicamente el suicidio a todos esos 'agonías' que se declaran hartos de vivir...

- Es una invitación a la vida. En Europa Occidental tenemos agua potable, seguridad social... Hay que relativizar mucho nuestros lamentos porque somos un sector mundial privilegiado. La canción es un grito contra esos artistas que utilizan la 'depresión' para alcanzar prestigio. Parece que tiene más reputación la música oscura que la bailable o la alegre, y no: la oscuridad es un lugar tan válido como la luz y, de hecho, a veces ser pesimista es más fácil.

- Hay temas muy punk como 'Ratas' o 'Maquiavelo iba en serio'...

- Hay más furia que en mis trabajos anteriores: mucha gente del rock, según va creciendo y tiene hijos &ndashyo tengo tres&ndash, usan más guitarras acústicas. A mí, en la madurez, el cuerpo me pide más punk. Me apetecía jugar con un sonido muy duro, pero mezclado con programaciones: es un punk-rock puesto al día.

- ¿Cuánto tiempo seguiremos hablando de la muerte del rock?

- Pues el rock es como Dios, llevan años diciendo que ha muerto pero no han encontrado la lápida. Si seguimos haciendo esa pregunta es porque no se ha muerto del todo o porque no está muerto. Para mí, es un arte que aún puede dar mucho de sí. Ahora se habla mucho de los ritmos urbanos, que son tendencia en la franja adolescente, pero a otras edades que además tienen mayor peso demográfico, se prefieren otras músicas: rock, indie, metal... Los ritmos urbanos no lo barren todo.

- Cierra el disco con una insólita versión de 'El gavilán', obra maestra de la chilena Violeta Parra que tiene más de medio siglo.

- A Violeta la descubrí ya mayor y esa canción me pareció la más increíble que he escuchado nunca: no hay nada de The Beatles, Pink Floyd o Bowie que se acerque a la extrañeza y vanguardia compositiva de 'El gavilán'. Es deslumbrante y asombrosa con esa mezcla de Stravinsky, polirritmias raras y cambios de tono. Como nunca se había hecho una adaptación rock le di el tono de esas canciones de los Who que iban cambiando continuamente, con ambientes de rock duro, partes psicodélicas... Me costó mucho hacerla.

- Lleva con Loquillo desde 2002: no sólo toca la guitarra en su banda, sino que le ha escrito algunas de sus mejores letras.

- Entendemos el rock de modo parecido, como algo liberador e importantísimo, aunque luego lo contamos de manera diferente: nos parecemos en las raíces, pero nuestro tronco y nuestras ramas son distintas. Es gratificante tocar a su lado, aprendo mucho, y al escribir para él, me meto en su personaje porque tiene quince años más que yo, otro rango de voz... Le hago un traje a medida.

- Hoy actúa en formato acústico. ¿Cómo transmitirá la rabia eléctrica que preside su disco?

- Mucha gente escucha «dúo acústico» y piensa en algo tranquilo con banqueta 'cantautoril', pero lo nuestro es rock, acústico, pero rock. Se crea un clima increíble y un ambiente más bestia de lo que parece. Las guitarras acústicas tocadas con intención pueden llegar a tener mucha fuerza.