Bob Dylan, 80 años y aún no oscurece

Como auténtico enamorado de las raíces musicales americanas, Dylan bebió de fuentes tan diversas como el folk y el blues, con referentes como Woody Guthrie y Big Joe Williams, pero también con los ojos puestos en el rock and roll de Little Richard. Y se apoderó de todo cuanto pudo para integrarlo en su música. Incluso de vidas ajenas de músicos ambulantes y vagabundos que -con variaciones y en diferentes entrevistas de juventud- superponía a su infancia y adolescencia con su familia en el pueblo minero de Hibbing, en Minnesota.

Seis décadas después del himno dylaniano, sigue la sucesión de guerras y cañonazos, no se garantiza el derecho a ser llamado 'hombre' (o 'mujer') y resulta insultante sumar cuántas veces se puede mirar hacia otro lado. E incluso cuánto hay que esforzarse para poder descansar como una paloma en la arena. Pero la mirada crítica del autor de 'Hurricane' -contra el racismo y la injusticia- y 'Masters of War' -tráfico de armamento- siempre está ahí. Incluso deslizada en una balada como 'Sweetheart Like You': «Dicen que el patriotismo es el último refugio al que se aferra un sinvergüenza. Roba un poquito y te meterán en la cárcel, roba un montón y te harán rey».

Una y otra vez ha sucedido lo mismo: los pronósticos del fin de la carrera de Dylan se han quedado en profecías agoreras. Ya sucedió a mediados de los 60, cuando le abuchearon y llamaron «traidor» por pasarse a la electricidad del rock tras unos primeros discos acústicos y 'folkies' (por cierto, con el tema que titula este epígrafe, The Byrds fundaron allá por 1968 lo que ha venido en llamarse country-rock). Surgió entonces la gran trilogía de discos 'Bringing It All Back Home' -incluido el primer videoclip conocido, donde un Dylan en blanco y negro desgranaba con carteles la letra del tema precursor del rap 'Subterranean Homesick Blues'-, 'Blonde On Blonde' y 'Highway 61 Revisited', para muchos lo mejor del artista.

Más adelante, cuando el músico se convirtió al cristianismo y centró sus temas en lo religioso, se repitió la jugada. Incluso cuando participó en aquel festival Leyendas de la Guitarra en torno a la Sevilla de la Expo'92, con una actuación de floja para abajo, que no pudieron salvar ni la voluntad ni la maestría del gran guitarrista Richard Thompson. Hasta cuando -sin detenerse a escuchar- han visto a Dylan sentado al piano, como en la gira que le trajo al BEC en 2019. Pero ahí sigue.

La afición de Bob Dylan por la pintura es algo que viene desde décadas atrás. Las manos del artista llevan ya medio siglo con los pinceles y en esa trayectoria se pueden apreciar muchos detalles. No sólo a nivel de mejoras técnicas, sino que a nivel estilístico ha repetido el esquema de la música: ha pasado por etapas diversas, relacionadas con el expresionismo y las vanguardias, para llegar a unos momentos actuales en los que su mirada es realista, sin ser ni Edward Hopper ni Antonio López. La escultura en metal, con unas verjas de estilo personal, retrata otra vertiente de Dylan, que también emplea estos diseños para 'vestir' las botellas de selecto whisky americano de la marca 'Heaven's Door'.

«No soy un modelo para nadie, sólo soy yo», le matizaba Dylan a un periodista que le situaba como referente para muchas personas. Pero también ha sido otros: además de seudónimos como Jack Frost, Lucky y Boo Wilbury, Blind Boy Grunt y Robert Milkwood Thomas. Y, además de sí mismo en documentales de Martin Scorsese, en el cine ha sido el tendero y forajido Alias en 'Pat Garrett and Billy The Kid' y el rockero Jack Fate en 'Anónimos'. Claro que en la gran pantalla también le han interpretado a él -o a variaciones sobre él- Richard Gere, Heath Ledger, Cate Blanchett y Marcus Carl Franklin en 'I'm Not There' de Todd Haynes.

No le faltan premios y reconocimientos al artista antes conocido como Robert Allen Zimmerman. En Francia, Orden de las Artes y las Letras en 1990. En España, Príncipe de Asturias en 2007. En Estados Unidos, premio Pulitzer en 2008 y Medalla Presidencial de la Libertad en 2012. En Suecia, Nobel de Literatura en 2016, algo que fue tan cuestionado por unos como aplaudido por otros.

En lo musical, ha cosechado premios Grammy -aparte de lograrlos como intérprete vocal- con álbumes como 'Love and Theft', 'Time Out of Mind' y 'Modern Times'. Las nominaciones son muchas más. Tampoco le falta el Oscar (2000) por el tema 'Things Have Changed', para la película 'Jóvenes prodigiosos'. Y, al hilo de este título, seguro que Dylan se siente premiado con la carrera musical de su hijo Jakob, tanto con The Wallflowers como en solitario.

La actividad del ya octogenario Dylan sigue proyectándose en la música y su difusión a través de sus programas de radio, así como con trabajos discográficos como el reciente 'Rough and Rowdy Ways'. Y, desde luego, sigue adelante con sus creaciones plásticas. Como dice su canción, «aún no oscurece», aunque el ocaso cada vez esté más cerca.

Versionado hasta la saciedad y autor de un cancionero sin igual en la música popular, es uno de los compositores más influyentes del siglo XX y, de momento, de la actual centuria. Su influencia es tan inconmensurable como extensa: desde los Beatles hasta Andrés Calamaro, pasando por David Bowie, Patti Smith, Nazareth, Guns 'n' Roses y Bruce Springsteen, sin olvidar a Eric Clapton, Lucinda Williams y Mark Knopfler. Por no hablar de Tom Petty, Lou Reed, Johnny Cash, Roger Mc Guinn, los Rolling Stones, Johnny Winter y Joe Cocker. La lista sería interminable. Casi tanto como una carrera musical que ya suma seis décadas.