Cien años de la refundación del coro Salbatore, la «catedral de voces» de Getaria
Una publicación recopila testimonios y repasa la trayectoria de la coral, que conmemora el aniversario con un ciclo de conciertos
El coro Salbatore de Getaria celebrará en los próximos días los cien años de su refundación con un ciclo de conciertos y la publicación de ... un libro que hace un repaso de su trayectoria. El volumen, escrito por Álvaro Bermejo, está profusamente ilustrado con fotografías en blanco y negro de Joseba Urretabizkaia. La formación afronta el aniversario con el desafío de acometer una renovación generacional en un entorno en el que la música coral ha perdido el protagonismo que tuvo no hace muchas décadas.
A la fiesta del Salbatore se sumarán coros como el Easo, Andra Mari, Landarbaso, Zarautz y Eragiyok, que ofrecerán a lo largo de las próximas semanas conciertos en la parroquia San Salvador de Getaria. Será un ciclo que tendrá su momento estelar el próximo día 21 cuando el propio coro getariarra regalará a sus vecinos una actuación en la que repasará las piezas más características de su repertorio.
Pero la conmemoración del aniversario tiene una vertiente que va más allá de lo estrictamente musical y que se sustancia en la edición del libro 'Salbatore Deuna Abesbatza. Ehun Urte. La catedral de voces'. Se trata de una obra escrita por Álvaro Bermejo con imágenes de Joseba Urretabizkaia que hace un recorrido por la travesía de la coral con testimonios de algunos de sus integrantes. Salbatore Abesbatza, cuenta el autor, hunde sus raíces en la tradición musical de Getaria, donde ya en 1571 el historiador Esteban de Garibay ensalzaba «las voces que entonan una 'Salve' de Anchieta» bajo las bóvedas de la iglesia de San Salvador.
Voces extraordinarias
Ese testimonio, añade Bermejo, invita a pensar que en la parroquia había un coro activo mucho antes de la aparición en 1921 de Salbatore Abesbatza. Las pesquisas del escritor le llevan a descubrir un documento que acredita que en 1609 ya había un órgano en la iglesia de San Salvador, un claro indicio a su juicio de que en esa época existía también una coral, «pues donde hay un órgano, hay un coro».
Muchas son las señas de identidad de la coral getariarra. Una de ellas es la temprana presencia de las mujeres entre sus integrantes, algo no demasiado habitual. Bermejo recuerda que el Orfeón Donostiarra solo se abrió a las voces femeninas en 1909 por decisión del maestro Secundino Esnaola. En Getaria, en cambio, el coro fue mixto «desde siempre», testimonia en el libro Jazinto Isasti, su director hasta 2016.
La coral se nutre de las voces de los vecinos de Getaria. Algunas de ellas recuerdan en las páginas de la publicación que la música tenía un protagonismo destacado en el día a día de la localidad hace no muchos años. «Entonces se cantaba mucho en la calle. Cantaban los hombres en las tascas y las mujeres en los bajos donde trabajaban preparando las conservas con las puertas abiertas. Ibas por la calle y oías voces de soprano extraordinarias. Los de la cuadrilla, según volvíamos de la mar, con el txikiteo del sábado y el domingo, ya a partir del segundo vino, recorríamos siete u ocho tabernas, las que había entonces en la calle Mayor, cantando de todo, desde el 'Illunabarria' hasta corridos mejicanos a lo Jorge Negrete».
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13 noviembre Andra Mari Abesbatza (20.30 h).
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21 noviembre Salbatore Abesbatza (12.30 h).
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26 noviembre Easo Abesbatza (20.30 h).
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27 noviembre Eragiyok Abesbatza (20.30 h).
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11 diciembre Zarautz Abesbatza (20.30 h).
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28 diciembre Landarbaso Abesbatza (20.30 h)
Otra de las singularidades de Salbatore Abesbatza es su vinculación con la sociedad getariarra. Es «un coro que se nutre de todo el arco social del pueblo, desde las mujeres dedicadas a las conservas a los arrantzales que vienen de la mar», escribe Bermejo. Ese lazo ha comenzado a resquebrajarse en los últimos años debido a la ausencia de un relevo generacional. «Los arrantzales jóvenes –cuenta Isasti en el libro– tampoco cantan ya como los de antes, ni tienen tanto interés por el coro, que para nosotros era y es el alma de Getaria».
Sin relevo
En el libro se recuerda que la mayor parte de los integrantes de la coral forman parte del segmento de más edad de Getaria. «El más joven de sus cantores, José Mari Aizpuru, suma 54 años. Y la más joven de sus cantoras, María Rosa Ucín, 55. La mayoría de los demás pasa de los 70», escribe Bermejo, que lamenta la ausencia de un relevo generacional y hace un llamamiento a los vecinos de menos edad para sumarse al coro en estos términos: «Jóvenes de Getaria, leed este libro no por su prosa, sino por todo lo que cuenta acerca de vuestros aitas, de vuestros aitonas –sangre de vuestra sangre–, y de cuantos les precedieron haciendo pueblo cantando».
«Así como vuestra villa no puede entenderse sin su historia, es a vosotros a quienes corresponde perpetuarla levantando vuestras voces allá donde suenan más altas. San Salvador, la mítica nave de piedra –su torre como palo mayor–, solo navega cantando al compás. El presente ya es pasado, estela en la mar. El horizonte es vuestro. ¿Seréis capaces de salvar Salbatore Deuna?».
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