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El fadista Camané.

Camané: Abriendo el fado en Bilbao

El fadista masculino por excelencia de la escena lusitana tendrá el honor de cerrar el quinto ciclo 'Noites de fado' acompañado por la BOS

ÓSCAR CUBILLO

Martes, 7 de junio 2016, 18:47

El fadista masculino por excelencia de la escena lusitana, el pequeño gran Camané (Carlos Manuel Moutinho Paiva dos Santos Duarte, nacido en Oeiras en 1967), tendrá el honor de cerrar el quinto ciclo 'Noites de fado' acompañado por la BOS (Orquesta Sinfónica de Bilbao) en una cita que ha agotado las entradas con antelación.

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Con tal motivo recordamos que el propio Camané inauguró el primer ciclo 'Noites de Fado' en abril de 2012, y entonces le dedicamos un texto titulado El premio de los claveles.

El miércoles 25 de abril DE 2012, en la Sala BBK de la Gran Vía bilbaína, coincidiendo con el 38º aniversario de la revolución de los claveles de Portugal, el fadista Camané abrió en el primer ciclo 'Noites do fado', que ofreció cinco conciertos quincenales, siempre en miércoles, en esa primera edición. Tras la introducción del espectáculo a cargo del locutor radiofónico Joseba Martín (que sigue encargándose de tal tarea en este programa ya asentado en la actividad melómana vasca), el fado alfombró las almas durante 78 minutos y 20 piezas (la que se regaló en el segundo bis era la primera canción repetida: Sei de um rio).

Sobre un tablado oscuro con el trío de acompañamiento a la derecha (guitarra española, guitarra portuguesa titilante y contrabajo a veces jazz) y el solista generalmente a la izquierda pero variando las posturas y posiciones como Jorge Drexler (sentado en dos sillas, en pie ante el atril, paseando por la escena), Carlos Manuel Moutinho Paiva dos Santos Duarte (Oeiras, 1967) actuó como un galán: frondoso cabello peinado a raya igual que un torero formal retirado, estatura de jockey y traje sin corbata al modo de los cantantes melódicos de los 70, tipo Dyango.

Durante esos 78 minutos, Camané entonó de modo homogéneo, ceremonial y recogido, con sostenidos, vibratos y gorjeos (los rodriginhos con que se adornan los vocalistas fadistas). Solemne, sentido y sincero (mamó el fado de niño, estando enfermo en la cama), Camané ofició transido de agonía existencial y amorosa, amenazado por la desesperación y el desamparo (títulos como 'Ausencia', 'Abandono', 'Súplicas'), personificando la saudade y encarnando la melancolía. Arrancó algo plano, sugiriendo el jazz ('Lembra-Te sempre de mim') y mirando al folk de Cesária Évora ('Último recado'), pero al de poco rato se tiró cuatro piezas seguidas emocionantes hasta la sorpresa: Maria II atesoró la vitalidad pintoresca de María Dolores Pradera, 'Fado sagitário' resonó moderna cual Carlos Cano luso, 'Mote' (con letra de Pessoa) llegó impregnada de la chanson de su adorado Jacques Brel, y 'Ela tinha uma amiga' la interpretó con versatilidad y gracia brasileira.

El pistón bajó y la tristura medró de manera teatral y hasta dramática antes de otro arreón emocional con 'Dança de volta' con su dinamismo similar a Dulce Pontes, 'Súplica' con su capacidad cuentahistorias, 'Quadras' (una letra de Pessoa) con su donosura vía Pradera, o 'Marcha do bairro alto' con su cadencia urbana brasileira. Acabó Camané defendiendo el fado tradicional en Triste sorte y, al reaparecer para los bises, fue recibido bajo una lluvia de claveles lanzados a modo de premio (los claveles son el símbolo de la llegada de la democracia a Portugal), un hecho merecido sobre todo por el tradicional 'Senhora do livramento', ese título tan grande y sentido que cantó en el primer bis.

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