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Museo San Telmo, 120 años al lado de la ciudadanía
Aniversario ·
Numerosos visitantes se acercaron al museo donostiarra en la jornada de puertas abiertas con la que el centro festejó la efemérideUn 5 de octubre de hace 120 años se abrieron por primera vez a la ciudadanía las puertas del Museo Histórico, Artístico y Arqueológico. ... Para conmemorar esta efeméride, el actual Museo San Telmo invitó este miércoles a visitar sus colecciones en una jornada de puertas abiertas que durante la mañana recibió a un buen número de asistentes de muy diversas procedencias.
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Es el caso de los escoceses Hannah y Ollie quienes, en su segundo día en San Sebastián, ya tenían marcado en rojo la visita al museo. «Es pura historia y cultura de las regiones vascas y teníamos muchas ganas de descubrir algo más sobre el tema», decía ella. Sin embargo, no sabían que llegaban en el día más indicado. «Nos hemos llevado una grata sorpresa cuando nos han dicho que hoy la entrada era libre».
Quienes sí lo sabían eran Noé y Consuelo, pareja de Errenteria. «¡Nunca habíamos venido! Y eso que llevamos más de 60 años aquí», comentaba Consuelo. «Lo había oído leído en el periódico... Por cierto, por la pinta que tiene ¿esto debía de ser un convento no?», preguntaba con el índice señalando hacia el claustro. No pudieron disfrutar de una visita guiada con la que profundizar en su historia, pero ya lo apuntaron para la siguiente ocasión. «Vendremos otro día, es un lugar icónico para todo Gipuzkoa», relataba la errenteriarra.
Un relato de 15.000 años
A lo largo de su visita se detuvieron en las estelas funerarias prerromanas que adornan las galerías y prestaron especial atención a la colección arqueológica del primer piso, dedicada a la Prehistoria, donde se inicia la exposición permanente. «Construimos el relato desde hace 15.000 años hasta el siglo XX, donde se recogen los hechos más importantes que influyeron para que esta sociedad fuera de una manera o de otra», explicaba Miren Valverde, responsable de comunicación del museo. Y pone ejemplos: «Desde las guerras de los 'jauntxos', el trabajo del hierro, la navegación por el mundo, la caza de la ballena, la introducción del maíz de América...».
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Entre las piezas que más gustan destacan las pinturas de José María Sert y los objetos del Gigante de Alzo
Y precisamente desde América habían llegado Jim y Charlene, pareja californiana que aterrizó en Bilbao donde «algunos vascos nos hablaron de venir a San Telmo». De todos modos, «no teníamos ni idea (del aniversario), pensaba que habíamos entrado gratis porque les habíamos parecido muy mayores», bromeaba Charlene. Ayer disfrutaban de sus primeras horas en San Sebastián, pero ya sabían que la visita al museo era obligada, a través de un guía que les recomendó acercarse para poder sumergirse más en la historia vasca.
Entre las piezas que más gustan, Valverde admitía que se encuentran los tocados que diseñó Cristóbal Balenciaga, inspirados en los tradicionales burukoak; los objetos del Gigante de Alzo (un retrato a tamaño natural de 2,40 metros, la horma de sus zapatos y unos guantes), así como las pinturas de José María Sert en la iglesia, «que no son frescos como se cree».
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Encaramada a una pantalla táctil y totalmente abstraída con las explicaciones interactivas de la colección 'Vivir en sociedad' estaba Rina cuando su marido Gaby le tocó en el hombro para continuar con su visita. Es la segunda vez que vienen desde Israel, la primera fue hace cuatro décadas y no entraron a San Telmo. «Acabamos de ver la muestra de Bellas Artes y es preciosa, como la ciudad, nos encanta», decía él. «Venimos desde Santiago de Compostela siguiendo el Camino pero, en nuestro caso, en coche», reía.
Cuestión de colores
A partir de la llegada del ferrocarril «como medio que transformó las ciudades y el ocio», se narra la historia de los siglos XIX y XX desde las guerras carlistas, el ambiente en los cafés y casinos, la industria y el trabajo artesano, a través por ejemplo de una picadora de limas planas, la clásica máquina de coser Singer o «el último objeto que se ha añadido a la exposición permanente»: una secadora de los años 50.
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Quince años después de su última visita, el donostiarra Luis Arrue regresaba ayer. «Es nuestro museo, el museo de Gipuzkoa»
Pero, en la sociedad vasca también ha estado el juego. El de la pelota, de la cesta punta o el fútbol, representado con sendas camisetas de la Real y del Athletic. Esto último era algo que enorgullecía especialmente a un visitante bilbaíno como Aitor. «¡La he visto! Ya me he fijado en la camiseta y eso os honra, claro que sí».
Como arquitecto no dudó en halagar estructuralmente el museo. «Me encanta y el edificio tiene una gran arquitectura, muy bien integrada la parte antigua con la contemporánea y, sobre todo, ambas con el paisaje». Aficionado especialmente «a la Historia Antigua y la romanización...», Aitor reconocía que «el Zumeta en tres dimensiones» de la pinacoteca le había impresionado. «Aunque esta parte sobre la industralización también está muy bien porque a mi generación nos trae muy buenos recuerdos. Yo tuve un skate Sancheski de estos», decía mientras indicaba al que se encontraba tras la vitrina. «Y también esos patines, que se guardaban en su funda de cuadros escoceses».
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A pocos metros de él, el donostiarra Luis Arrue coincidía en que, tras su remodelación, el museo «se ha acercado todavía más a la ciudadanía, sobre todo a través de lo industrial, que también es arte». Quince años después de su última visita, volvió ayer a disfrutar de la oferta expositiva del Museo San Telmo. «Es nuestro museo, el museo de Gipuzkoa».
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