La vida es como un viaje en globo (basado en hechos reales)
De cómo un vuelo sobre los viñedos riojanos ayuda a entender el mundo. Y de cómo ser feliz en Ordizia y en Albaola, y de mi aplauso a Jennifer Lawrence / Los diez años de Tabakalera
La cita era a las seis y media de la mañana en Cuzcurrita, uno de nuestros cercanos paraísos riojanos. Ver amanecer fue el primer espectáculo ... del día, como un prólogo de lujo, y luego llegó la aventura de montar en globo y sobrevolar los viñedos. Qué maravilla. Unos buenos amigos me habían regalado la 'experiencia' del globo cuando cumplí los 60 y al fin la he vivido, dos años después, una cálida mañana de agosto. Uno cumple años pero sigue siendo un principantes. (Los mismos amigos 'amenazan' con regalar un viaje en submarino para mis 70...).
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No es uno de esos globos románticos que tenemos idealizados, a lo Julio Verne, para solo dos pasajeros: en el nuestro íbamos una docena de viajeros en una barquilla mediana, de la mano de la gente de la empresa Arco Iris. Toda la experiencia tiene un punto cinematográfico: el despegue suave, el brindis con cava Muga a muchos metros de altitud para celebrar el bautizo, el viaje con el rumbo marcado por el viento y el aterrizaje en medio del campo, donde la naturaleza decide y el piloto, Óscar, resuelve con pericia. Después desayunas a la riojana, con huevos, chorizo y tinto, en tertulia con los otros 'pasajeros del viento'.
Pero no vengo a contarles mis vacaciones. Vuelvo al periódico y pienso que la vida es como un viaje en globo. Por mucho que uno planifique y vaya con el mejor piloto el viento decide: tú puedes tener tu plan, pero el mundo te lleva y te aterriza donde menos te lo esperas. Es la música del azar: tiene su punto romántico, pero a veces resulta incómodo. Y en la vida real, a diferencia de lo que ocurre con el globo de Cuzcurrita, no siempre aguarda un desayuno riojano para reconciliarte con la existencia.
El globo me ha vuelto a dejar en la Redacción de Miramon, pero con la mirada en el entorno. Qué bueno es regresar a Ordizia y su gran fiesta como jurado de la 'olimpiada' del Idiazabal. También ahí percibes que la vida es como un queso: tiene muy buena pinta pero no sabes en realidad cómo es hasta que lo abres y le hincas el diente.
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Septiembre, regresos y de regatas. El jueves San Sebastian Gastronomika presentó su nueva edición, y lo hizo en Albaola. Quienes vienen de lejos alucinan con el proyecto de la nao y ese 'cabo Cañaveral' construido en el astillero de Pasaia. La nao se prepara para entrar al agua en breve y terminar ahí su construcción, y tendrá protagonismo en un congreso que oscila entre tradición y modernidad. Atención a lo que pueda deparar la conjunción de los espíritus imaginativos de Xabier Agote y Benjamín Lana.
Lo que empieza ya, el viernes, es el Zinemaldia, en teoría el penúltimo de José Luis Rebordinos como director (una generación de referentes culturales se prepara para el relevo). Sobre el papel hay menos 'glamour', pero la agenda llega cargada y habrá sorpresas. La 'estrella' con premio Donostia incorporada es la gran Jennifer Lawrence, y hay voces que critican que se dé ese galardón a una actriz de solo 35 años, la más joven en la historia de la distinción: amí me parece un premio estupendo que iluminará el Kursaal. El mundo es de los jóvenes, como Jennifer, como usted y como yo. Y el Zinemaldia es otro viaje en globo, como la vida.
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El reto de abrir Tabakalera aún más: diez años y un día
Recuerdo el día, hace 25 años, en que el entonces alcalde Odón Elorza consiguió al fin la llave de la entonces Tabacalera y un privilegiado grupo de ediles y periodistas entramos en aquel impresionante edificio que pasaba a ser propiedad pública. Fue 'la toma de Tacabalera', concluida con la izada de una pequeña bandera donostiarra en la verja. Era el momento de soñar: aquella vieja fábrica, gigante y céntrica, podía convertirse en una verdadera factoría cultural y ciudadana, en una oportunidad histórica de hacer en Donostia algo distinto a lo que ya conocíamos (en la foto, antes de la obra).
La historia posterior es conocida e induce a la melancolía. La reforma arquitectónica eliminó el seductor aire industrial y 'amaestró' el edificio. Luego hubo sucesivos proyectos culturales, sucesivos equipos... Al fin se puso en marcha, hace ahora diez años, y Tabakalera es lo que vemos: un lugar donde pasan muchas cosas, algunas muy buenas (su 'ecosistema audiovisual' por ejemplo) y otras más incomprensibles. El desembarco del nuevo proyecto de Kutxa agitará ahora las aguas, pero a ese gran centro cultural aún le falta abrirse más, imaginar y seducir a nuevos públicos: ser más sexy, sea 'sexy' lo que quiera que sea. Quizás dentro de diez años podamos celebrarlo.
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mezquiaga@diariovasco.com
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