Manuel Romero Tallafigo (Historiador y paleógrafo): «La Corona fue muy cicatera con Elcano»
Manuel Romero Tallafigo, Historiador y paleógrafo ·
El especialista constata en su ultimo libro que el navegante murió sin cobrar las rentas que Carlos I le prometió tras completar la primera vuelta al mundoCatedrático emérito de Historia de la Universidad de Sevilla y reputado paleógrafo (especialista en documentos antiguos), Manuel Romero Tallafigo acaba de publicar 'El ... Testamento de Juan Sebastián Elcano (1526). Palabras para un autorretrato', un libro en el que hace un exhaustivo análisis de las últimas voluntades que el navegante ordenó redactar antes de morir en medio del Pacífico. El estudioso, que ha invertido cinco años en el trabajo, traza el perfil de un «sabio de la navegación» que sabía ganarse el respeto de sus tripulaciones con una combinación de arrojo y prudencia. El testamento, desvela Romero, pone de manifiesto que el marino distaba de ser un hombre rico cuando murió a pesar del éxito de su primer viaje. «La Corona fue muy cicatera con Elcano y su familia», resume.
- ¿Qué le llevó a interesarse por el testamento de Elcano?
- Cuando daba clases de paleografía en la universidad recurría a menudo al testamento de Elcano como ejemplo de documento para los alumnos. Solía leerlo en las clases y siempre me fascinaba su comienzo: 'En la nao 'Victoria' en el mar Pacífico, a un grado de la línea equinoccial, á veintiseis días del mes de Julio, año del Señor mil é quinientos é veintiseis...'. Aquello de fechar unas últimas voluntades por medio de una altura celeste me resultaba insólito. Lo leía y me preguntaba, ¿será por encima o por debajo del Ecuador? Más adelante tuve oportunidad de consultar el diario de navegación del viaje y averigüé incluso cuándo se empezó a redactar: fue por la tarde, después de haber tomado la altura del sol al mediodía, cuando el barco había atravesado ya el Ecuador.
«Leía a mis alumnos el testamento en clase y me fascinaba que comenzase con una referencia a una altura celeste»
cautivado
- En ese momento Elcano, que había completado la primera vuelta al mundo en 1522, se había embarcado en otra expedición que pretendía alcanzar las Molucas atravesando todo el Pacífico.
- Era el piloto mayor y el segundo en el escalafón de la armada de García Jofre de Loaysa, que había zarpado de La Coruña el 24 de julio de 1525. Era una expedición mejor pertrechada que la de la primera vuelta al mundo. Sumaba siete barcos de mayor tonelaje con 450 tripulantes, algunos de ellos supervivientes de la circunnavegación.
- La suerte no acompañó a esa segunda expedición.
- Toda la fortuna que tuvo Elcano en la primera vuelta al mundo, que fue mucha, le dio la espalda en el segundo viaje. Tres de las siete naves no llegaron a atravesar el estrecho de Magallanes, otras dos se perdieron en el Pacífico y otra desapareció después del estallido de un motín. La nave capitana, 'Santa María de la Victoria', era la única que se mantenía a flote un año después de haber zarpado de La Coruña.
- ¿Por qué decide Elcano hacer testamento?
- No debía ser hombre muy cauteloso, ya que no lo hizo en La Coruña, que fue el punto de partida de la armada de Loaysa. Deduzco que ordena hacerlo cuando se da cuenta de que tiene la muerte en los talones. A partir de los testimonios de los supervivientes y los relatos de Andrés de Urdaneta, que acompañaba a Elcano como criado, planteo que parte de la tripulación del barco sufrió la intoxicación de una toxina conocida como la ciguatera después de haber comido una corvina tropical. Loaysa, el comendador de la expedición, falleció el 30 de julio, cuatro días después de que Elcano dictase el testamento. También murieron el piloto Bermejo y el contador Ortés.
«El documento se tuvo que redactar deprisa y corriendo porque en la escritura intervinieron dos personas»
urgencia
- Elcano empieza entonces a sentir los síntomas de la intoxicación.
- Sí, y además hace el testamento deprisa y corriendo. Lo digo porque los últimos párrafos del documento no los redacta Andrés de Urdaneta, que era el que había empezado a escribirlo, sino Andrés de Gorostiaga, otro de sus hombres de confianza. Urdaneta tuvo que emplearse en la escritura del sobre que acreditaba que esas eran las últimas voluntades de Elcano mientras Gorostiaga terminaba de escribirlo. Lo lógico es que Urdaneta hubiese completado todo el testamento y que luego hubiese escrito también el acta del sobre para que firmasen los siete testigos. El hecho de que en el testamento interviniesen dos manos indica que había urgencia para terminarlo.
- ¿Cuánto tiempo transcurre entre la escritura del testamento y su muerte?
- Lo fecha el 26 de julio y muere el 6 de agosto. Hasta ahora se daba por sentado que Elcano había fallecido el 3 de agosto, pero he encontrado el documento de una almoneda celebrada a bordo que muestra que el 4 de agosto todavía ejerce de capitán. La confusión parte de Urdaneta, que cuando reconstruye de memoria el viaje en Valladolid después de que los portugueses se incautasen de su diario en Lisboa pone el 3 de agosto. Sin embargo, en la copia del diario original que se quedó en Portugal, que es la que yo he manejado, la fecha de la muerte de Elcano es el 6 de agosto.
- Elcano es la viva imagen del éxito cuando completa la primera vuelta al mundo y es llamado por Carlos I para que le informe personalmente del viaje. Sin embargo, en vez de quedarse en Valladolid a disfrutar de los placeres de la corte, comienza a preparar otra expedición.
El testamento de J. S. Elcano
Autor: Manuel Romero Tallafigo
Editorial: Universidad de Sevilla.
Páginas: 711.
Precio: 20 euros.
- Es que vio claro el negocio del aroma, que era como entonces se llamaba a las especias. Cuando desembarcó en Sevilla con el clavo que había cargado en las Molucas en la primera vuelta al mundo descubrió que las ganancias eran del 2.000%, muy por encima de las que podía proporcionar el oro. Así que invierte todo lo que tenía en la segunda expedición y convence a sus familiares para que hagan otro tanto y le acompañen en el viaje. Además del propio Elcano, embarcan dos de sus hermanos, el piloto Martín Pérez de Elcano y el contramaestre Ochoa Martínez de Elcano, su cuñado Santiago de Guevara, su sobrino Esteban de Mutio, su primo político Hernando de Guevara y su paisano Andrés de Gorostiaga.
- Es una apuesta fuerte.
- La madre de Elcano, Catalina del Puerto, reconoce en los pleitos que entabla con la Corona para que se le pagase lo que se le debía a su hijo que la familia lo había invertido todo en el segundo viaje.
- ¿Era Elcano un hombre acaudalado?
- El emperador le había concedido un acostamiento (una renta) de 500 ducados anuales después de la primera vuelta al mundo. También contaba con el sueldo por su condición de capitán de la segunda expedición. Como no había llegado a percibir esos dineros tuvo que pedir adelantos a Cristóbal de Haro, que era el factor de la Casa de Contratación y también el hombre fuerte en España de los Fugger, los banqueros que quitaban y ponían a los Papas.
-¿Qué deja entonces en su testamento?
- Ropa, instrumentos de navegación, libros, provisiones, bagatelas que pensaba intercambiar en las Molucas a cambio de especias... En el documento no constan bienes inmuebles ni haciendas, solo remuneraciones del rey en su mayoría sin cobrar.
«Elcano y su familia comprobaron que el clavo rentaba hasta un 2.000% y decidieron invertirlo todo en el segundo viaje»
apuesta
- ¿Y a quién se lo deja?
- Elcano es generoso y lo reparte entre sus compañeros de tripulación. Incluso deja una de las tres barricas de vino blanco que llevaba a bordo a Loaysa, el responsable de la expedición. Pero más allá de los enseres personales y las provisiones, nombra a su madre usufructuaria vitalicia de las rentas que tenía pendientes de cobro. Como muchos otros navegantes, Elcano era muy madrero. Cuando un marinero soltero va a morir en la mar lo que le queda es la madre, es su referente afectivo fundamental.
- ¿Cobró su madre las rentas que se le adeudaban a Elcano?
- Solo percibió una mínima parte y eso después de unos pleitos que se prolongaron durante décadas. Calculo que a Elcano se le debían unos 2.750 ducados por los tres años y medio de acostamiento y el sueldo de capitán que no había percibido. La Corona fue muy cicatera con él y con su familia porque su madre sólo cobró el equivalente a 150 ducados, una miseria.
- ¿Qué idea se ha hecho de Elcano después de este trabajo?
- Ante todo que era un sabio en el arte de la navegación. Conocía cómo había que tratar a los hombres, cómo había que tenerlos alimentados, cómo había que guiarse por la mar, cómo seguir las indicaciones de los que sabían de astronomía... No es casualidad que cuando toma el mando de los restos de la flota de Magallanes la expedición empieza a ir como un guante y alcanza las Molucas, que era el objetivo del viaje. A la vuelta no sólo mantiene la moral, sino que realiza una proeza náutica que todavía hoy llama la atención. Es un hombre que combina arrojo y prudencia, que se gana la confianza no sólo de sus tripulaciones, sino de los inversores que financian las expediciones. En el testamento se ve que estaba muy buen relacionado con los capitalistas de Burgos que eran los que ponían el dinero.
Dos hijos naturales y mandas para santuarios de Gipuzkoa
Juan Sebastián Elcano tuvo dos hijos naturales de otras tantas mujeres. En el testamento nombra heredero universal a su hijo Domingo Elcano y deja a su madre, Mari Hernández de Hernialde, 100 ducados de oro «por cuanto seyendo moza, virgen hube», es decir, «la tuve moza y virgen». También deja 40 ducados a María de Vidaurreta, con la que tuvo una hija durante la relación que mantuvieron en Valladolid, aunque especifica que si los quiere cobrar debe llevar a la criatura a vivir a Getaria. Parece que la madre del heredero llegó a percibir lo establecido, pero los dos hijos del marino debieron morir a edad temprana porque todas las pesquisas de su abuela para localizarlos son infructuosas. El navegante dedica dos de los doce folios del testamento a enumerar los donativos que destina a santuarios e iglesias, muchos de ellos guipuzcoanos. Dispone sus honras fúnebres en San Salvador de Getaria, deja mandas a las ermitas y santuarios de Itziar, Aran-tzazu y Guadalupe, a la Magdalena, San Gregorio, Santa Engracia, San Pelayo, San Antón y a los franciscanos de Sasiola. Son donativos que muy probablemente nunca llegaron a materializarse porque corrían a cargo de los fondos que la Corona le adeudaba y de los que finalmente su madre solo cobró una ínfima parte.
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